Los desafíos inmediatos que plantea la crisis por el coronavirus pueden verse a diario, sin embargo, de cara al futuro hay otros elementos que preocupan: 500 millones de personas pueden sumirse en la pobreza al cabo de la actual pandemia COVID-19 si no se emprenden medidas en favor de los países en desarrollo, advirtió un informe de la coalición Oxfam.
La pandemia “está teniendo consecuencias devastadoras en todo el mundo; pero en los países más pobres, donde las personas ya se enfrentaban a grandes dificultades para salir adelante, apenas hay redes de seguridad para evitar que caigan en la pobreza”, publicó el organismo.
Oxfam encargó al británico King's College y a la australiana Universidad Nacional un estudio que proyectase consecuencias de la COVID-19 sobre las naciones en desarrollo y lo tituló “Elijamos dignidad, no indigencia”.
El estudio reflejó reducciones de ingresos del 5, 10 y 20 por ciento entre las poblaciones más pobres del globo y concluyó que la pobreza podría aumentar por primera vez desde 1990 e incrementarse, en el peor de los escenarios, entre 341 y 611 millones de personas, con una media de 500 millones.
El trabajo utilizó los umbrales de pobreza de 1,90, 3,20 y 5,50 dólares diarios como ingreso por persona, que emplea el Banco Mundial. Según las cifras de este organismo, para 2018 (las últimas disponibles) 34.00 de los 7.700 millones de habitantes del planeta sobreviven con menos de 5,5 dólares al día.
En África subsahariana, por ejemplo, los actuales 853,9 millones de personas que viven con menos de 5,5 dólares al día podrían llegar a 864,7 millones si sus ingresos solo mermaran un cinco por ciento; pero alcanzarían los 897,5 millones si fuera del 20 por ciento.
Dentro de ese volumen de población subsahariana que vería sus ingresos caer, los más pobres —que sobreviven con menos de 1,9 dólares al día— podrían pasar de los actuales 419,6 millones de personas a 531,5 millones si se concretase una reducción de sus ingresos del 20 por ciento.
En América Latina y el Caribe, el número de personas con ingresos inferiores a 5,5 dólares al día, 162 millones en la actualidad, puede pasar a 174,6 millones si las pérdidas son del cinco por ciento. No obstante, si los ingresos merman un 20 por ciento, la cifra llegaría a 216,3 millones, es decir, habría 54 millones de nuevos pobres.
En Asia meridional, los pobres —actualmente 1.422 millones— pueden aumentar a 1.457 millones o llegar a 1.551 millones, según los mismos esquemas de cálculo.
En la región de Oriente Próximo y el norte de África, los pobres con menos de 5,5 dólares por día (153,5 millones) pueden llegar a ser 163,8 o 198,4 millones de personas, si la pérdida de ingresos se cifra en cinco o en 20 por ciento, respectivamente.
Para ayudar a visibilizar el drama, el estudio incluyó algunos testimonios. “Este virus nos matará de hambre antes de enfermarnos”, dijo Micah Olywangu, taxista en Nairobi con tres hijos, una recién nacida, y quien con el toque de queda impuesto por la pandemia no tiene un cliente desde hace tres semanas.
Tarawati, de 35 años, es trabajadora del hogar y su marido zapatero, quien “no ha ganado ni una rupia” desde que comenzó el confinamiento. Tienen siete hijos, de los cuales, tres reciclan objetos que buscan en la basura, pero todos se han quedado sin dinero para comprar comida. “Este virus está destruyendo nuestras vidas”, resumió.
Como respuesta a la pandemia, Oxfam propone “un nuevo contrato social” entre la ciudadanía, los gobiernos y los mercados, que “reduzca drásticamente la desigualdad y siente las bases para una economía más humana”.
Los gobiernos del Norte industrializado deberían movilizar al menos 2,5 billones (millones de millones) de dólares para detener la pandemia y evitar el colapso económico mundial, según el plan de Oxfam, que coloca en primer lugar las subvenciones en efectivo a las personas más necesitadas.
Para posibilitar la medida debería suspenderse de inmediato el pago de deudas por parte de los países pobres y drenar nuevos recursos desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), así como crear nuevos estímulos impositivos y atender a la recuperación de las empresas que sean social y ambientalmente responsables. Es el futuro que preocupa.


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