Claudio Heleno Rodríguez Oliveira decidió hace seis años emprender una aventura junto a su fiel compañera desde hace 23 años y recorrer el continente. Solamente con un baúl, una carpa y un mensaje, el de cuidar el medioambiente, comenzó el viaje en octubre de 2010. Con “Giménez”, su bicicleta, ya lleva recorridos 43.372 kilómetros. Ahora estuvo en San Luis y seguirá pedaleando hasta Mendoza para cruzar a Chile. Juntos ya conocieron Argentina, Venezuela y Colombia. Su destino final será México. Después, volverán a su casa, en Río de Janeiro, descansarán un tiempo y volverán a salir juntos a la ruta para promover el uso de un medio de transporte económico y ecológico.
“Empecé para promover la preservación de recursos naturales para las próximas generaciones. Recorrí Argentina, Colombia y Venezuela dos veces. Esta vez entré por Misiones y seguí por Corrientes, Entre Ríos, Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. De acá, me voy a Mendoza, cruzo a Chile para llegar a Viña del Mar”, contó Claudio. Su travesía continuará por Panamá, Nicaragua, Honduras y El Salvador hasta llegar a México y por qué no a Estados Unidos.
Su segundo viaje lo comenzó el 27 de agosto. Salió desde Río de Janeiro, en donde vive con su familia y trabaja como mecánico automotriz. Antes vivía en San Pablo, pero confesó que decidió mudarse porque, a pesar de que ganaba más dinero, no le gustaba la ciudad. “Es fea porque se puede ver la polución a simple vista en el horizonte. Crees que es una nube y va a llover, pero es el humo retenido en un efecto estufa”, mencionó.
Por día, Claudio pedalea cerca de 100 kilómetros. Cuando se siente cansado frena, arma su carpa y descansa para después continuar pedaleando. El último tramo que hizo, desde Vicuña Mackenna, en Córdoba hasta San Luis, fue de 200 kilómetros.
Para promover su mensaje del uso de un transporte ecológico, dijo que no cuenta con el apoyo de grandes empresas ni del gobierno de su país. “Vivo de las colaboraciones de la gente que vamos conociendo, de comercios y las municipalidades que nos ayudan con el hospedaje. Después seguimos adelante, mi bici y yo”, dijo.
Tampoco transporta demasiadas cosas, solamente lo básico. Un baúl de plástico con su ropa, la carpa, algunas herramientas y la bandera de su país. También tiene un cuaderno con recortes de todas las noticias que le hicieron los diarios de los distintos lugares por los que pasó. Los guarda como un tesoro, su legado.
Su compañera de aventuras no tiene grandes modificaciones. El cuadro sigue siendo el original, pero ya tuvo que cambiarle otras partes porque el viaje ha sido largo. El primero duró cuatro años. Cuando le contó a su familia de la hazaña que iba a hacer lo trataron de “loco”. Pero dijo que siempre se comunica con ellos para avisarles que está bien.
“Dos veces me tomé vacaciones, una para el Mundial en 2014 y otra para los Juegos Olímpicos, el año pasado. Vuelvo a la casa, descanso un mes o dos y después salgo de nuevo. El año pasado me fui a Colombia y quise llegar a Centroamérica, pero no fue posible la travesía porque no tienen más transporte marítimo”, comentó.
Su destino final aún es incierto. Después de México le gustaría llegar a Estados Unidos. Pero cruzar el océano y conocer Portugal es otra de sus posibilidades. Por ahora, solamente sabe que cruzará la cordillera junto a su incondicional bicicleta.
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