La nadadora polifacética que compite en pileta y en aguas abiertas
Tiene 31 años. Es diseñadora, da clases en cuatro escuelas y puso un vivero con su hermano. Es integrante del equipo master de El Área.
En la muñeca izquierda, a unos siete centímetros del dedo pulgar que viste un anillo plateado, Agustina Scarpati Pellegrini usa un reloj digital sumergible blanco. Es probable que el aparato marque más de 24 horas al día y ese sea el truco de la polifacética nadadora de 31 años. No para un segundo. Acaba de ganar la Copa San Luis con sus compañeros de equipo Master de El Área Club. Pero ese es solo uno de los lados de su vida. Y probablemente el traje que más disfruta. Agustina es diseñadora gráfica, da clases en cuatro escuelas, tiene un vivero con su hermano Santiago, hace un curso de guardavidas, entrena en la pileta, en el gimnasio y se recupera con kinesiología, fisiología y ejercicios posturales (RPG) de una lesión en la rodilla derecha. Tiene tendinitis rotuliana. Pese a que arrastra el dolor desde hace cinco años, lo registró con nitidez después de competir en su primer triatlón en diciembre. Esta dolencia, la aleja de la bicicleta y el trote. Por ahora. Quiere recuperar la rodilla para volver al ruedo por todo. La mujer que comparte equipo de natación con su mamá Graciela Pellegrini, es una todoterreno.
“Mi mamá siempre practicó natación y creo que de ella viene mi parte acuática. El primer contacto con la pileta fue a los 3 años. Iba a una escuela en la que nos daban natación desde pequeños. Y después aprendí con mi madre. Ella me enseñó crol y pecho durante la niñez. En el 2010 empecé con un profesor para mejorar”, recordó Agustina. Hace nueve años llegó con su bolso al club que hoy es “una extensión de mi casa con pileta” y desde el 2012 integra el grupo de competición.
Aunque practica durante casi tres estaciones bajo techo en una piscina climatizada, le tomó el gustito a las aguas abiertas y ahora prefiere ese tipo de competencias. “Me gusta más. Este verano nadé unas cinco o seis carreras de aguas abiertas y me costó volver a la pileta después. La conexión con el agua es otra. Estoy ahorrando para comprarme un traje (de neopren) y poder nadar cuando haga frío también”, contó.
Durante el último verano, participó en un circuito cuyano que incluyó tres fechas en San Luis, San Juan y Mendoza. Ganó en su categoría, de 30 a 35 años. Obtuvo el segundo lugar en su clase en el último Cruce de La Florida y el primero en una competencia realizada en Boca del Río (Córdoba). Pero sostiene que le va solo “un poco mejor que antes”. Parece un chiste. No lo es.
Le llaman autoexigencia y es parte del motor que mueve a la polifacética deportista.
El estilo favorito de Agustina es pecho, pero la lesión en la rodilla hizo que, por ahora, entrene y compita en mariposa. Cree que heredó la "parte acuática" de Graciela Pellegrini, su mamá.
Antes de ser un animal de agua, Agustina jugó al hockey, al vóley y compitió en bicicleta. En su casa, la escuela y el deporte no se negociaban. “Cuando hago deporte me acuerdo mucho de mi abuelo ‘Pocho’ Pellegrini. Era el padre de mi mamá. Corrió en auto, en moto, hizo esquí en nieve, en agua, era superdeportista. Tenía una bicicletería. En cierta forma, al triatlón lo corrí pensando en él”, confesó. Al hacerlo, se entiende cómo un corazón puede tener más fuerzas que una rodilla con tendinitis rotuliana.
Ese mismo corazón la llevó a elegir la malla más pesada para recordar a un amigo. La del carril ausente en la pileta. Antonio Carrazco, nadador del equipo máster de El Área, murió unos 15 días antes de la Copa San Luis (Ver: "El Área..."). Él solía correr la prueba de los 100 metros mariposa, la que todos evitaban, solo por ayudar a sumar puntos en la tabla general. “Es una prueba para sufrir y él siempre la nadaba. Tenía operadas las piernas, nunca le importaba cómo salía y se rompía el lomo. Sacaba fuerza de los brazos, del alma, no sé de dónde”, revivió Agustina.
Tal vez por eso, aún sabiendo que había otra participante con un gran registro de tiempo que no podría superar, la nadadora eligió sumar la prueba a su lista. “Por la mañana me había ido mal. Estaba muy cansada. Pero un compañero (Fabricio) y el entrenador (Nicolás Raed) me recordaron que iba a hacerlo por esto (se señala el corazón), que no era para ganar. Por eso salí tranquila, a disfrutar los 100 metros mariposa”, dijo. Luego relató la carrera como quien brasea y vuelve a patear en el agua: “Te juro que me tiré y no sé qué pasó. Llegué a los 50 metros (la mitad) y mi cuerpo estaba como si recién hubiera largado, me di cuenta que iba nadando prolijo, bien con la respiración. Para mí que ese día él estaba ahí. Todos gritaron durante la carrera. Llegué, lloramos y fue hermoso. Sin dudas lo más fuerte que sentí en una carrera. Quedé segunda, bajé 10 segundos el tiempo que me había tomado el profesor cuando probé en el entrenamiento. Salí del agua como si hubiera nadado esa prueba toda la vida”.
Agustina Scarpati Pellegrini es polifacética, autoexigente, apasionada en todo lo que emprende, todoterreno. Y por momentos, indescifrable. Pareciera preferir ir siempre en el pelotón de los tapados y nunca en el de los favoritos. “A veces siento que el agua es mi medio natural y no la tierra. Para mí lo principal es disfrutar, sentirme bien, superarme día a día, ver que voy mejorando. Ganarles a otros está en un segundo plano”, explicó.
Mucho cuidado. Subestimarla sería un error. En el deporte, en el trabajo y hasta en los sueños esta mujer se guarda un as bajo la manga. Hay cara de Póker en la mesa. Y le sobran metas.
“En la pileta voy a empezar a trabajar los 100 metros mariposa para competirla bien y mi objetivo es aguas abiertas, cien por ciento. Me gustaría nadar en el mar, también en aguas frías. Espero curarme bien la rodilla para entrenar y competir en triatlón”. Todo eso y mucho más quiere Agustina. Disciplina, esfuerzo y corazón: ¿quién la detiene?


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