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Cuando ellas ocupan puestos que eran sólo para los hombres

Por redacción
| 26 de febrero de 2017
Nada es imposible. Claudia, Tamara y Carla son lecturistas en Edesal y buscan progresar. Foto: Luciana Gismondi.

Para Claudia Orozco; Tamara Castro y Carla Ortiz, las puertas de un nuevo mundo no estuvieron cerradas nunca. Hace diez meses decidieron aprender a ser lecturistas, un oficio que antes era exclusivo de varones. ¿Qué es ser lecturistas? “Tomamos el estado de los medidores: el consumo de energía, durante todos los meses, vamos a las casas de barrio y del centro. Algunos no saben si somos hombres o mujeres, pero nos ofrecen agua en verano y algo calentito durante el invierno”, contó Carla.

 


 “Necesitaba cambiar de trabajo, buscaba algo estable. Le comenté a mi familia. Mi hermano y mi papá trabajan para esta empresa. Ambos me dijeron que le de para adelante, con su apoyo llegué hasta acá. Me dijeron que iba a andar bien, que no tuviera miedo. Un trabajo como este no hay en ningún lado”, dijo Carla y su compañera, Tamara, agregó que “a los 19 años no hay mucha gente que tenga la misma oportunidad. Tenía que aprovecharla, además estoy estudiando Seguridad e Higiene y buscaba algo que me permita mantenerme. En mi familia están muy contentos porque estoy progresando”.

 


Claudia está embarazada y tiene dos hijos más, y afirmó que le cuesta madrugar. “Cuando  llegás a tu casa sabés que el trabajo no termina porque hay que atender a los niños y la casa, es agotador, pero lo hago feliz. En la empresa a partir de la semana catorce me dijeron  que tenía que guardarme y hacer tareas pasivas en la oficina de lectura”.

 


La actividad les permite vincularse con la tecnología. “Al principio no sabíamos cómo se hacía porque jamás agarramos una pinza o un destornillador, pero con el tiempo aprendés todo, nos manejamos a través de una aplicación en la que vamos anotando los datos, hacemos las lecturas. Algunos datos se descargan cuando llegamos y otros se mandan online. Es muy fácil. A veces se nos complica con algunas tapas que están viejas y no se pueden abrir, pero cuando necesitamos fuerza llamamos a nuestros compañeros. Más adelante me gustaría estar en otro sector. Aparte me voy a recibir y tengo que ver cómo aplicar mis conocimientos en la empresa porque quiero seguir acá”, contó Tamara.

 


Carla aseguró que sus compañeros varones las recibieron muy bien. “Ellos nos hicieron sentir cómodas. Me gusta la calle, no me gusta estar encerrada, en un futuro me imagino arriba de una camioneta, atendiendo reclamos, haciendo guardias. Mi hermano y mi papá me cuentan de sus experiencias y han hecho que me guste esto”, especificó.

 


Las tres aclararon que utilizar un uniforme confeccionado para hombres no les quita su feminidad. “Trabajamos con alrededor de cien hombres, a ellos les llamó la atención vernos vestidas como ellos, por más que llevemos este uniforme varonil, no dejamos los detalles femeninos como el maquillaje o las uñas arregladas, en invierno nos ponemos nuestros pañuelos”, aclaró Claudia y agregó que todas cobran lo mismo que sus compañeros.

 


Alfonzo: “El respeto que genera una persona depende de sí misma”

 


“Mi experiencia laboral ha sido espectacular. En el año 1999 me recibí como oficial de policía, éramos alrededor de veintiocho alumnas. Cuando salimos a la calle fue como volver a impartir órdenes sobre hombres que eran mucho más grandes que nosotras, pero fuimos dándonos nuestro lugar”, contó la subcomisaria Mónica Alfonzo, jefa del Subprograma Capacitación Vial y Seguridad Ciudadana. 

 


Alfonzo reconoce que hubo muchos compañeros que les chocaba la idea de tener a una mujer como jefa. “El ciudadano se comporta según el momento en el que estás. Si estás en un operativo en una cancha o en un disturbio. El respeto que imparte una persona depende de uno mismo. Es decir que una debe demostrar la función que está cumpliendo. Y para que la otra persona lo entienda hay que hablar con seguridad, con seriedad y el otro se sabrá ubicar”, manifestó.

 


Todos los policías cobran lo mismo, dependiendo del rango y de la antigüedad. “No hay diferencias por el sexo, de hecho todos recibimos el mismo entrenamiento, tanto en el estudio como en la parte física”, contó y agregó que a medida que pasan los años son muchas más las mujeres que eligen ser policías.

 


Según la subcomisaria en los cursos de aspirantes de este año, hay un número elevado de mujeres inscriptas, y agregó que en marzo egresarán más chicas que varones. “El ambiente es muy ameno, el hombre se ha acostumbrado a tener compañeras. La carrera del policía por naturaleza se percibe como una tarea de hombres, ambos se complementan muy bien. En la calle trabajan hombres y mujeres y juntos hacen distintos procedimientos. Es necesario que sea así, somos un buen complemento”, contó.

 


A Mónica la pone triste cuando tiene que acudir a los llamados de auxilio de mujeres que fueron golpeadas. “Cuando ya estamos en la casa la mayoría da un paso al costado y pide que no nos llevemos a su pareja. Hay muchas que no toman conciencia, hasta que las cosas llegan a mayores consecuencias. Las mujeres tienen que hacerse respetar, siempre con respeto y seriedad”, dijo y expreso que “la tarea de la mujer policía es muy especial porque una es mamá, y hacer esto implica mucho esfuerzo y profesionalismo. Mi esposo es jefe de policía y nos apoyamos mutuamente, porque él entiende lo que es la profesión. No sólo él,  sino también mis padres, lo mío es vocación, desde los 5 años. Mi papá me lo transmitió, entonces desde chiquita mi meta fue convertirme en oficial como él”.  

 


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