Los países en desarrollo, donde la informalidad laboral es mayor, están en la primera línea de riesgo de catástrofe para sus economías y el empleo al avanzar la pandemia COVID-19 advirtió la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su último informe.
Se trata de “la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial”, por lo que “los trabajadores y las empresas enfrentan una catástrofe, tanto en las economías desarrolladas como las que están en desarrollo”, dijo la OIT.
En el mundo 2.000 millones de personas trabajan en el sector informal de la economía, la mayoría en las economías emergentes y en desarrollo, y “corren un riesgo especial” de perder su fuente de ingresos, advirtió el reporte.
Un informe anterior de la OIT, en marzo, calculó que podrían perderse 25 millones de empleos por la pandemia, pero ahora considera que “existe riesgo elevado que para final de año la cifra será significativamente más alta”.
En el segundo trimestre de 2020, que acaba de iniciarse, se perderá un 6,7 por ciento de las horas de trabajo en el mundo, lo que equivale a la labor a tiempo completo (48 horas semanales) de 195 millones de trabajadores, según los cálculos de la OIT.
Por ejemplo, en los estados árabes habrá recortes de 8,1 por ciento, equivalentes a cinco millones de trabajadores a tiempo completo; en la región Asia-Pacífico de 7,2 por ciento, equivalentes a la labor de 125 millones de trabajadores, y en África de 4,9 por ciento o el trabajo de 19 millones de personas.
Los sectores más expuestos al riesgo de pérdida de ingresos y empleos incluyen los servicios de hospedaje y restaurantes, la manufactura, el comercio minorista y las actividades empresariales y administrativas.
En total, más de cuatro de cada cinco personas que trabajan —el 81 por ciento de los 3.300 millones que conforman la fuerza de trabajo mundial— están siendo afectadas por cierres totales o parciales de sus lugares de labor en 79 países.
En los sectores de alto riesgo de sufrir “drásticos y devastadores” aumentos en los despidos y disminución de los salarios y horas de trabajo, trabajan 1.250 millones de personas, muchas con empleos mal remunerados, de baja calificación, en los que una pérdida imprevista de ingreso tiene consecuencias devastadoras.
Particular atención mereció a la OIT la situación de África, donde 71,9 por ciento de la población activa trabaja en la economía informal, una proporción también alta en los estados árabes, 63,9 por ciento, y en la región Asia-Pacífico, 59,2 por ciento.
La informalidad en los países de ingreso bajo o medio implica que “una elevada proporción de trabajadores tiene acceso limitado a los servicios de salud y de protección social”, por lo que sin medidas apropiadas desde los Estados “corren un alto riesgo de caer en la pobreza y mayores dificultades para su recuperación”.
La OIT llamó la atención hacia quienes “siguen trabajando en espacios públicos, en particular los trabajadores de la salud expuestos a riesgos sanitarios y económicos y en este sector destaca el alto porcentaje de mujeres”.
Ante ello “tenemos que actuar con rapidez, decisión y coordinación. Las medidas correctas y urgentes podrían hacer la diferencia entre la supervivencia y el colapso”, dijo la oficina laboral internacional.
La OIT pide trabajar a gran escala y sobre cuatro pilares: apoyar las actuales empresas, sus empleos e ingresos; estimular la recuperación de la economía y los empleos; proteger a los trabajadores en los centros de labor, y utilizar el diálogo tripartito (gobiernos-trabajadores-empleadores) para fabricar soluciones.
“Esta es la mayor prueba para la cooperación internacional en más de 75 años. Si un país fracasa, todos fracasamos. Debemos buscar soluciones que ayuden a todos los segmentos de nuestra sociedad global, en particular los más vulnerables y los que tienen menores posibilidades de valerse por sí mismos”, concluye el informe


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