SAN LUIS - Domingo 29 de Junio de 2025

SAN LUIS - Domingo 29 de Junio de 2025

EN VIVO

Poner más huevos para conquistar el mercado

Después de casi cuatro décadas de producción, el establecimiento de la familia Vacotto se anima a dar un salto de calidad y escala: acaban de incorporar tecnología en sus procesos, y aspiran a triplicar su cantidad de gallinas para abastecer la mitad de San Luis.

Por Juan Luna
| 18 de noviembre de 2018
Matías se puso al frente de la renovación del proyecto que comenzó su padre.

Si hay algo que sobra en la Avícola Don Reynaldo son huevos. En el establecimiento de Villa Mercedes, un batallón de más de 40.000 gallinas ponedoras llenan unos 1.100 maples por día con 33.000 unidades listas para salir a conquistar el mercado. Pero los hermanos Vacotto, dueños de la empresa, saben que para que la actividad sea lo suficientemente rentable, necesitan más. Por eso no se achican y aspiran a triplicar su volumen y colmar la mitad de la cuota provincial con un producto fresco y hecho en San Luis.

 

La imponente maquinaria que hoy se levanta a orillas de la Autopista de las Serranías Puntanas, a pocos kilómetros del río Quinto, tuvo un origen mucho más modesto. Fue Reynaldo Vacotto, un conocido panadero de la ciudad, quien a principios de los ochenta decidió empezar a comprar gallinas para generar la materia prima que necesitaba en la confección de sus masas y facturas. Al mismo tiempo, podía vender los excedentes al público.

 

Así, la avicultura se fue ganando un lugar en la vida de la familia de forma paralela a la actividad principal, la de ofrecer manjares de harina en el comercio que supo llevar el nombre de “La Princesa”. Cuando el panadero partió de este mundo, en el año 2000, sus hijos se vieron obligados a cerrar el local, pero mantuvieron la producción de huevos, con los números que en ese entonces generaban unas 8.000 aves.

 

El 2016 fue un año clave en los destinos de la empresa que se encaminaba hacia sus cuatro décadas. Dos de los cinco hermanos que heredaron el legado de Vacotto, decidieron darle un nuevo impulso al establecimiento que no dejaba de empollar buenos rendimientos. “El mercado lo venía demandando y notábamos que la rentabilidad venía bastante bien, con algunas altas y bajas, pero era un rubro para poder apostar”, contó Matías, quien hoy está al frente de la planta.

 

El villamercedino, formado como técnico industrial, ocupó cargos gerenciales en una fábrica metalúrgica hasta hace dos años, cuando supo que para hacer más intensiva la actividad de su empresa, tendría que dedicarse a tiempo completo. “Hasta ese momento lo habíamos ido manteniendo con mi hermano Andrés, pero cada uno con su actividad privada. Hasta que le pusimos más fichas a ésto y lo agrandamos. Ahora estamos en pleno crecimiento porque creemos que el huevo es un artículo de primera necesidad que no está explotado en San Luis. Por lo general viene de Córdoba, de Entre Ríos, de Mendoza, de San Juan, pero acá no hay producción”, analizó.

 

Fue entonces que dieron un primer salto de escala e incrementaron notablemente su plantel de animales y sus resultados. Pero para eso, tuvieron que invertir tiempo, sudor y dinero.

 

 

 

La fábrica de hacer huevos

 

"Es mucho sacrificio y una inversión de alto riesgo, porque son aves a las que el clima o cualquier peste las puede afectar. Pero estamos con todas las precauciones para que vaya bien", aseguró convencido.

 

La decisión de incorporar tecnología para mecanizar el proceso, rápidamente dio sus frutos. Construyeron un galpón gigante de 115 metros de longitud en el que las gallinas están instaladas en un sistema de baterías, que se forma con hileras de seis pisos de jaulas donde reposan miles de ellas.

 

A diferencia del sistema tradicional, con el que todavía mantienen una pequeña fracción de las unidades, todo ahí se hace de forma automática. Lo que antes hacían de manera manual y llevaba el doble de tiempo, ahora se hace con menos esfuerzo y de forma más eficiente, ya sea repartir los alimentos o recolectar los huevos.

 

Las luces se encienden a las seis de la mañana para que las "obreras" se despierten y empiecen una "jornada laboral" que se extiende hasta las 22.

 

Cada una hora, dos carros metálicos recorren todas las jaulas y llenan los comederos con una mezcla de maíz, soja desactivada, carbonato de calcio y núcleos vitamínicos, una dieta que preparan en la planta y que almacenan en silos.

