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"Vinimos con nuestros animales como si fuera el Arca de Noé"

Dijeron Cristian Oliveira y Maite, y contaron que mudaron su campo de Buenos Aires a Leandro N. Alem. Practican la autosuficiencia a través de la biodinámica. Hacen hasta su propia pasta de dientes.

Por Romina Oddone
| 21 de octubre de 2019
Agricultura y espiritualidad. La pareja trabaja la tierra con los principios de la antroposofía y la biodinámica. Fotos: Marianela Sánchez.

Todas las mañanas, Cristian Oliveira (50) y su compañera Maite (48) apacientan el gremio de animales que los ayudan a ser autosuficientes. Ellos con sus dos hijos adolescentes, Almendra y Lino, viven en su campo de 14 hectáreas, ubicado en Los Corrales, un paraje de Leandro N. Alem. Fabrican todos los elementos que necesitan para vivir, desde la pasta de dientes hasta la pomada para lustrar los zapatos. También producen sus propias medicinas con plantas aromáticas o las medicinales que encuentran en el monte. Además de criar algunos animales de granja como patos, gallinas y vacas, son apicultores. Desarrollan su propia miel y todos sus derivados que después llevan a la Feria de Pequeños y Medianos Productores para vender, junto con frascos de dulce de leche y una nueva incursión, la producción de harinas de trigo y centeno. Todo casero, sin agrotóxicos y natural. 

 

Originalmente, los Oliveira son de Quilmes, al sur de Buenos Aires. "Venimos de una zona rural donde aprendimos a hacer huerta y trabajar la tierra. De allí llegamos a un campo con nuestras vacas y plantas, trajimos todo, como el Arca de Noé", bromeó y continuó: "Era un camión con gallinas y pollitos, árboles, un caballo y tres vacas lecheras, todo lo que teníamos en ese lugar lo llevamos. Ahí iniciamos nuestra historia en San Luis".

 

 

 

Para ellos, llegar a tierras puntanas —hace 20 años— fue circunstancial. "En ese momento histórico no teníamos pensado venir aquí, pero no estábamos bien y, por problemas climáticos, surgió la posibilidad de instalarnos acá. Tuvimos así un nuevo período con nuevos problemas y desafíos", relató.

 

Entre las dificultades que debieron sortear estuvo la adaptación al cambio de clima del sur bonaerense al centro del país. "Al ser zonas muy diferentes se nos murieron casi todas las abejas que trajimos y algunos animales, pero poco a poco nos fuimos adaptando y pudimos regenerarnos", detalló.

 

En ese campo construyeron su casa basados en la permacultura, conocieron la antroposofía y, dentro de ella, la agricultura biodinámica, que según explicó Oliveira rescata "las antiguas tradiciones de los agricultores de la Edad Media o anteriores, provenientes de una cultura eurocéntrica. En América del Sur, al estar huérfanos de nuestros saberes ancestrales, que son iguales a esos o mejores incluso, tenemos que abocarnos a estos, pero adaptarlos revirtiéndolos según el hemisferio".

 

Pero en el paraje donde viven hay más familias que trabajan y viven de la tierra a partir de la biodinámica. "Se trabaja con las fuerzas más que con las sustancias y se utiliza el calendario astronómico, en base al cual hacemos nuestras actividades agrícolas. Por ejemplo, se hacen preparados acordes en fechas claves y se aplican a la tierra o a las cosas que hacemos. Esperamos el momento adecuado de cosecha, según la luna, la posición del sol y las estrellas", comentó.

 

"Practicamos la autosuficiencia y producimos todo desde la pasta de dientes hasta la pomada para zapatos, ahora estamos con los champús y los jabones, producimos la materia prima. En el sistema de la biodinámica la finca es todo una unidad con el ser humano adentro, que es parte integral de eso", advirtió.

 

 

 

Contó que asisten a las ferias de productores desde la primera y siempre llevan los productos que no son riesgosos, como el dulce de leche y la miel. "Hemos logrado muchas cosas con las ventas de la feria. A nosotros nos impulsó económicamente.

 

Si bien ahora vivimos una crisis muy pronunciada y las ventas desde la última devaluación del peso bajaron un 50 por ciento, lo vamos llevando bien y estamos plantando, en una primera experiencia, trigo y cebada para hacer nuestra harina", dijo con entusiasmo.

 

"Esta feria es muy importante porque hace una conexión cultural. Hace la unión entre las personas que vienen de afuera, incluso es muy enriquecedor para las personas de la capital porque van absorbiendo otras culturas", destacó. 

 

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