Víctima de violencia de género pide juicio oral para un golpeador
Estaban a punto de juzgar al acusado, un árbitro de fútbol, pero su defensor solicitó una suspensión.
A medida que se acercaba la fecha del juicio a su ex pareja y padre de sus dos hijos, Ariel Balza, Paola Guzmán intentaba juntar fortaleza para evocar y relatar ante un tribunal lo que vivió hace casi cinco años, cuando el acusado, un árbitro de fútbol, le quebró la mandíbula en un baldío de Villa Mercedes. Ese fue, en verdad, el corolario de un sinfín de maltratos, tanto físicos, como verbales y psicológicos que ella padeció durante buena parte de la relación. Paola esperaba que el debate, previsto para comienzos de este mes, trajera justicia. Pero no fue así: a poco de iniciar el juicio, supo que el defensor de Cámara de Villa Mercedes, Víctor Endeiza, había solicitado la probation y la acumulación de esa causa con otra que Balza tiene, por un hecho de tránsito.
Este pedido del defensor es a las claras un artilugio para que el debate pase para el próximo año, consideró Laura Capobianco, la abogada que, junto a Alberto Mariani, representa a Paola. De hecho, no hay fecha, no se sabe cuándo se realizará.
La probation es la suspensión del juicio a prueba, a cambio de un servicio y de una reparación material del daño causado.
"¿Qué tipo de tareas comunitarias puede hacer un violento? Eso es lo que yo me pregunto: ¿qué le pasa a la Justicia? Tendrían que haber rechazado el pedido de la probation", expresó Paola, indignada. "En marzo van a cumplirse cinco años y la Justicia no ha hecho nada", continuó. Balza nunca estuvo detenido por las lesiones que le causó y le trajeron otros problemas de salud por los que estuvo al borde de la muerte.
"Teníamos fecha para el comienzo del debate el 3 de diciembre. Lo pasaron para el 4. Iba a ser de mañana, y lo pasaron para la tarde, en la Cámara del Crimen 1 de Villa Mercedes. Unos días antes, salió el decreto de la suspensión de juicio a prueba solicitada por el defensor de Cámara. Nos notificaron dos días antes del comienzo del debate. Pasaron a resolver, y deben correrle vista al fiscal de Cámara", sintetizó Capobianco este martes.
La abogada aclaró que la probation no ha sido otorgada. "El defensor de Balza pidió la acumulación de estos dos procesos, el de la causa por lesiones graves calificadas en la que es damnificada Paola, y otro, por un accidente de tránsito. Pero la probation está prevista para delitos cuya pena máxima no supere los tres años, por lo que entendemos que no prosperaría", refirió la letrada.
Explicó que el delito por el que el árbitro llega a juicio, es decir, las lesiones graves calificadas por el vínculo, tiene una pena máxima de diez años. Y el fiscal de instrucción, en su acusación, pidió que le impongan una pena a cinco años de prisión.
"Esto que ha ocurrido le causa a Paola mucha tristeza, mucha bronca. Es, de alguna manera, una nueva revictimización, porque ella se preparó para esta instancia, para tener que revivir lo que ocurrió en 2014. Esto es muy movilizador, la deja más vulnerable”, expresó.
Endeiza "tuvo tiempo para hacer el pedido, y decidió hacerlo dos o tres días antes del inicio oral, lamentablemente", como parte de una estrategia dilatoria, razona. "Sabemos que son las herramientas legales que tiene, pero no son las mismas que puede tener la víctima. Nuestro Código Procedimental no está hecho para la víctima. Está hecho para el imputado. Está bien que sea garantista, pero que apliquen la perspectiva de género, que tomen en cuenta a la víctima", pidió.
"Maltrataba a toda la familia"
Paola es docente y reparte sus horas laborales entre San Luis y Villa Mercedes, donde vive con sus dos hijos, de 11 y 16 años. "Tengo una profesión, siempre fui independiente y el sostén de la casa. Siempre tuve mucho trabajo", refirió la profesora, de 42 años.
Dijo que estuvo en pareja con el árbitro casi 17 años. "Durante muchos años yo intenté separarme, pero no lo hacía por mis hijos, porque sentía culpa. Me manipulaba, me decía a dónde iba a ir él, y yo sentía lástima. Caía en un círculo vicioso", explicó.
Mientras ella trabajaba, él se quedaba en la casa con los chicos. Pero ellos también han sido blanco de los maltratos de Balza, fundamentalmente el más pequeño, refirió.
Paola lo denunció en la Justicia también por esto, y logró que le impusieran una restricción de acercamiento. "A mí me trataba mal todo el tiempo, pero también veía que a mis hijos les gritaba", recordó.
Se salvó porque entró el hijo
En enero de 2014, tras sufrir una golpiza, consiguió que la Justicia lo excluyera del hogar. Ella se preparaba para rendir un examen y él se enojó porque no había comprado para hacer de comer. La insultó, le pegó e intentó ahorcarla cuando los chicos estaban afuera de la casa. "Cerró las dos puertas de entrada. Creo que su intención era matarme", refirió. Ella presume que si no lo logró fue porque uno de los hijos consiguió entrar por el vidrio roto de una ventana. Aquel día, ella logró salir del domicilio y denunciarlo. No volvió: recién lo hizo cuando él fue excluido.
