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El filo de la verdad

Por redacción
| 04 de mayo de 2019

Los altos índices de violencia e impunidad hacen de México uno de los países con mayores riesgos para ejercer el periodismo, oficio cada vez más “sórdido y peligroso”; lo que lleva en algunos casos a guardar silencio, según varios testimonios recabados por las agencias internacionales de noticias.

 

Los esfuerzos gubernamentales para proteger a los periodistas que han sido amenazados o han tenido que cambiar de lugar de residencia “han sido insuficientes”, denunció Balbina Flores, representante en México de la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF).El hecho de que cuatro periodistas que estaban bajo el gubernamental Mecanismo de Protección de Periodistas “hayan sido asesinados es un indicio de eso”, apuntó Flores.

 

La organización de defensa de la libertad de prensa Artículo 19 denunció en su informe 2018 que el 99% de los casos de los más de 100 periodistas asesinados en México desde 2000 continúan impunes.

 

La ONG califica a México como uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, y el más riesgoso en América Latina.

 

En lo que va del gobierno del presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador, que asumió el 1º de diciembre pasado, han sido asesinados cuatro periodistas, tres de ellos en 2019, de acuerdo con el recuento de RSF.

 

Algunos periodistas que trabajan todos los días en zonas de alto riesgo, opinaron acerca de esta situación, con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa y la segunda edición del Premio Breach-Valdez de Periodismo y Derechos Humanos, entregados en Ciudad de México por la ONU y la agencia AFP.

 

Marcela Turati, reportera de 45 años de la revista Proceso e integrante del equipo de seis periodistas galardonados con el Premio Breach-Valdez por su trabajo “A dónde van los desaparecidos: El país de las 2.000 fosas”, reflexionó:

 

“Se está haciendo más sórdido y peligroso hacer este trabajo. Es mucho trabajo mal reconocido, mal pagado y es un trabajo muy valiente”.

 

Turati asegura que “los dueños de los medios no han tomado nota de que estamos en una crisis, de que hay una situación de emergencia, de que los periodistas están siendo blanco, están siendo cazados, de que los periodistas que hacen bien su trabajo están en riesgo; no capacitan a su personal, no hacen cambios, no mejoran los salarios, no compran seguros... Son muy pocos los medios que han hecho algo sustantivo para proteger a su gente”.

 

Para Hérika Martínez Prado, fotógrafa, reportera y camarógrafa de 36 años, asentada en Ciudad Juárez, Chihuahua, existe una naturalización de la violencia:

 

“Un riesgo que yo veo es que cuando vivimos en una ciudad violenta como ésta no nos damos cuenta del riesgo de alguna forma, no deberíamos de hacerlo pero lo naturalizamos. Entonces tenemos que estar pendientes de las medidas de seguridad”.

 

“Es un ambiente muy tenso. Es cobertura constante del dolor. Por ejemplo, las víctimas de feminicidio que fueron encontradas en el Valle de Juárez, son casos que yo llevé desde que desaparecieron (las chicas) y de pronto ir sabiendo que fueron encontrados sus restos, que ni siquiera fueron encontrados los restos completos, que en algunos casos solo encontraron 10 centímetros del cráneo (…) sí ha habido algunos casos en los que te quiebras”.

 

Andrés Villareal, periodista de 47 años de la revista Ríodoce, Culiacán, Sinaloa, agregó: “Ser periodista en todo México o en una buena parte de México representa un peligro muy alto, quizás hay zonas de México como en Culiacán en el que el riesgo es mucho mayor y la muestra clara por supuesto es el asesinato de nuestro compañero Javier Valdez (en 2017), que a pesar de su resonancia nacional e internacional igualmente lo asesinaron”.

 

“Lo que hemos optado por hacer es replegarnos, ser mucho más cautos en la cobertura para tratar de disminuir, aminorar esos riesgos que sabemos que siempre están latentes. No hay una fórmula para poder mantenerse con vida. Una franja de silencio que se va haciendo cada vez más amplia porque es demasiado riesgoso contar muchas de las cosas”.

 

Los testimonios estremecen, muestran los riesgos reales que atraviesan mujeres y hombres que trabajan en el filo. En el filo entre la vida y la muerte. En el filo de la verdad.

 

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