Sumar cimas: una puntana llegó a los seis mil metros de altura

Eran las dos de la mañana y el reloj sonó dentro de la carpa. Con todo listo en sus mochilas, se levantaron para tomar algo caliente. Afuera, la temperatura llegaba a los doce grados bajo cero. Salieron a las tres, con doble par de botas para soportar el frío de la nieve. Más de nueve horas después, Jessica Gerry, junto a Gabriel Arias y Darío Montiveros, se sacaron una foto en la montaña más alta del cordón del Plata, en Vallecitos, Mendoza, a 6 mil metros de altura. Habían logrado su objetivo. Y pudieron ver el Aconcagua, el más alto de América.

“Salimos el jueves, llegamos a Mendoza y cargamos las mochilas con 23 kilos. De ahí, nos fuimos a acampar a ‘Piedra Grande’, un campamento a 3.500 metros de altura. Ahí hicimos noche. Al otro día nos levantamos, desarmamos la carpa y caminamos a otro camping a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar”, contó Gerry.

Para comenzar con la travesía tenían que levantarse muy temprano. Por eso, el sábado a las siete de la tarde estaban acostados. Confesó que les costó dormir por culpa de los nervios y la falta de costumbre de acostarse en ese horario.

“En la mochila llevábamos un termo con mate cocido, los crampones que se colocan en las botas para caminar sobre el hielo. También teníamos mitones y cubre mitones para las manos, los usamos cuando nos quedaban cinco horas para llegar”, comentó.

A las 12:15 estaban en la cima. Les costó llegar porque el viento alcanzaba los 75 kilómetros por hora. Hacía frío pero estaba despejado, lo que les permitió ver la inmensidad del paisaje. “El camino es muy largo, más que el del Aconcagua. Es menos altura, pero para llegar arriba es más largo el trayecto. Estuvimos un ratito porque la temperatura era muy baja. Alcancé a sacar tres fotos y se me apagó el celular. Volvimos al campamento del Salto como a las siete de la tarde. La travesía duró en total 16 horas", mencionó.

Pero para llegar a la cumbre de la montaña, Gerry tuvo que pasar por un proceso de aclimatación. Para eso, el día anterior, hicieron un trekking de tres horas hasta “La Hoyada”, un campamento base a 4.500 metros de altura sobre el nivel del mar.

No es la primera vez que la profesora de Matemáticas emprende una aventura en las montañas. Descubrió su pasión hace más de dos años cuando un amigo le contó que había hecho cima junto a su mujer en el Aconcagua. Desde ese momento nació su interés y sus ganas de hacerlo también. “Antes no hacía nada y fumaba. Pero después empecé a hacer trekking, bicicleta y ejercicios en el gimnasio. Un año y medio después, el 13 de enero del año pasado logré hacer  cumbre”, afirmó.

Para poder llegar en estado a cada uno de sus objetivos, se prepara con su equipo de montañismo “Inti Anti”. Por semana debía subir al Cerro de la Cruz tres veces. La primera sin peso, pero las demás tenía que cargar una mochila con más de 20 kilos para acostumbrarse a llevar peso en la espalda durante muchos kilómetros.

Desde que empezó, Gerry ya subió a lo más alto de una docena de montañas del país de más de 4.000 metros. El “Ojo del Salado”, en Catamarca es uno de sus próximos objetivos. En el límite con Chile, es el volcán más alto del mundo.

También contó que le gustaría hacer un curso de alta montaña para convertirse en guía. Le encantaría organizar expediciones pero no dejaría su trabajo como docente porque también lo considera una pasión. “Les cuento a  mis alumnos mi experiencia porque considero que es una forma de enseñarles que si uno se propone algo puede hacerlo”, señaló.

La docente aseguró que no es fácil prepararse para ascender tan alto y que necesita contar con un equipo adecuado. “Una sola vez no pude hacer cima por una fuerte tormenta en Vallecitos. Nos quedaba una hora y media pero tuvimos que volver. No conviene  seguir cuando el clima no acompaña porque es peligroso, se pierde visibilidad y podés perderte”, sostuvo.

Hacer cumbre en el Everest es su sueño inalcanzable. Es la montaña más alta del mundo, con una altura de 8,848 metros sobre el nivel del mar. Está localizada en la cordillera de Mahalangur Himal, en el continente asiático, y marca la frontera entre China y Nepal. “Más que el entrenamiento el problema es que es muy caro porque sale cerca de medio millón de pesos. Son dos meses para llegar hasta arriba si es que el clima te deja porque no siempre se puede”, contó Gerry.