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Acusado de secuestrar y torturar a su pareja: "Es una fábula de ella"

Rodolfo Daniel Gómez declaró ayer ante el tribunal. Negó haber causado las lesiones que tenía la víctima.

Por redacción
| 12 de diciembre de 2019
Gómez en tribunales. Está detenido desde el mismo día que Érika escapó de su departamento, en junio de 2017. Foto: Archivo.

Todo lo que cuenta su exnovia Érika, que escapó de su departamento con una pierna quebrada, otras marcas de golpes, quemaduras de cigarrillo en la espalda y de agua caliente en distintas partes, “es una fábula muy grande”, aseguró ayer Rodolfo Daniel Gómez, el hombre acusado de tener secuestradas a la chica y a su hija de 8 años en una vivienda de la zona céntrica de San Luis.

 

Gómez declaró ayer ante la Cámara del Crimen 1, cuando el tribunal terminó de reproducir toda la prueba reunida contra él, en el juicio que le siguen por “Privación ilegítima de la libertad, abuso sexual con acceso carnal, lesiones y amenazas agravadas por el vínculo”.

 

Érika declaró durante la primera y la segunda audiencia, pero el tribunal hizo que la Policía retirara al acusado para que su presencia no perturbara a la víctima mientras daba su testimonio. Luego, el abogado de Gómez, Rodolfo Mercau, pidió que le permitieran al acusado ver y escuchar la grabación del testimonio. Anteayer trasladaron al imputado desde la Penitenciaría para que lo hiciera.

 

Gómez ya había declarado en la primera audiencia del juicio y se había proclamado inocente. Había asegurado que todo lo que la chica decía era una mentira originada en sus celos porque él era mujeriego.

 

Ayer, alimentó su versión con los detalles que la chica había dado después y que fueron reproducidos anteayer para él. Gómez se puso en el papel de hombre bueno, víctima de una mujer despechada: “Se habla de mí como si fuera un monstruo, pero soy una persona común y corriente, como cualquier otra”, dijo.

 

“Es muy fácil acusar a alguien sin pruebas, nunca la odié como para hacer eso”, señaló luego de mencionar el relato que la joven había hecho sobre cómo la torturaba, usando materia fecal en algunos casos. “Es algo aberrante, inexplicable lo que ella dijo”, agregó.

 

 

"Ella se golpeaba"

 

Érika escapó del departamento de Gómez, ubicado en la planta alta de Constitución 1210, el 13 de junio de 2017, con su hija. Según la joven, aprovechó que él se había quedado dormido y logró desatarse, porque la tenía atada a él, le sacó las llaves de la casa y salió a la calle a buscar un taxi, para volver a la casa de su madre.

 

Declaró que durante casi nueve meses había estado privada de la libertad dentro del departamento, que Gómez muchas veces solía mantenerla atada con una soga, que solo cuando ella tenía que cobrar la cuota alimentaria de su hija, que le depositaba el padre, él la sacaba del departamento por las noches, escondida en el baúl del auto, para llevarla hasta un cajero.

 

Gómez, de 42 años, sostuvo ayer que eso es mentira. “Teníamos tres juegos de llaves, uno tenía mi mamá, otro tenía yo y el otro lo tenía Érika (…) Ella pudo salir de mi casa, tomar un remís, de mi casa a la Comisaría 1ª hay tres cuadras, podría haber ido”, dijo. En otro momento aseguró que él le había comprado un celular a Érika y otro a su hija, de modo que “jamás estuvieron incomunicadas en la casa”.

 

Cuando el presidente del tribunal, José Luis Flores, le recordó que al escapar del departamento Érika iba con una pierna quebrada y otras lesiones, el acusado lo interrumpió y contestó que “ella se golpeaba, ella se drogaba, fumaba más que yo”. Más adelante, cuando le preguntaron otra vez sobre esa lesión grave, Gómez ensayó una explicación: “Una vez que vinieron mis hijos de San Juan, ella se fue como dos semanas a la casa de la madre, y bajando las escaleras de mi casa se golpeó, parece que se quebró, yo ni sabía”, dijo.

 

El juez Flores le señaló que, según los informes médicos, Érika tenía quemaduras de cigarrillos en la espalda, y Gómez le contestó “doctor, ella drogada hacía cualquier cosa”. “Si yo la quemé o le hice esas cosas que ella dice, me hubiera denunciado mucho tiempo atrás. Yo jamás la quemé, ¿cómo la pude quemar? tengo que ser un psicópata para hacer eso". Y él, sostuvo, no es así: “Soy una persona bondadosa, generosa, respetuosa, una persona que tiene ética”.

 

Incluso lloró cuando dijo que eso lo pueden certificar sus compañeros de pabellón y los celadores, en la Penitenciaría, porque comparte lo que le lleva su familia con aquellos que no reciben visitas: “Soy capaz de sacarme la comida de la boca para dárselas”, dijo.

 

Ayer, mientras Gómez declaraba, atrás, sentada en los asientos destinados al público, silenciosa, Érika se secaba las lágrimas con un pañuelo y meneaba la cabeza en forma negativa ante cada cosa que el acusado afirmaba.

 

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