 

Para mantener la higiene, una cinta recoge el guano que arrojan los animales, lo traslada hacia el exterior y lo deposita en una fosa. Allí es tratado para luego venderlo como abono a ciertas fincas de Mendoza.

 

Sin embargo, Vacotto contó que tienen diversos proyectos para darle un mejor aprovechamiento a esos desechos. "Estamos evaluando con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) hacer digestores para producir gas, y a partir de ahí energía eléctrica. Al mismo tiempo pensamos en hacer un compostaje para industrializarlo más y darle mejor calidad como fertilizante", explicó.

 

Sin embargo, una de las ventajas más importantes del sistema es que cuenta con un extractor que regula la temperatura para que siempre sea la ideal. Cuando hace demasiado calor, refrigera, y cuando hace frío, calienta.

 

El ambiente es un aspecto clave para la avicultura intensiva, no solo para garantizar el bienestar de las ponedoras, sino también en el aspecto económico: un exceso de calor puede matar la mitad del plantel en poco tiempo. Por eso también es importante contar con un grupo electrógeno como auxilio ante un eventual corte de energía que apague el extractor y desate un problema.

 

Los propietarios son muy conscientes de los riesgos que corren con su actividad, pero aseguran que toman todos los recaudos necesarios para disminuir los peligros al mínimo posible.

 

Ése es uno de los motivos por los que hacen un refuerzo extra para combatir el tifus, una de las principales enfermedades que afectan a las aves de corral. "Hay que trabajar mucho con la limpieza, la desinfección, asegurarse de que no haya ratones ni moscas, y seguir la prevención con las vacunas. Después existen enfermedades comunes de los animales como la influenza aviar, que por suerte no hay en Argentina, solo se contagia en aves migratorias. Pero el cuidado el frío, el calor, la alimentación, son cosas que hay que tener en cuenta todos los días, mirar al animal mucho para detectar cualquier cosa. Tenemos un veterinario de Córdoba que constantemente se da un vuelta y nos deja un plan de acción por si hiciera falta", describió.

 

La raza que utiliza la avícola "Don Reynaldo" es la Hy-Line, una de las que tiene mayor tradición genética. Los ejemplares son adquiridos en diferentes criaderos de Entre Ríos, la provincia que es considerada como el mayor polo de la avicultura en Argentina. Cuando llegan a suelo mercedino, solo les hacen una pequeña recría en la granja que poseen, desde que llegan como pollas hasta que rompen postura y puede producir, un proceso que dura 18 semanas.

 

Esos corrales tienen lugar para cuatro mil gallinas, una capacidad que les quedó chica y que por lo tanto piensan expandir. Pero no contemplan desarrollar el ciclo completo desde el huevo de la cría. "Entendemos que ése es otro rubro, en donde hay que trabajar en genética durante mucho tiempo y el que mucha abarca poco aprieta", aclaró el productor, que tiene todo muy claro.

 

Cada gallina produce en promedio 25 huevos por mes, y en los mejores casos llega a poner uno por día. Pero durante sus años de vida útil, el rendimiento varía. En su juventud, logran ovular con más frecuencia y, a medida que van creciendo, se reduce la cantidad pero incrementan el tamaño de cada unidad.

 

Así, con todos los recaudos necesarios y con la tecnología que incorporaron, lograron triplicar rápidamente sus niveles de producción y hacer mucho más eficientes sus procesos.

 

"Teníamos un poco de miedo al principio porque era mucho el incremento y no sabíamos si íbamos a poder colocar nuestros productos. Pero el mercado acompañó, y por eso estamos pensando en crecer un poco más", expresó.

 

Pero no se conforman y el proyecto final contempla construir dos bloques iguales al que ya tienen en funcionamiento, comprar más stock de animales y completar un plantel de 120.000 gallinas.

 

"Estamos empezando con uno de los galpones y esperamos tenerlo listo el año que viene. Esta campaña ha sido muy movida con el dólar, con todos los problemas económicos y nos ha afectado mucho con la materia prima (soja, maíz, girasol). Y además toda esta tecnología viene de afuera, de fabricantes de Brasil y de España principalmente, lo que disparó los costos", contó Matías.

 

Si alcanzan los números a los que aspiran, la intención de los dueños de "Don Reynaldo" es conquistar entre el 50% y el 60% del mercado provincial, entre las localidades de Villa Mercedes, San Luis, La Toma y, quizá, Merlo. Y el objetivo no es a largo plazo: confían lograrlo en un lapso de cinco años.

