Una mujer desobediente
La periodista, guionista y directora busca las historias más rebeldes y de lucha, y las plasma en sus documentales.
Ana María Cacopardo es parte de la generación que vivió la vuelta de la democracia. Con su juventud transitada en los pasillos de la Universidad de La Plata en la época posterior a 1983, la periodista y documentalista sostiene que una fuerte política de Derechos Humanos y un cambio de sistema económico es lo que hace falta para revitalizar a Argentina.
La documentalista nació en Necochea en 1965 y a los 17 años se mudó a La Plata para estudiar periodismo. "Llegué en un momento muy particular de la Argentina, en plena primavera democrática, que significó para mí los años en los que nació la conciencia de los derechos humanos, pariendo su reclamo de ‘Nunca más’ y de justicia. Para mí, que venía de una familia sin mayor politización, fueron años muy decisivos y creo que de alguna manera lo son para todos los que vivimos en esa generación de los 80", contextualizó Ana.
Allí conoció la lucha latinoamericana y, principalmente, la del país por conquistar los derechos perdidos durante los años de dictadura. Eso la llevó a hacer periodismo político desde sus inicios, algo que perdura hasta la actualidad y que se conformó en un sello personal.
A lo largo de sus 34 años de carrera tuvo la oportunidad de entrevistar a figuras del mundo de la política y la cultura iberoamericana como la escritora e hija del presidente chileno derrocado, Isabel Allende; al periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano; al entonces presidente boliviano, Álvaro García Linera, y a Carmen Argibay, ministra de la Corte Suprema de Justicia argentina, entre otros.
"Creo que si hoy vemos lo que pasa en la región, el problema de los Derechos Humanos claramente no está resuelto. Estamos en un mundo donde los niveles de desigualdad son tan atroces que el uno por ciento de la población concentra la riqueza y los recursos del mundo. No hay posibilidad de hablar de igualdad o de una vigencia plena de los derechos humanos", relató la periodista y añadió que, desde el inicio de la pandemia, la pérdida de derechos no hizo más que acrecentarse.
"Estamos en un momento particularmente regresivo en la licencia de derechos, donde han lanzado proyectos autoritarios con discursos de odio, no solamente en la región, sino también en Europa, donde avanzan nacionalismos de derecha con discursos xenófobos. Hay que estar en una enorme alerta y son los activistas de derechos humanos, los feminismos y medioambientalistas quienes van a contramano de las lógicas del mercado y del neoliberalismo. Muchos de ellos ponen en riesgo su vida o son asesinados en el continente, y ni hablar de las desapariciones forzadas. Estos son también datos de nuestro presente, no únicamente de una práctica sistemática de la dictadura", sentenció.
Para Ana, la única forma de colaborar con la lucha activista es utilizar los medios para visibilizar las problemáticas ambientales, sociales y económicas. Tal como hizo en el 2001 con su documental "Cartoneros de Villa Itatí". "Para mí, el documental tenía unas búsquedas que fueron muy iluminadoras porque implicaban pensar otras formas narrativas e ir más allá del relato periodístico, eso fue empujando otras formas de vincularme con los actores sociales", reflexionó.
El documental se emitió en el 2004 y se hizo con colaboración de la Cooperativa de "Cartoneros de Villa Itatí". Ese mismo año ganó el Festival Latinoamericano de Cine y Video y el V Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos.
"Fue un laburo colectivo muy lindo de cine militante. Nació en ese momento cuando había una crisis de representación enorme en la Argentina, estalló la burbuja neoliberal, los partidos políticos no se presentaban y fue un momento en que los cartoneros en las villas y en las barreras populares empezaron a pensar en cartonear como una forma de subsistencia. Fue así que empezaron a crearse procesos de organización", recordó.
Ahora, para la periodista, la pandemia es la situación ideal para que se proliferen los autoritarismos y los gobiernos neoliberales en Latinoamérica. "Comparto la mirada que ha tenido el gobierno argentino porque puso la vida, el cuidado y la salud por encima del mercado. Después, si se ve lo que ha pasado en la región, naturalmente fue muy funcional al proyecto autoritario, como el boliviano y el del gobierno de Piñera en Chile", remarcó y agregó que lo que más le preocupa de la situación actual es que no se logre una plena aceptación de la nueva normalidad.
"Cuando hablo de la nueva normalidad me refiero a distintas formas de pensar los lazos sociales y, sobre todo, el trabajo con la precarización del teletrabajo, algo que seguramente pretenderá ser abrazado por las empresas para bajar costos. Pero también me preocupa lo más básico y fundante, que es recuperar espacios públicos y la presencia de los cuerpos en ellos. Necesitamos recuperar la afectividad y lo corpóreo, a mí me parece que esa es otra alerta. Ojo con estos discursos de la nueva normalidad que pretende instalarse entre nosotros aun cuando la pandemia pueda ser superada", sentenció.
En época prepandémica la documentalista reparte su tiempo entre el activismo en Derechos Humanos, el periodismo, el documentalismo y el trabajo docente y académico. "En este momento estoy coordinando un grupo de trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, estoy dando clases y en un tiempo más de pensar y de escribir que de producir. Porque, naturalmente, el campo audiovisual está parado", contó Ana, quien lanzó, en el 2020, una nueva temporada del programa "Historias debidas" por el Canal Encuentro.
"Se trata de entrevistas con hijos e hijas de represores que han repudiado los crímenes de lesa humanidad de sus padres. Uno de los capítulos es con Mariana Dopazo, la hija de Miguel Etchecolatz", explicó la mujer, quien no ve la hora de volver al ruedo para continuar con sus relatos igual de desobedientes que el periodismo que predica.


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