La tradición dice que es tiempo de balance. Los caprichos del calendario y cierta tendencia actual a multiplicar los feriados prolongan el tiempo para la reflexión. Claro que el mundo seguirá andando; luego del brindis, los festejos y una exacerbación de la gula, la primera semana de enero del año entrante todo seguirá igual.
Las razones económicas y contables le competen a empresas u organizaciones, y poco tienen que ver con la rutina de los hombres y las mujeres. Sin embargo, lo cierto es que estas fechas implican una pausa importante y un intento de analizar lo realizado en el último tiempo.
Si el análisis pretende juzgar el temple, el carácter, la paciencia, la capacidad de afrontar situaciones de conflicto o las cuestiones relativas al manejo público de los problemas de todos, no será nada fácil. La permanente situación de confrontación, la existencia continua de una tensión superior a la aconsejable y la imposibilidad de establecer algún tipo de parámetro parecen ser una constante. Siempre pareciera asomar un potencial que no alcanza a explotar. No obstante, aunque desde el poder nacional se exprese lo contrario, cada vez gana más fuerza la vocación de dialogar y de armar consensos para progresar en democracia. No son pocos los argentinos que buscan avanzar en la diversidad y en la tolerancia. Resultaría muy valioso admitir la realidad para buscar superar en conjunto lamentables situaciones de exclusión y de abandono. Para mejorar la calidad de vida de todos.
Incluso la prudencia debería ganarle a muchos inescrupulosos. Sería interesante que se midan con más criterio y sentido común muchas expresiones que contribuyen muy poco a la paz y a la concordia. Con la más absoluta libertad, cada cual tiene el derecho de hacer escuchar su voz y a difundir su pensamiento. Sin embargo, quienes aceptan asumir responsabilidades públicas deberían pensar con mucho cuidado sus declaraciones, por la influencia que las mismas tienen y por el peso de los espacios que ocupan.
Aunque el contexto no ayude, desde lo personal todo pasa por lo que cada ser humano habitante de esta tierra logre alcanzar por mérito propio, con esfuerzo, mucho tesón y con amor propio. Alguien dirá: “Como fue siempre”. Algún optimismo y cierta necesidad de subsistencia llevan a creer que las cosas pueden y deben mejorar. Cierto es que esto solo será posible con el aporte de cada uno, y con mucha conciencia social, generosa y solidaria.
En todos se genera un momento de cierta esperanza, de optimismo, de creer que algunos cambios son posibles. San Luis vive un momento particular, de cierta armonía y de muchas posibilidades en muchos aspectos. Muchas realizaciones permiten vislumbrar solidez y voluntad de salir adelante. Muchos emprendimientos apuntan a generar espacios de evolución para los ciudadanos, sobre todo para los más jóvenes. El cumplimiento de las promesas de los gobernantes es un factor importante que otorga coherencia y viabilidad a la gestión.
Ojalá aparezca un amplio saldo a favor en el balance de cada uno de nuestros lectores. Ojalá el 2019 sea un muy buen año para todos los hombres y mujeres comparten, todas las jornadas, su rutina con este medio. Desde El Diario de la República se renueva el compromiso de contribuir a un San Luis mejor para todos. En el mundo, con democracia, justicia y libertad. ¡Salud!


Más Noticias