La República Popular China se extiende en el extremo oriente de Asia. Tiene más de 1.400 millones de habitantes. Su superficie total es de 9.562.910 kilómetros cuadrados. Tiene fronteras con quince países. Simplemente para tomar dimensión, vale recordar que la República Argentina tiene una superficie de casi 4 millones de kilómetros cuadrados y una población que se proyecta en casi 45 millones de habitantes.
Un completo informe del analista internacional Jorge Castro, publicado por el diario Clarín, acerca algunos datos más que elocuentes sobre su realidad económica. China creció 8,1% en 2021, el mayor nivel en una década, dos puntos por encima del objetivo previsto de 6% anual. El resultado ha sido que el producto trepó a U$S 18 billones, lo que significa que se expandió U$S 1,8 billón en el último año. A efectos de dotar de elocuencia y para tomar cabal noción de lo que estos números representan, el citado informe agrega que “esto equivale a una economía como la de Italia, integrante del G-7”. O sea, la economía China creció en 2021 una economía italiana completa.
“Lo notable y verdaderamente decisivo es el auge extraordinario experimentado por la contribución de China al alza de la economía mundial en 2021, cuando alcanzó a más del 50% del total global, 15 puntos por encima del nivel de 2020. Este dato de enorme importancia estratégica revela el papel crucial que tiene la República Popular en el mundo, surgido de su condición de principal socio comercial de 144 países de los 192 representados en Naciones Unidas. El comercio exterior chino (exportaciones + importaciones) superó nítidamente el auge del PBI y alcanzó a U$S 6 billones por primera vez en la historia. En términos de dólares estadounidenses, las exportaciones crecieron un 29,9% en 2021, mientras que las importaciones aumentaron 30,1% en el mismo período. La clave de la expansión de las ventas externas chinas es el auge de la economía digital y dentro de ella, del comercio por internet (e-commerce). La primera abarca ahora el 42% del PBI y por ella tramita la Cuarta Revolución Industrial (CRI), que implica la digitalización completa de la manufactura y los servicios, y a este ritmo alcanzaría un nivel del 60% del producto o más en 2030; el segundo muestra un alza de 18,4% anual, con exportaciones que treparon 24,5% en el año, y lo constituyeron en el sector de más rápido crecimiento del intercambio global. Por último, la clase media china con ingresos comparables a los norteamericanos (U$S 35.000/45.000 anuales) asciende ahora a 500 millones de personas, lo que permite asegurar que a este ritmo superaría los 1.000 millones en 2030 y convertiría a China en una “sociedad de clase media” en un sentido estricto. Esto es lo que le permite, con un PBI per cápita de U$S 12.760 anuales, dejar atrás la “trampa de los ingresos medios”, que sumerge en el estancamiento y en la caída de los ingresos de los habitantes a todos los países emergentes”, señala Castro. Parece interesante aclarar que la “trampa de los ingresos medios” aparece cuando un país llega a un determinado nivel de ingresos y agota sus posibles fuentes de crecimiento, quedándose estancado.
Luego de lo descripto, debiera resultar innecesario explicar la razón por la que algunos sectores no logran comprender por qué razón la Argentina intenta tener un trato comercial y político con semejante potencia. China es el principal socio comercial del mundo. Y Estados Unidos y la Unión Europea son sus principales adherentes. Se puede tener diferentes miradas y en materia de relaciones exteriores caben criterios y posiciones encontradas, pero en economía los números son implacables y no dejan demasiado margen para trasnochadas especulaciones.


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