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Amenazó a una mujer, hirió a un policía y terminó detenido

El hecho fue producto de un drama familiar que comenzó tras el homicidio de su padre. Ayer no quiso declarar.

Por redacción
| 22 de diciembre de 2017
Abril de 2016. La Policía en la escena del crimen que originó el conflicto entre los Ferreira y los Sosa. Foto: Archivo.

Apedreó una casa, insultó y amenazó a la dueña y se marchó al oír que llegaba un patrullero. Cuando el policía de ese móvil quiso deternerlo, el joven logró tumbarlo y lo arrastró, provocándole varios raspones en la cara y en los brazos. Luego escapó por los fondos de al menos tres viviendas hasta ser reducido en un domicilio de calle Ángel Peñaloza de Villa Mercedes. El joven de 19 años fue imputado por cinco delitos y aún continúa detenido en la Comisaría 12ª. Pero lo que pareció ser un procedimiento policial más tiene un trasfondo que incluye un homicidio, intentos de suicidio y un drama familiar que no termina de sanar.

 

A Mario Ismael Sosa lo detuvieron el miércoles cerca de las nueve de la mañana, ebrio y fuera de sí. El chico lleva el mismo nombre que su padre, asesinado el domingo 21 de febrero del año pasado, a escasos metros de donde lo apresaron.

 

A “Marito”, como apodaban a Mario Sosa padre, lo apuñaló Débora Ferreira, una chica de 18 años que fue procesada y encarcelada por el delito de homicidio simple. Su hermano, Hugo Ferreira, de 21, corrió la misma suerte, bajo la figura de partícipe necesario del crimen.

 

Según trascendió de una fuente del caso, el joven detenido anteayer y su hermano, de 16 años, aún no superan la muerte de su padre, que tenía 37, pero el adolescente es el más afectado y al parecer ha tenido varios intentos de suicidio.

 

El último justamente habría ocurrido el miércoles a la madrugada, luego de que los hermanos bebieran toda la noche en su casa de calle Los Lirios al 1.500, en el barrio Kilómetro 4 de Villa Mercedes.

 

La impotencia y el dolor por ese suceso habrían llevado a Mario hijo a ir hasta la casa de Gisela Ferreira, hermana de los procesados por el asesinato de “Marito”, en Gobernador Alric 760, del barrio Las Mirandas, algo que ya había hecho antes, porque en la Comisaría 12ª consta una denuncia de la mujer por amenazas y daños, asentada el 15 de diciembre del año pasado.

 

Como sucedió en otras ocasiones, la dueña de casa llamó al 911 para pedir ayuda y desde el Centro de Operaciones enviaron a un móvil del Comando Radioeléctrico, que estaba afectado a recorrer la jurisdicción de la Comisaría 8ª. El oficial Osvaldo Javier Figueredo no tardó en llegar, pero Ferreira le dijo que, al escuchar la sirena, Sosa había salido caminando por Alric al oeste, vestido con un pantalón corto rojo y con el torso desnudo.

 

Figueredo lo alcanzó a pocos metros, “pero Sosa se resistió al arresto, se trenzaron en un forcejeo y el efectivo terminó cayendo al piso y fue arrastrado unos metros”, confió el subjefe de la Comisaría 12ª, oficial principal César Chacón.

 

El policía también terminó con el uniforme dañado y, luego de que llegaran refuerzos para seguir con la persecución, lo trasladaron primero al policlínico Juan Domingo Perón y después, al  Hospital de la Villa, donde le diagnosticaron heridas leves. “Sufrió escoriaciones en antebrazos y en parte del rostro, pero igual motivó que radicara una denuncia por lesiones”, aclaró Chacón.

 

 

Tres días más

 

Según detalló la oficina de prensa de la Unidad Regional II, Sosa saltó una medianera para ganar el patio de un vecino de calle Juan W. Gez y, con varios efectivos detrás, pasó por los patios de al menos tres propiedades, hasta ser reducido, forcejeo mediante, en el hall de entrada de la casa de una mujer de apellido Cuello, en Peñaloza 726.

 

El juez Correccional y Contravencional de Villa Mercedes, Santiago Ortiz, ordenó que quedara detenido y lo citó a indagatoria ayer a la mañana, por los delitos de amenazas, en perjuicio de Ferreira, atentado a la autoridad agravada y lesiones leves agravadas en perjuicio de Figueredo, violación de domicilio, en el caso de Cuello, y resistencia a la autoridad en perjuicio de la administración pública.

 

“Junior”, como apodan a Sosa, se abstuvo de declarar y la defensora oficial subrogante, Carolina Visetti, solicitó tres días de prórroga de la detención, para tratar de aliviar su situación.

 

Visetti tuvo que asumir la defensa por la excusación del defensor oficial Penal Diego Hernán Herrera, que argumentó una “incompatibilidad de defensa”, ya que asiste a los hermanos Ferreira en la causa por el homicidio de “Marito”.

 

 

Libres

 

Débora y Hugo fueron procesados por la jueza Penal 3, Mirtha Ucelay, y enviados al penal con prisión preventiva el 1° de marzo de 2016. Pero el 14 de ese mismo mes la decisión fue apelada por Herrera y el expediente fue remitido a la Cámara Penal 1 cuatro días después, para resolver ese planteo.

 

El 20 de setiembre, el tribunal resolvió hacer lugar al recurso de apelación y revocó el procesamiento de los hermanos, ordenando su inmediata libertad.

 

En el documento, firmado por los camaristas Clotilde Montoya de Zucco, Humberto Agundez y Susana Bravo, Débora fue sobreseída del delito de homicidio simple, por considerar que actuó en exceso en la legítima defensa, y, respecto a su hermano, mutaron la calificación de partícipe necesario por la de legítima defensa de un tercero.

 

El día del crimen, los Ferreira, la víctima y una chica de 16 años estuvieron en una fiesta en calle Juan W. Gez, hasta que el dueño de casa los echó a la calle. Sin ganas de irse a dormir, los cuatro continuaron bebiendo alcohol en la vereda hasta que, cerca del mediodía, “Marito” decidió marcharse.

 

Según testigos, la adolescente le gritó “¡No te vayas, botón!”, y Sosa, encolerizado por los efectos del alcohol, se volvió y la tumbó de una trompada en la cara. Hugó salió en su defensa y Débora trató de separarlos, pero “Marito” sacó un cuchillo y la apuñaló en una pierna.

 

En la confusión, la joven logró arrebatarle el arma y le dio un puntazo en el costado izquierdo del tórax. La estocada fue tan potente que logró fracturarle una costilla y tocarle un costado del corazón. Sosa alcanzó a caminar seis metros antes de morir desangrado.

 

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