El fútbol y su nexo con la música clásica

La música clásica y el fútbol habitan, en principio, mundos diferentes e incomunicados. Más allá de algunas palabras que se han colado en el diccionario de este deporte, como que un equipo es un "ballet" si exhibe un juego vistoso, o que es capaz de producir una "sinfonía" si anota muchos goles aunados a un gran rendimiento, nada más alejado que un hincha que grita durante noventa minutos y un espectador que disfruta de un concierto en silencio. Sin embargo, el fútbol y la música clásica son universos potentes que se influencian, y un repaso refleja que poseen no pocos puntos de contacto.

A más de uno seguramente se le erizará un poquito la piel al escuchar el Himno de la UEFA Champions League, ese que suena cuando forman los equipos de cara a las tribunas pocos minutos antes de que la pelota se ponga en movimiento. No es casualidad que la melodía despierte un cosquilleo especial: fue diseñada para ser épica y trascendental. Los acordes están basados en una pieza compuesta en 1727 por Georg Händel para el rey Jorge II de Inglaterra y usada en todas las coronaciones posteriores.  

En las ceremonias de tres mundiales consecutivos (Estados Unidos 1994, Francia 1998 y Corea del Sur-Japón 2002) se escuchó en los estadios a Plácido Domingo, Luciano Pavarotti y José Carreras interpretando Nessun Dorma, una de las arias más conocidas de Giacomo Puccini. Por estas  latitudes también la comunidad de la número cinco encontró algo estimulante en las variaciones de la música clásica. El Himno de la Copa Libertadores, utilizado en varias transmisiones televisivas del torneo durante las primeras dos décadas de este siglo, es el Himno a la Alegría, de Ludwig van Beethoven.

Existen incluso interacciones más espontáneas, de canciones que fueron incorporadas de manera directa por las propias hinchadas. Un ejemplo es la barra del Chelsea, en Inglaterra, que eligió la melodía alegre de "La Donna è Mobile", de Giuseppe Verdi, para alentar al entrenador portugués José Mourinho. Los mismos tonos fueron adoptados por los seguidores del Derby County para homenajear al jugador italiano Fabrizio Ravanelli.

Pero la influencia se da en dos sentidos, y el fútbol ha inspirado a varios compositores contemporáneos de música clásica. Un caso es el del ruso Dimitri Shostakovich, autor de una obra de ballet en el que el tema principal es el de un equipo de fútbol soviético que realiza una gira por el Occidente “corrupto y decadente”. Una de las frases más recordadas de Shostakovich, fanático del Zenit Leningrado, fue: “El fútbol es el ballet de las masas”.

Quizá el nexo que vincula a estos mundos tan disímiles en sus características y apariencias sea la épica. La épica es lo que abunda en las mejores composiciones de la música clásica y es lo que anhela, en definitiva, la mayoría de los jugadores y de los hinchas: que las proezas deportivas sean recordadas a pesar del paso del tiempo.