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El Amazonas bajo fuego puede acabar con Bolsonaro

Por redacción
| 26 de agosto de 2019

 

Agosto es el mes de los enojos sociales y de las grandes crisis políticas en Brasil, pero nadie sospechaba que un asunto ambiental fuera el detonante de las tormentas que amenazan al gobierno del presidente Jair Bolsonaro, con apenas ocho meses en el poder.
Protestas contra los incendios en la Amazonia se diseminaron por el mundo, especialmente en Europa, y explotaron en Brasil, en casi 50 ciudades, según anticipó el Observatorio del Clima, una coalición de organizaciones ambientalistas.
“Fuera Bolsonaro” es un grito que se escuchó en las calles de Barcelona, Londres, París y otras ciudades europeas y brasileñas.
Las conocidas “quemas”, en auge desde julio, parecen un castigo a la insistencia con que el presidente y el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, insultaron al ambientalismo y desmantelaron el sistema de protección ambiental, reavivando el apetito de hacendados, especialmente ganaderos, por la tierra desnuda.
Condenas a las actitudes antiambientalistas del gobierno se destacan en la prensa internacional y fueron señaladas por algunos gobernantes, convirtiendo a Brasil en el nuevo villano del cambio climático.
La crisis se volvió política por la respuesta de Bolsonaro que, en lugar de anunciar medidas para enfrentar el problema, decidió politizarlo. Esa es la evaluación de los ambientalistas.
Los bosques amazónicos brasileños se extienden por 3,3 millones de kilómetros cuadrados, 60 por ciento del total del bioma que comparten ocho países sudamericanos.
La primera reacción del presidente fue atribuir los incendios forestales a las organizaciones no gubernamentales (ONG), justamente las que más impulsaron las políticas y leyes ambientales en un país de enorme diversidad y de 210 millones de personas.
Un indicador claro de que Bolsonaro no pretende asumir sus responsabilidades, sino buscar culpables, como lo hizo en muchos temas, desde los económicos hasta la seguridad pública, desde que llegó a la presidencia el 1º de enero.
“Bolsonaro no necesita las ONGs para quemar la imagen de Brasil en todo el mundo”, destacó un comunicado de rechazo a sus declaraciones contra los ambientalistas, firmado por 183 organizaciones de la sociedad civil brasileña.
Tanto Francia como Irlanda ya dejaron claro que no ratificarán el acuerdo de libre comercio entre Unión Europea y el Mercado Común del Sur (Mercosur, de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), si el gobierno brasileño sigue incumpliendo sus compromisos ambientales y climáticos.
En este año, hasta el 14 de agosto los focos de incendio ascendieron a 32.728, un 60 por ciento más que el promedio de los tres últimos años. La sequía, un factor usual de esa destrucción, no los justifica en esta ocasión. El estiaje actual es menos severo que en años anteriores.
En el centro-occidental Mato Grosso, el estado brasileño mayor productor de soja, registró la más alta cantidad de focos, 7.765, contra poco más de 4.500 en los dos años anteriores, cuando hubo fuertes sequías.
El recorte a la mitad del presupuesto del Prev-Fuego, sistema de prevención y combate a los incendios forestales, es uno de los factores.
Además, el discurso presidencial y sus ataques a los órganos estatales que monitorean la deforestación y la combaten, “estimularon” a los sectores que destruyen bosques ilegalmente.
Esa devastación amazónica “era previsible” desde la campaña electoral, por el discurso de Bolsonaro a favor de una explotación depredadora de la foresta y de las reservas indígenas.
Esta crisis ambiental tiende a generar consecuencias políticas; Bolsonaro acumula desde enero diatribas con los más diferentes sectores y medidas que molestaron a buena parte de los brasileños, desde estudiantes, científicos, abogados, artistas y activistas de toda naturaleza.
En algún momento, una de sus nuevas barbaridades puede convertirse en la última gota. La cuestión ambiental puede dañar gravemente su popularidad en descenso desde el inicio de su gobierno, ya que la defensa de la Amazonia cuenta con apoyo mayoritario de los brasileños y tiene un alto valor simbólico en todo el mundo.
La Amazonia bajo fuego puede acabar con el gobierno de Bolsonaro. La hora de la verdad y sus consecuencias puede estar más cerca de lo que el propio Bolsonaro imagina.

 

 

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