Instantáneas que permanecen en la memoria a pesar de todo

Antes de ser uno de los folcloristas emblemáticos de la provincia, Luciano “El Chango” Arce fue fotógrafo. Y fue fotógrafo de El Diario de San Luis. Y fue el primer fotógrafo de El Diario de San Luis. En noviembre del iniciático 1966, la empresa decidió incorporar a otro reportero, por lo que tomó los servicio de Enrique Woronko, el segundo fotógrafo.

Convocados espacialmente para esta nota, Woronko y Marianella Arce, hija de “El Chango” (fallecido en 2001), conectaron de inmediato en el recuerdo y el pasado. No se conocían, pero la joven pareció encontrar en las palabras del compañero de su padre un vehículo directo a la memoria. “Siempre andaba haciendo bromas”, dijo Enrique mientras miraba una foto sacada por Luciano.

En la instantánea, en blanco y negro, Woronko tiene la cabeza cubierta con una toalla porque su compañero le tiraba con alguna sustancia que lo ensuciaba.

Enrique es un hombre curtido por la profesión que a los 74 años conserva con recelo sus máquinas antiquísimas y habla de las técnicas antiguas de revelado con una pasión y un conocimiento difícil de encontrar. El grano angular, la textura del papel, el coloreado de una imagen forman parte de un pasado que recuerda todos los días. “Antes se hacía todo manual, con mucho cuidado”, sostuvo.

Arce entró a trabajar en El Diario a los 16 años, gracias a un favor que le hizo Hernando Mario Pérez, el primer dueño. Nacido en Candelaria, “El Chango” estaba recién llegado de Buenos Aires y necesitaba trabajar. “Hasta entonces, mi papá hacía fotos sociales y cubría otros eventos”, recordó Marianella, quien heredó las dos actividades de su padre: la música y el registro de imágenes.

La chica es profesora de canto en La Casa de las Culturas, dueña de una voz privilegiada y baterista rockera de Chamán, una banda del circuito under de la provincia. Además, trabaja en realizaciones audiovisuales para mantener otro punto de contacto con el pasado de su padre. “Me gusta el arte –dijo- y eso se lo debo a mis padres”.

A la distancia, Marianella observa que el trabajo del “Chango” en este medio fue la primera posibilidad que tuvo de relacionarse con el arte.

Woronko, por su parte, recordó que compartió durante dos años el laboratorio fotográfico de El Diario con Luciano. “Después vinieron otros reporteros. Todos aprendieron mucho de Arce”, sostuvo quien decidió irse de El Diario después de una fuerte discusión que tuvo con el entonces gobernador de la provincia, Matías Laborda Ibarra, de la que prefirió no dar mayores detalles.

No obstante, Enrique fue un activo reportero de la realidad provincial durante años, sea como parte de El Diario, como fotógrafo particular o como encargado de los retratos de la delegación puntana del Ejército Argentino, donde trabajó hasta finales de los '70, cuando decidió dedicarse exclusivamente a la fabricación de dulces caseros, la actividad que mantiene hasta estos días.

Unas de las primeras fotos aéreas de la ciudad fueron tomadas por Arce y Woronko un día que ambos  se subieron a un avión Piper y –uno a cada costado- fueron registrando a San Luis desde el cielo. “Cuando nos bajamos, sabíamos que habíamos hecho unas imágenes interesantes”, rememoró Enrique.

A la cámara de Woronko no se le escapó personaje, ni hecho, ni visita que haya transcurrido en San Luis entre 1966 y 1984. Su lente capturó al presidente  Alejandro Agustín Lanusse enojado, a la puerta del banco Provincia recién inaugurada, a monseñor Cafferata dando una bendición y a Raúl Alfonsín en Quines.

La de Arce también registró infinidad de hechos y, sobre todo, artistas, con lo que se ponía en evidencia la tendencia musical del fotógrafo. En casa, guardadas como un tesoro  interior, Marianella tiene fotos que su padre sacó y se hizo sacar (algunas por Enrique) con Juan Domingo Perón, Mercedes Sosa, Antonio Esteban Agüero y José Zavala y Alfredo Alfonso.

Una de las cosas que más disfrutó Woronko durante su estadía en El Diario fueron las guardias compartidas con Arce y con sus compañeros periodistas. “Había un plantel espectacular”, sostuvo Enrique, quien señaló que, como ahora, los fotógrafos debían estar atentos a todo lo que sucediera en la ciudad para tener la imagen lo más rápido posible.

“Nos quedábamos hasta tarde a la espera de la primicia; y si pasaba algo, algún accidente, alguna noticia de último momento, teníamos que apurarnos a revelar porque nos empezaban a acelerar con el cierre”, sostuvo Woronko en una certera descripción de cualquier redacción del mundo.

Como en toda la charla, Marianella lo escuchó entre interesada y atrapada por la voz de un hombre que compartió con su padre una de las etapas más prolíficas de vida, previa al reconocimiento absoluto que Luciano tendría como folclorista y como autor de bellezas como “De nuevo a San Luis”, “San Luis somos nosotros” y “Campamento de Las Chacras”. “Tal vez, alguna vez, te tuve en brazos”, le dijo entusiasmo Woronko, pero las fechas hacen imposible esa suposición: cuando nació la joven, “El Chango” llevaba años sin trabajar en El Diario.

De todos modos, nada quita que tras el encuentro, Marianella y Enrique continúen los encuentros para extender las anécdotas, alimentar la memoria y establecer una amistad. Tal vez, en esas charlas futuras, Arce vuelva a escuchar una frase que seguramente le dijeron mil veces pero nunca con la candidez que le lanzó Woronko en el primer encuentro: “Tocaba bastante bien la guitarra tu papá”.