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Detuvieron a sospechoso de violar y corromper a una nena

La menor contó que los ultrajes iniciaron el año pasado. Policías de la URI lo arrestaron ayer en El Caldén, un paraje próximo a Candelaria.

Por redacción
| 16 de mayo de 2020
Con los dedos pintados. El imputado anoche en Jefatura, durante el fichaje. Foto; Marianela Sánchez

Si bien el vínculo parental es más bien lejano, C.G. no solo era considerado por una familia de la localidad de Candelaria como un allegado, sino que inclusive le abrían la puerta de su casa, y solían compartir almuerzos u otras reuniones. Pero el hombre de 74 años se valió de esa proximidad para abusar de una nena que actualmente tiene 9 años. Fue la propia madre de la víctima quien sorprendió al agresor in fraganti, cuando atacaba a su hija en una habitación. Ayer, C.G. fue detenido en El Caldén, a unos 20 kilómetros de Candelaria. Allí vive. 

El arresto fue concretado ayer a la tarde por un equipo de efectivos de la Unidad Regional I, que viajaran hasta ese paraje con la orden librada por la jueza Penal 3, Virginia Palacios. 

Esta mañana, ella le tomaba declaración indagatoria al hombre, que está imputado por "Abuso sexual con acceso carnal agravado por resultar grave daño en la salud física y mental, en concurso con corrupción de menores doblemente agravada, por tratarse de una niña de 9 años y por mediar violencia e intimidación". 

La denuncia fue hecha por el papá la niña el pasado 28 de abril en la Comisaría 32ª de Candelaria. Y, en el transcurso de estos días, se incorporaron pruebas al expediente, entre ellas, una de gran valor: la declaración de la menor en Cámara Gesell. 

Según confió  ayer una fuente, allí la pequeña confirmó que esa no fue la única vez que el hombre, apodado "Cholo", se comportaba de esa forma con ella. De su relato se desprende que desde el año pasado, es decir desde que tenía 8 años, él la ultrajaba, tomándola de los brazos y tapándole la boca. Ella contó que eso ocurrió cuatro veces. 

La psicóloga que hizo la Cámara Gesell dio cuenta, además, que otro aspecto que es habitual en los casos de abusos: los elementos relacionados al secreto, que refiere las medidas tácitas o explícitas que los agresores usan para silenciar a las víctimas. En este caso, una de las estrategias que usó el sospechoso fue la recompensa con objetos. La nena refirió que después del primer ultraje, él le regaló un anillo, y que le decía que le quería dar un celular. 

El día que ocurrió el último hecho, "Cholo" estaba, como otras veces, de visita en el domicilio de la familia. Habían almorzado y él pidió permiso para recostarse a dormir la siesta. Tienen un dormitorio que está dividido con una cortina gruesa, que no permite ver de un lado al otro, según explicó el denunciante. 

El dueño de casa accedió a que C.G. se acostara, como en otras oportunidades. De un lado de la cortina está la cama matrimonial, y del otro hay tres camas más. En ese sector estaba la criatura, jugando, y hacia allí fue el acusado. 

Los papás de la nena también se fueron a descansar, en la cama matrimonial. Un rato después, el padre de la pequeña se despertó al escuchar ruidos del otro lado de la cortina. Su esposa se levantó, vio que la nena jugaba con una muñeca y que C.G. dormía. O al menos eso parecía. Tranquilo, el dueño de casa se volvió a dormir. Unos 20 minutos después, su esposa lo despertó, alterada, llorando. Le dijo que había descubierto al anciano abusando de su hija. 

 

 

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