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Una puntana busca difusión sobre un mal que devastó a su familia

Lidia Carabajal sufre esta afección y perdió a dos hijas por lo mismo. Quiere que más gente conozca sobre el tema.

Por redacción
| 01 de octubre de 2021
Mejor controlar. La enfermedad puede aparecer a corta edad o en la adultez. Foto: Shutterstock.

La puntana Lidia Carabajal, de 60 años, padece síndrome de Arnold Chiari (CH), una afección congénita por la cual el tejido cerebral se extiende hacia el canal espinal. Ocurre cuando parte del cráneo es anormalmente pequeño, presionando el cerebro y forzándolo hacia abajo.

 

El martes 28 fue el día internacional de esta afección, por lo que Lidia decidió brindar información, dado que es poco conocida y poco frecuente. Contó que, según lo que ha llegado a interiorizarse sobre este mal, los síntomas pueden orientar a pensar que la causa es otra enfermedad, de las más conocidas. Por eso cree necesario que se conozca sobre el síndrome de Chiari y se lo tenga en cuenta como posible explicación del cuadro.

 

Si bien nació con este síndrome, recién en su adultez se lo descubrieron. “En verdad se sabe poco y nada sobre Chiari. Desde chiquita tuve dolores en las piernas, cuello y columna. Me hicieron varios exámenes pero nunca dieron con el tratamiento”, recordó Lidia. A los 46 años se le manifestó del todo.

 

El martes pasado se conmemoró el Día Internacional del Síndrome de Chiari.

“Me descompensé en mi trabajo, en un restaurante. Quise levantar un cajón y me dio un tirón en el cuello. Por suerte di con el neurocirujano Juan Pablo Canta, que al decirle los síntomas que tenía reconoció la enfermedad”, expresó Lidia. Le hicieron una resonancia en la cabeza y confirmaron que tenía CH. “Mi cerebro había descendido y ya ejercía presión en mi columna, por eso lo descubrieron rápido”, dijo. No a todos les aparece a la misma edad, ni tienen los mismos síntomas.

 

Dos momentos muy duros fueron los que determinaron que investigara sobre el síndrome: cuando murieron sus dos hijas, Valeria y Verónica Soria. “Una nació con espina bífida, ese es el comienzo de la afección, y murió a los tres años y dos meses. La segunda fue a los 24, luego de dar a luz a su hija. Se levantó con un pequeño dolor en la nuca, la llevé al sanatorio y me dijeron que era por la operación, pero luego le dio una convulsión muy fuerte y entró en coma”, manifestó.

 

Después de estudiar se dio cuenta de que todas sufrían la misma enfermedad. “Quiero concientizar a la población. Yo la tengo y a mis pequeñas les costó la vida. Todo neurocirujano puede operar la cabeza, pero no todos conocen sobre Chiari”, afirmó.

 

Ella convive con muchos dolores y toma calmantes para disminuirlos. “Dependiendo del progreso de la enfermedad se puede operar y se descomprime el cerebro. Trato de no acostumbrarme a los remedios, ya que si avanza no voy a tener nada que me calme”, concluyó.

 

Según el sitio web del instituto Fleni, de Buenos Aires, el tratamiento quirúrgico del Chiari I se realiza en pacientes sintomáticos y consiste básicamente en la descompresión y ampliación quirúrgica de la unión cráneocervical. El pronóstico del tratamiento depende de la intensidad de los síntomas, del tiempo de instauración de los mismos y de la existencia de siringomielia (desarrollo de un quiste en la médula espinal) asociada.

 

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