Los sistemas sanitarios y asistenciales de América Latina encaran la pandemia con todas las estructuras disponibles, mientras la cuarentena dispara padecimientos mentales y violencia de género e intrafamiliar, al mismo tiempo que persisten enfermedades endémicas como el dengue y la malaria.
El estado de emergencia provocado por la COVID-19 puede alcanzar graves dimensiones de conjunto con el cóctel de problemas habituales y aquellos acrecentados por el aislamiento social, lo que llama a encontrar soluciones cuando al comenzar la semana se reportaron en América Latina y el Caribe 62.528 casos registrados y 2.641 muertes.
“Si bien no ha habido un incremento tan exponencial de la violencia, sí se espera que sea mayor mientras avance la pandemia y se agraven las carencias económicas”, dijo la investigadora Nayeli Rodríguez desde Acapulco, en el Estado de Guerrero, México, un país que está en el centro más dramático de la violencia de género.
Rodríguez analizó, a título de ejemplo, la situación en ese Estado del suroeste de México, donde la ONG por los derechos de las mujeres Comunidad Raíz Zubia monitorea desde hace 10 años los servicios de salud para cáncer, maternidad, planificación familiar y aborto legal, entre otros.
“Es preocupante la situación en el contexto de la pandemia porque no hay capacidad para poder atender todos los servicios, que ya son deficitarios”, informó la feminista comunitaria sobre el riesgo al colapso de los sistemas sanitarios y asistenciales por la COVID-19, que enfrentan algunos países de América Latina.
La Red Nacional de Refugios, del país de 130 millones de habitantes, registró en las tres primeras semanas de aislamiento social un incremento del cinco por ciento en ingresos de mujeres maltratadas y del 60 por ciento en orientaciones vía telefónica, redes sociales o correo electrónico, entre las que recomiendan asistencia legal y apoyo psicológico.
Rodríguez puso un ejemplo de los desajustes causados por la pandemia: “La mamá de la niña abusada sexualmente llamó por teléfono a la Agencia de Delitos Sexuales y Violencia Intrafamiliar de su localidad y le dijeron que fuera, pero le añadieron que si no era tan grave probablemente no la atenderían por la contingencia”.
La oficina regional de ONU Mujeres subrayó en un comunicado que las mujeres están en la primera línea de respuesta a la COVID-19 como trabajadoras, profesionales de la salud y cuidadoras, pero llamó a las autoridades a tener en cuenta la dimensión de género y mantener los servicios ante el posible aumento de la violencia machista.
El hogar, según la división latinoamericana de la agencia de Naciones Unidas, es el lugar más inseguro para las mujeres de la región. La segunda más letal luego de África, en femicidios.
Y justo ahí están confinadas las mujeres víctimas de violencia junto con sus agresores para evitar la expansión del coronavirus.
También crece el riesgo de agresiones sexuales y de otro tipo para las que siguen trabajando en lugares más vacíos y transitando por calles más desiertas.
Los mensajes de prevención de la violencia de género deben salir con frecuencia por los medios, dijo la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en recomendaciones a la región que —según pronósticos— enfrentará en mayo la peor fase de la pandemia.
“Nuestros países están enfrentando un desafío muy grande e inesperado”, evaluó la OPS. “Pondremos todos nuestros esfuerzos para una respuesta coherente y no podemos bajar la guardia ante los otros problemas de salud como el dengue o la malaria, enfermedades endémicas en muchos de nuestros países”, alertó.
Tras reportar en 2019 el mayor registro de su historia de contagios por dengue, la OPS lanzó un reporte, el 7 de febrero, donde reveló que en 2020 se habían contabilizado en la región latinoamericana 155.343 casos de dengue, incluidas 28 defunciones. Lo anterior indica que la región continúa sufriendo este ciclo epidémico de dengue.
Entre el presente y el futuro, Latinoamérica debe cuidar a sus mujeres, a sus niños y niñas, a sus ancianos, a sus pobres. A todos, en medio de una pandemia que parece un mal sueño, pero que es real.


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