Ella permitió que viera a los chicos en su domicilio, dos o tres veces por semana. "Siempre iba con la intención de convencerme de que volviéramos. Antes, ya había habido otros intentos de separación. La relación no daba para más. Yo no quería volver, no solo por mí, sino por mis hijos", que vivían a diario el clima de violencia, explicó.
Dos meses después, el 24 de marzo de 2014, él la sorprendió en la calle. Ella había salido con un amigo, y él se acercó al auto en el que estaban y comenzó a gritarle, a exigirle insistentemente que se bajara. Ella accedió. "Siempre le tuve terror", admitió. Intentó hablar con él, calmarlo. Pero la llevó hacia un sitio descampado, próximo a la casa de ella, y comenzó a insultarla.
En el camino "me decía 'seguro estás con ese tipo'. Le dije que no era así, que era un amigo, y que si así fuera, estaba en mi derecho, porque ya no estábamos juntos, no era más su mujer. Me pegó una cachetada", contó.
Su amigo los siguió. En el sitio baldío "me dijo que esto no iba a quedar así. En ese ínterin, alguien lo llamó, y él dijo 'vengan, ya está todo listo, traigan lo que tengan que traer'. Y cortó. Mi sospecha es que me quería matar. La declaración está, pero la Policía nunca hizo nada. Podrían haber averiguado sobre este llamado. De hecho, mientras iba al descampado, mi amigo llamó a la Policía tres veces, pero nunca apareció", aseveró.
"Pensé 'ya está, me va a matar'. Y mis hijos tan cerca. Llegó mi amigo. Mientras discutíamos, él volvió a llamar a la Policía. Balza le decía 'vos flaco no tenés nada que hacer acá, este es un tema entre ella y yo'. Mi amigo trataba de calmarlo, le decía 'ya fue, dejala tranquila'. Cuando menos lo imaginaba, antes de irse, me pegó una trompada en el medio de la mandíbula, y empecé a sangrar", narró.
En el momento, no sintió dolor, pero sí mucha impotencia. "En la Comisaría del Menor no me dieron bolilla. Llamaron a un patrullero, que nunca llegó. Terminé yéndome con mi amigo, en un taxi, hasta la Comisaría 9ª, donde me tomaron la denuncia y a mi amigo, una declaración como testigo presencial. Yo quería que lo detuvieran en ese momento. No logré nada de eso", refirió.
La Policía le dijo que debía ir al médico. "Fui al hospital. Un médico me miró así nomás y me dijo 'no tenés nada'. Le dije 'pero cómo que no tengo nada, me duele, estoy sangrando ¿me vas a revisar?'. No sé quién era el médico, la cosa es que se fue. Vino una médica, ella sí me examinó y me mandó a hacer una radiografía. Ahí detectaron que tenía la mandíbula fracturada", narró.
La médica le explicó que necesitaba ser operada, que le hacía falta una prótesis y que allí no había ningún médico especializado en ese tipo de intervención. Luego la vio una odontóloga, que le indicó que debía hacerse una fijación provisoria, algo que allí tampoco hacían. Debió viajar a San Luis, donde la atendió un cirujano maxilo-facial de apellido Martínez.
Un mes en terapia
Los medicamentos que le dieron –antibióticos y analgésicos– combinados entre sí y suministrados por largo tiempo, sumados a la mala alimentación, le causaron una perforación en el intestino grueso, que ocasionó una infección generalizada.
Los problemas de alimentación fueron, en parte, porque al tener la mandíbula fracturada, debía comer todo procesado, casi líquido. Pero, además, incidió el estado anímico: "No quería comer. Estaba depresiva. No podía creer todo lo que estaba pasando", recordó Paola.
Estuvo en terapia intensiva casi un mes. "Me dieron 24 horas de vida. No orinaba, no respiraba bien. Estuve intubada. Fallaban los riñones. En una semana y media me hicieron cuatro intervenciones, por la infección. Pero me desperté, reaccioné. Me saqué los cables que tenía. El médico no lo podía creer. En terapia tenía como pesadillas. Pero yo veía a mis hijos, uno a cada lado de la cama. Estaba convencida de que ellos me iban a ver. Después me dijeron que ellos nunca estuvieron en terapia. No podían pasar. Por ellos salí. Los tenía presente todo el tiempo", aseguró.
La recuperación física llevó tiempo, pues estaba muy débil. Ya antes de separarse había iniciado terapia con una psicóloga, y aún está en tratamiento.
Tras el último ataque, Balza supuestamente se fue de Villa Mercedes. O al menos ese fue el comentario que le llegó a Paola. "Algunos dicen que se fue a La Pampa, otros dicen que estaba en un pueblo de Córdoba. Hoy por hoy está en Villa Mercedes y dirige partidos de fútbol gracias a gente que lo avala", aseveró. Afirma que también tiene protección de la Policía y de gente vinculada a la Justicia.


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