La pandemia obliga a los hoteles puntanos a reinventarse

A raíz del cierre de fronteras y el nulo tránsito turístico dentro de la provincia, los hoteles continúan cerrados, como en el resto del país. Pero en esta nueva normalidad, lejos de tomarse un descanso porque la situación no lo amerita, algunos de estos albergues encontraron la manera de reinventarse y continuar en actividad.

En pocos metros comparten espacio tres hoteles enfrentados por el asfalto. Una calle los separa y cruzando el boulevard Illia, en la esquina del Vista, se aprecia más movimiento que en el de sus dos vecinos.

En Infinito Restó, el comedor del Hotel Vista, la actividad se mantiene con el servicio de delivery de almuerzo y cena (de 11 a 15, y de 19 a 23:30) o retirando por el local. Los responsables de la cocina anunciaron que cada día cambia la carta y tienen variadas ofertas culinarias.

“Si bien la respuesta de la gente es menor, porque en casa la gente cocina ahora más que antes, para mantenernos en movimiento estamos bastante bien con este servicio”, aseguró Mariano, uno de los encargados, junto a Xiomara.

Atentos a no perder el tiempo, y a pesar que no hay visitas foráneas en las instalaciones, a pocas cuadras, el Hotel Aiello, uno de los más representativos de la ciudad, tiene sus vidrieras tapadas con papel de diario. Pero adentro el personal mantiene el orden y la limpieza.

“Esperamos reabrir las puertas y reencontrarnos con nuestros huéspedes y los turistas”, dijo Alejandra Aiello, y la aclaración vale porque trabajan bastante con viajeros frecuentes, del rubro “viajante” de distintas empresas, por lo que su presencia es casi mensual. “Rogamos para que no pase mucho tiempo”, agregó con una sonrisa, mientras en la acústica de los pasillos rebotaban las charlas del personal, en tareas de limpieza.

Los protocolos para combatir el coronavirus fueron recibidos con sorpresa y también con algo de tristeza. “Desalojamos el hotel en seis horas, en cuanto supimos de las normativas nacionales para no tener huéspedes”, recordó Aiello. “A los que estaban, hubo que indemnizarlos, y el 18 a las 14 cerramos el hotel. Cumplimos con todos los protocolos, aunque ver el hotel sin que haya nadie…” y no completó la frase porque se cortó la voz. Con esperanza, Alejandra aseguró que dentro de poco tiempo “estaremos felices de poder sacar los papeles de los vidrios, prender las luces, reactivar las calderas y volver a nuestra actividad”.

Nuevamente será cuestión de cruzar la calle para acercarse al Hotel San Luis Gold, otro añejo establecimiento que decidió reinventarse en tiempos de aislamiento social.

“Somos 14 en el personal y todos, de una manera u otra, estamos dando una mano, continuamente trabajamos mientras intercalamos los francos”, señaló el encargado Freddy Gutiérrez.

A pesar de la clausura, sus espíritus no se dejaron abatir y comenzaron con las refacciones, dando manos de pintura a las paredes y reforzando zonas que necesitaban estar en mejores condiciones, para que cuando los conserjes vuelvan a recibir a los próximos visitantes, sea en un ambiente ameno y con una gran sonrisa.