El de la madrugada de ayer fue, para Kabala, un show como los que habitualmente ofrece los fines de semana en “Terráneo”, el pub ubicado en la intersección de avenida Illia, Falucho y Lavalle. Pero tuvo algo especial: fue el último que la banda de cumbia y cuarteto dio con el ex policía Gerardo Battistella en la percusión, horas antes de que la tragedia se lo llevara en un choque en la autovía Los Puquios. Anoche, al rebobinar en la memoria el postrero recital, Lulú, cantante de Kabala, halló momentos que le permiten asegurar que Gerardo parecía despedirse con la alegría que lo caracterizaba. “Es muy loco. Llegó re contento. Terminó el show y nos quedamos un rato más, sacándonos fotos con amigos y arreglando el pago –evocó Lulú–. Lo increíble es que aconsejó a compañeros de la banda y a amigos. Les decía ‘cuidate’, ‘vos tenés que hacer esto y esto’. Y en las imágenes que quedaron, se le ve una sonrisa especial, algo angelical”.
“Bati”, como le decían, nació en Mendoza, el 14 de abril de 1974: es decir, hace 23 días, había cumplido 42 años. Sin dudas, no imaginó morir tan tempranamente, por tres razones fundamentales, sus hijos Valentina, Miranda y Mateo, de 14, 10 y 4 años, respectivamente. Si bien estaba separado de la mamá de los chicos, hace dos años, toda la familia pasó un momento complicado, cuando el más pequeño fue operado del corazón. Gerardo apeló a su fe en el Cristo de Villa de la Quebrada, y todo salió bien. Por eso, en esta última fiesta, estuvo en la capital provincial de la fe, para pagar la promesa hecha al Santo.
Expresó su vocación de servicio siendo bombero voluntario y policía. Integró la fuerza de seguridad hasta 2006, cuando fue declarado prescindible junto a otros 70 efectivos por el autoacuartelamiento de 2004. Fue jefe de Relaciones Policiales. Su carácter afable, comunicativo, que sus colegas y periodistas recuerdan y destacan, le era útil en su tarea como vocero.
Antes prestó servicio en Delitos y en las Comisarías 1ª y 4ª.
Según recordó la locutora Leticia Rivero, Gerardo inició la carrera de locutor nacional en la Universidad Nacional de San Luis. Y aunque dejó los estudios, despuntó el gusto por esa actividad en la radio –en radio Popular, por ejemplo–, y hasta en la tanguería de España y Lafinur. Allí “no sólo presentaba a ‘Inspiración tanguera’, nuestra orquesta, sino que cantaba en una banda más cercana a otros géneros, como la cumbia y el cuarteto. Y lo hacía muy bien”, aseveró.
En 2007, estimó otro informante entrevistado ayer, comenzó a trabajar para la empresa de Mario Rovella. Su vínculo con la firma comenzó cuando aún era policía y hacía servicio de guardia adicional allí. Después, ya alejado de la fuerza, lo emplearon en el sector seguridad, especificó la fuente. Según otras personas consultadas, se había ganado la confianza de los responsables. Inclusive tenía un vehículo a cargo, la EcoSport blanca que conducía cuando se accidentó.
Más allá de sus hijos y de la fuerza, su otro gran amor fue la música. Hace algunos años, fue mariachi “a domicilio”. Más recientemente, era, en Kabala, el dueño del ritmo, que marcaba en el octopad. “Estaba con nosotros desde el inicio, hace poco más de cinco años. Él fue nuestro primer y único baterista”, contó Lulú. Según un conocido suyo, si bien la faceta musical lo llevaba a estar de modo permanente en pubs y eventos, “era un tipo muy sano, que no tomaba ni fumaba”.
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