SAN LUIS - Miércoles 08 de Mayo de 2024

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Un marinero pescador que encontró su puerto en las sierras puntanas

Luciano Guevara trabaja mar adentro, en la pesca de langostinos en el sur argentino. El platense de 39 años pasa tres meses en altamar y el resto del año elige descansar en la provincia.

Por redacción
| 16 de enero de 2020
Luciano es marinero pescador desde 2007, un oficio lleno de aventuras, mitos y peligros que la mayoría de la gente desconoce.

Para un trabajador que realiza sus tareas rodeado de agua salada, es indispensable encontrar un hábitat  totalmente opuesto para pasar su tiempo libre. Es el caso de Luciano Guevara, un marinero pescador que encontró su puerto de descanso en las sierras puntanas. El platense de 39 años lleva dedicado un tercio de su vida al oficio, al que calificó de desgastante y de alto riesgo, debido a que su rutina laboral consiste en pasar una estadía de tres meses mar adentro y sin tregua con los fenómenos climáticos, dedicados a la captura rutinaria de langostinos, uno de los tipos de pesca más complejos por las escasas horas para mantener la frescura de la presa, desde su captura hasta el almacenamiento en las cámaras de frío situadas en el navío.

 

"Empecé hace trece años. Hasta 2007 trabajé como secretario en el consultorio médico de mi viejo y como en esa época mi hija era chiquita, tenía dinero como para subsistir, pero me propuse tener un mayor ingreso. Justo había abandonado los estudios de Abogacía y quería un trabajo mejor, que tampoco me demandara estudiar una carrera muy larga. Como en la zona de La Plata hay muchos marineros, pero de río o petroleros, me entusiasme e hice un curso. Después vendí una moto para irme al sur del país sin conocer nada ni a nadie, prácticamente de mochilero", explicó Luciano, quien aprovecha sus vacaciones, sin el vértigo del mar y sobre tierra firme, en un hostel de Potrero de los Funes.

 

Su actividad laboral en búsqueda de los crustáceos más codiciados en los países desarrollados de Europa y Asia, acontece durante tres meses al año (el resto son unas extensas vacaciones) en el Golfo de San Jorge, ubicado entre Chubut y Santa Cruz. Allí permanecen en altamar unas dos semanas consecutivas hasta obtener unas cien toneladas de langostinos, capacidad máxima de un barco pesquero promedio, para luego emprender el regreso hacia algún puerto, hacer la descarga y tras dos días de descanso, volver a repetir ese proceso por al menos otras seis veces.

 

"Partimos desde Mar del Plata y hay dos días de navegación hasta la zona de pesca. Básicamente las tareas de los marineros es de cubierta y de planta. El primero es el que se dedica a la captura con dos redes sumergidas unos noventa metros de profundidad y una vez que los langostinos están en el barco, los colocan en una batea de acero inoxidable donde se lavan y acomodan para después clasificarlos por tamaño y peso, uno por uno. Una de las claves del trabajo es saber empacarlos. La mayor demanda es de China, Europa y Japón", indicó el marinero.

 

 


En altamar. Fue la embarcación en la que el platense inició su trabajo, durante doce años.

 

 

Las circunstancias azarosas que le permitieron obtener su primer trabajo, se acercan mucho a las fábulas que narran las aventuras de un oficio mítico. Tras arribar al sur del país, desde La Plata, una mañana en la que contemplaba el mar desde un puerto, arribó una embarcación roja, "El Borrasca", que luego lo emplearía por doce años.

 

"Mientras el barco se acercaba veía que dos hombres venían discutiendo y cuando amarró, uno se bajó a los gritos y se fue enojado porque lo habían despedido. Me quedé observando toda la situación y el otro tipo me miró y me preguntó quién era. Le dije que un marinero y después de explicarle mi situación decidió darme una oportunidad", dijo Luciano, quien inició en el "pozo", que es el sector menos agradable de la nave donde separan los langostinos de cualquier otra especie de animal acuático. "Trabajé muchísimo durante un año hasta que empecé a ascender de categoría", agregó.

 

Pese a que la paga es buena, las vacaciones son largas y que el oficio permite plasmar el espíritu aventurero que rodea a la figura del marinero; el pescador marítimo dijo que con el tiempo calan los aspectos negativos de la profesión: la soledad y extrañar a la familia.

 

"Humanamente tiene muchas contras y uno entiende que cambia vida por plata, por eso después de tantos años decidí navegar menos y estar más con la familia", sostuvo Guevara, quien agregó que el acceso a la jubilación en su oficio es a los 52 años, una instancia a la que aspira llegar.

 

El peligro y el alto riesgo son otros de los aspectos del trabajo cotidiano, sobre todo en épocas de tormentas (en agosto) que pueden provocar el hundimiento del pesquero, una situación de la que no habría chances de sobrevivir, ya que el agua es extremadamente fría.

 

"Una vez estábamos durmiendo y los motores se apagaron, es uno de los máximos peligros porque el barco queda a la deriva y más aún durante un temporal, es la muerte segura. Con dos compañeros prendimos un cigarrillo y nos pusimos a hablar de cualquier otra cosa menos de la situación, totalmente relajados. '¡Estamos a punto de morirnos y ustedes como si nada!', nos dijo otro de los marineros. Otra cosa que agarrar el salvavidas y tirarse al agua no había, pero uno aprende a estar tranquilo", relató Luciano.

 

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