Si en la ciudad de San Luis se trata de buscar legislación que sostenga algunos de los sucesos trascendentes de la última semana, bien vale recurrir a la Carta Orgánica Municipal, que en su capítulo segundo "Poder Legislativo Municipal. Sección primera: del Concejo Deliberante", en el Artículo 149 establece la Sesión Preparatoria y la Elección de autoridades. El Concejo Deliberante en sesión preparatoria después de la proclamación de los electos por el Tribunal Electoral deberá elegir un presidente, un vicepresidente primero y un vicepresidente segundo, que serán renovados anualmente. En verdad suena bastante sencillo, no parece que haya que recurrir a avezados intérpretes ni a constitucionalistas de muchísimo renombre. Es más, algún desprevenido (siempre los hay en estas ocasiones) podría suponer que basta poner la cuestión en consideración, y la agrupación que tenga el mayor número de integrantes en este cuerpo colegiado convertirá automáticamente a uno de sus miembros en presidente del cuerpo. No es tan sencillo. En primer lugar, en los tiempos que corren el electorado es muy selectivo y es difícil que le otorgue a partido alguno una mayoría aplastante. Entonces, la cuestión no es tan simple. Para simplificar: aunque se cuente con la primera minoría, el resto de las manos levantadas en sentido contrario podría torcer una potencial designación. Aparece entonces una invitada sumamente frecuente en la política: la negociación. Llama la atención que hombres y mujeres con muchísima experiencia en estas batallas manifiesten asombro cuando se negocia. Incluso jóvenes, muy jóvenes, que se develaron expertos en menesteres de emprendedores y han hecho largas capacitaciones sobre distintos tipos de negociación, contemplan boquiabiertos cómo el mencionado mecanismo les estalla en el rostro. Incluso los desnuda bastante ineptos a la hora de participar con habilidad y emitir adecuada respuesta. Es constitucional, legal y habitual el ejercicio simple de negociar en política. Bienvenidos todos a los espacios donde la política impera sin tapujos ni miramientos. Y en esta semana, en el marco de la ley y respetando todos los requisitos necesarios, el Concejo Deliberante de la ciudad de San Luis eligió —fruto de una clara negociación— un nuevo presidente. El anterior había surgido con el mismo mecanismo. Curiosamente ninguno de los dos pertenece al partido que cuenta con mayor número de concejales, así son las negociaciones. Claro que a lo que se pacta hay que cumplirlo. Caso contrario es difícil, por ejemplo, ser reelecto. Se trata de una etapa interesante en la que quienes supieron tejer buenas relaciones con sus pares obtienen alguna ventaja adicional al momento de proponer y ser escuchados. Y no se trata de empatía, de cordiales relaciones personales o de simpatía innata; se trata de un trabajo político imprescindible que todos los buenos legisladores deben contemplar. Cada cual a su manera.
Luego viene lo más importante. Cada uno de los elegidos sabrá para qué se postuló a tal o cual cargo. Sabrá cómo responder a la expectativa generada y a las razones que dieron lugar a su postulación primero, y a su elección después. Deberá rendir cuentas a sus pares que lo eligieron y a su partido de sus decisiones y sus acciones en el espacio obtenido. Y, por sobre todas las cosas, tendrá que demostrar a los vecinos de la ciudad los beneficios de su accionar. No se ocupan sitios de tanta envergadura para obtener algún nombramiento adicional, para mejorar la categoría de algún pariente, compañero o correligionario; para tener un despacho más confortable o para ganar cierto predicamento dentro del Concejo. Son otros los objetivos, hay que aclararlos y cumplirlos. La negociación es una etapa razonable, pero la rosca permanente es un vicio insoportable de la política.
Lo sucedido en el edificio de la calle Colón es más que interesante, abre muchas posibilidades impensadas para muchos. Parece haber sacado a la cancha a muchos nuevos jugadores que mostraron más destreza de la calculada por algunos. Sin embargo, habrá que demostrarles a los vecinos cuál es efectivamente su beneficio entre tantos tejes y manejes. Son ellos los verdaderos destinatarios de cualquier acción política. Luego será la mejor versión de la gestión pública, la alta política o politiquería de cuarta que degrada y desprestigia. Hay mucha expectativa en que se note claramente la diferencia.


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