 

El optimismo que muestra Vacotto tiene un sustento: considera que su producto tiene ventajas claras para competir en el mercado contra los huevos que vienen desde otras provincias. "El negocio lo conocemos y haciendo las cosas de forma responsable vamos a andar bien. Porque el nuestro es un huevo fresco, que no viaja y por lo tanto no está batido. Al estar más cerca, el almacenero, el panadero, o el verdulero pueden comprar menor cantidad con más frecuencia, a diferencia de lo que sucede con los proveedores que vienen una vez por semana o cada quince días", dijo.

 

Al mismo tiempo, aseguró que una empresa local apueste a vender sus creaciones en la región abre todo un círculo virtuoso a su alrededor. "Se genera mucha mano de obra, porque tenemos la gente que trabaja con las máquinas, la que se encarga del reparto, los que los venden, los albañiles que están en la construcción de los galpones, los veterinarios, ayudamos a los que nos venden el cereal, somos un eslabón más de la cadena. Tenemos gente acá, la que trabaja en el reparto", resaltó.

 

 

 

Más tecnología

 

La última incorporación tecnológica  llegó al predio de "Don Reynaldo" hace más de un año, pero recién tuvo su esperado debut hace unos quince días.

 

Se trata de una máquina clasificadora de huevos, que sumaron para hacer todavía más ágil y eficiente el proceso de recolección, selección y empaquetado de las unidades.

 

"A mí me encanta la tecnología, soy amante de los desafíos que plantea mejorar los procesos. Siempre digo que si la mano tiene que estar encima, la máquina no sirve. Ése es mi concepto", confesó el hombre, que ya en sus anteriores experiencias laborales había hecho proyectos para sacarle el mayor jugo posible a la industria.

 

El aparato que colocaron tiene un funcionamiento mecánico y no electrónico, como otras clasificadoras que hay en el mercado y que incluso son más modernas. "Hay algunas que son más nuevas pero no me gusta cómo trabajan, porque rompen mucho los huevos. Para lo que nosotros necesitamos, ésta no ha sido superada en tecnología. Igual le hicimos algunas mejoras y arrancamos hace dos semanas, pero estamos muy conformes", sostuvo Vacotto.

 

Los primeros eslabones de esa cadena arrancan desde el lugar donde las gallinas ponen sus huevos. Allí, cuando la clasificadora es encendida, una cinta empieza a correr y a llevárselos. De esa manera se evita un procedimiento que antes era completamente artesanal: los empleados tenían que ir por las jaulas recogiendo los huevos uno por uno.

 

El siguiente tramo del circuito se encarga de separar y acomodar cada uno con la punta hacia abajo, que es la forma correcta de que calcen en los maples. Luego, unos brazos de la máquina los levantan uno por uno y los pesan. De esa forma se pueden dividir por tamaño y quedan clasificados para ofrecer las diferentes variantes en el mercado: pequeños, medianos, grandes, extra grandes y súper grandes.

 

El último paso es el empaquetado, algo que también se completa de forma automática y lo único que tienen que hacer los empleados es llevarse los maples, o las cajitas de docena y media docena que llegan a verdulerías, almacenes y supermercados de Villa Mercedes, La Toma y San Luis.

 

Andrés, además, es propietario de una verdulería en el centro de la ciudad de la Calle Angosta y su local funciona como un lugar de acopio para los repartos y para la venta a otros comerciantes.

 

Las ventajas de las maquinarias con respecto al proceso artesanal que mantuvieron durante más de treinta años son muchas. Pero todo el sistema tiene sentido en una escala de producción grande, que justifique las tremendas inversiones y los altos gastos en energía eléctrica que soportan.

 

Por eso apuestan todas sus fichas a mejorar sus volúmenes y ser cada vez más competitivos en un mercado que tiene mucho para explorar.

 

"Es un placer ver que podemos avanzar en esta crisis que no es buena para nadie, los sueldos no alcanzan. Tratar de crecer me deja algunas noches sin dormir de tanto pensar. Pero estamos muy satisfechos con el cambio y con el hecho de poder seguir con este proyecto", expresó Matías.

 

Pero hay otra motivación que los impulsa a continuar en el exigente mundo de la avicultura porque "la idea es seguir la tradición que arrancó mi papá y darle cada vez más forma", cerró.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Temas de nota:

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo