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Los incendios afectan las propiedades del suelo

Por redacción
| 19 de febrero de 2017
Cuando los campos arden, los productores sufren pérdidas materiales y los suelos disminuyen su fertilidad.

Árboles centenarios convertidos en carbón en unos pocos minutos, vacas sepultadas bajo montañas de cenizas, kilómetros de alambre incinerados y el deterioro total de galpones, corrales y bebederos. La lista de daños que los incendios forestales dejan tras su paso es larga y preocupante, incluso sin contemplar que en algunos casos extremos la nómina puede incluir la pérdida de vidas humanas. Pero además de todas esas consecuencias devastadoras, el avance del fuego también tiene un impacto negativo en el medio ambiente y, en especial, sobre los suelos.

 


Juan Cruz Colazo, investigador del Inta San Luis, elaboró un informe donde describe algunos de los efectos que sufren los suelos en sus propiedades cuando por fin se extinguen las últimas llamas. Porque cuando el humo se disipa y el caos cede una breve tregua a la calma, para los productores, tranqueras adentro de los campos, la lucha todavía sigue.

 


Colazo pertenece a la Estación Experimental que la entidad agropecuaria tiene en Villa Mercedes, pero además forma parte de un programa específico que desarrolla investigaciones sobre la problemática de los suelos a nivel nacional. Por ello, el reporte que publicó en el último mes resulta más que oportuno para avanzar en el conocimiento de los efectos de los incendios forestales, un fenómeno tan antiguo como vigente.

 


Es que desde fines del año pasado, algunas provincias de la región central del país están sufriendo por quemas sin control que se expanden por los montes y ya han afectado a más de un millón y medio de hectáreas en Buenos Aires, Río Negro y sobre todo en La Pampa, que hoy por hoy atraviesa el peor episodio de incendios de toda su historia.

 


San Luis también ha padecido los males del fuego. Hace unos seis meses, la extensión de varios focos que se encendieron en las sierras de Villa de la Quebrada y sus alrededores, mantuvo ocupada a toda la provincia en extinguir las llamas. Desde el inicio de la primavera, en el sur puntano, el fuego invadió el perímetro de más de treinta campos e hirió aproximadamente unas 50.000 hectáreas en el Departamento Dupuy, según la información que difundieron los centros ganaderos de Unión y Arizona, Anchorena y La Verde.

 


Ante este escenario, el investigador nacido en La Pampa y radicado en Villa Mercedes desde hace algunos años, recogió los resultados de diferentes estudios y los recopiló para afirmar que “además de todas las pérdidas que suceden en los incendios, también ocurren ciertos efectos en el suelo que a veces son imperceptibles a simple vista pero que suceden”.

 


Explicó que el efecto del fuego sobre el suelo es variable y depende de aspectos como su severidad, la calidad y grado de incorporación de cenizas y la frecuencia de las quemas.

 


En este tipo de incendios descontrolados, la temperatura de las llamas suele superar los 500 grados centígrados. Esa intensidad produce una serie de cambios en las mismísimas propiedades del terreno. Algunas de esas modificaciones son efectos que suceden inmediatamente después del incendio, mientras que hay otras variaciones que pueden traer complicaciones pero en el largo plazo.

 


Cambios directos

 


Entre los cambios más directos, Colazo señaló que se producen alteraciones físicas y químicas en la conformación biológica del suelo. Por ejemplo, disminuyen las arcillas por descomposición térmica y la textura se modifica.

 


“Esos cambios hacen que a la larga la superficie del suelo se pueda volver más arenosa, con todas las implicaciones que eso trae”, simplificó el investigador.

 


Los suelos arenosos tienen menor capacidad de retener agua y nutrientes, se calientan con mayor facilidad y acumulan menos materia orgánica que otros. De por sí, los terrenos de San Luis ya tienen esta predisposición geológica, por lo que las quemas desmedidas y frecuentes pueden dañarlos de una forma tal que perderían sus capacidades productivas.

 


Es que el fuego también produce cambios en la fertilidad del suelo. "Cuando hay temperaturas muy elevadas, tenemos componentes orgánicos que entran en combustión y los perdemos.  Hay otros elementos como el nitrógeno, el fósforo y el carbono que también se pierden y están menos disponibles para los cultivos", advirtió.

 


El carbono y el nitrógeno son dos de los componentes más importantes que existen en la tierra. El carbono es el que ayuda a mantener la estructura del suelo, a regular los demás nutrientes y favorece la actividad biológica, entre otras funciones. El nitrógeno es uno de los minerales principales porque forma parte de la molécula de clorofila de la planta, y cuando se produce algún déficit de nutrientes es el primero que empieza a ser faltar. Por lo tanto, si se pierde el poco nitrógeno y carbono que de por sí tienen los suelos puntanos, cada vez podrán producir menos.

 


Los incendios forestales se dan principalmente en las zonas de monte y bosques nativos, donde predomina el material leñoso y pastizales naturales. Muchos de esos campos son destinados a la cría y recría de ganado. Por ello,  cuando el fuego arrasa la vegetación lo que elimina es el forraje con el que los productores contaban para alimentar a sus vacunos.

 


Es cierto que por lo general, si caen lluvias abundantes cuando las llamas ya se apagaron, se produce un rebrote de los pastizales pero a largo plazo el daño se agravará y la recuperación será cada vez más lenta.

 


Sin embargo, Colazo aseguró que los impactos del fuego son mucho menores cuando las quemas son utilizadas como una técnica controlada que respete ciertos parámetros de temperatura y en las fechas oportunas. Estos fuegos moderados ayudan a eliminar todo el material seco (árboles, pastizales) que sirve como leña a los incendios naturales. 

 


Cambios indirectos

 


Los impactos que los incendios pueden ocasionar de manera indirecta en los ecosistemas son muchos. Uno de los principales consiste en que la remoción de la cobertura vegetal deja a la tierra desprovista de todo tipo de protección y, por lo tanto, aumenta el riesgo de erosión por el impacto del viento y del agua. De hecho, "los incendios han sido identificados como una de las principales causas de la desertificación en Argentina", resaltó Colazo en su escrito.

 


Por su parte, Soledad Sallenave, jefa del Programa de Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción, indicó que los daños en el equilibrio del sistema natural "pueden ser cosas que ni uno se imagina". 

 


Sostuvo, por ejemplo, que las cenizas y el carbón que quedan como saldos del episodio, se convierten en material que el viento y las lluvias pueden arrastrar y contaminar cursos de agua, obstruir caminos y cañerías.

 


Los bosques, principal patrimonio de los productores, quedan reducidos a pequeños arbustales cerrados que generan fachinales y dificulten el paso de la hacienda y de las personas.

 


Y "no sólo la flora se afecta sino también la fauna que está asociada a ella. Es difícil saber qué le pasa a esos animales porque en su mayoría terminan escapando. Y se generan desplazamientos, cambios de distribución de las especies o que ciertas especies se acerquen a los poblados, etcétera. Los impactos indirectos del siniestro son incontables", explicó la funcionaria.

 


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