11°SAN LUIS - Martes 16 de Abril de 2024

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Una sanción para la reflexión

La reciente designación de Jorge Ignacio García Cuerva como arzobispo de Buenos Aires resultó al menos antipática para los sectores más conservadores de la grey católica. Pero, además, dejó relucir odio. Entre la marea de críticas, la más lamentable fue la del sacerdote Rodrigo Enrique Vázquez, de la Diócesis de San Nicolás, quien difamó por WhatsApp a monseñor García Cuerva y a monseñor Víctor Fernández, arzobispo de La Plata.

 

“Él se ordenó en el año 97 y yo en el 99, soy exalumno del colegio Marín de San Isidro, después terminé como alumno externo en Devoto, en el seminario metropolitano viviendo en el Colegio Militar de la Nación, porque después me ordenaron allí en el Obispado Castrense Monseñor Martina, pero lo conozco a él, que fue compañero. Primero es una persona gay, apoya el LGTBQ+ y toda esa porquería y además apoya el terrorismo, es kirchnerista, peronista y recontra francisquista”, mencionó Vázquez en el audio que posteriormente se viralizó.

 

“Así que no se ilusionen, al contrario, es lo peor que nos pudo haber pasado, lo peor de lo peor, lo eligió para ponerlo ahí. Estaba entre él y Víctor Manuel Fernández que ese es de La Plata, otro gay y afeminado, y además no siguen la doctrina de la Iglesia de siempre, están destruyendo a la Iglesia continuamente. Están diciendo qué es lo bueno y lo malo. También son antimilitares, amigos de las Abuelas de Plaza de Mayo. No se ilusionen para nada, no recuerdo bien su pasado, si tiene algo que ver con la fuerza que pusieron acá del aviador, pero sí lo que puedo asegurar es que es lo peor que puede haber sucedido. A rezar mucho y bueno, a pedirle al Señor que con su providencia nos acompañe”, agregó.

 

Al conocerse el repudiable hecho, inmediatamente desde el Obispado de San Nicolás se le pidió al presbítero Vázquez que se retracte. “Manifiesto que mis dichos son mendaces, no se corresponden con la realidad. Solamente fue un comentario sin sentido, solicito a todos el perdón. Me arrepiento de todo el contenido del audio que se hizo circular. Quiero dejar en claro que no tengo nada en contra de las personas de orientación gay, para nada, no es una actitud de Cristo (…)”, sostuvo en sus disculpas.

 

Tras la consulta con obispos, canonistas y la nunciatura apostólica, se decidió que la pena que le corresponde es la “reprensión” y una “penitencia canónica”, que consiste en realizar un retiro espiritual de 15 días en el monasterio benedictino de Luján. En este sentido, deberá meditar sobre la conducta según los contenidos morales, espirituales, teológicos y bíblicos que le serán indicados por el obispo diocesano, con la advertencia de que, en caso de reincidencia, la pena canónica será mayor, pudiendo llegar a la suspensión de su ministerio.

 

El hecho es lamentable y revelador. Se puede observar que, con la explosión de las redes sociales, cada vez más fieles se inmiscuyen en la apologética o la prédica del Evangelio (incluso en la mera crítica destructiva). Pero muchas veces se aleja y distorsiona el mensaje de Cristo. Como en este caso, lo impensable también recae en algunos curas.

 

Lejos de predicar el amor de Dios, el kerigma, solo se aparta a las ovejas del rebaño, en términos de parábola. Para Jesús, la homosexualidad no es un impedimento para amar a sus hijos. Y cabe la pregunta: ¿desde qué lugar busco señalar a un hermano, si mientras apunto con un dedo, otros tres dedos me apuntan a mí? Quien esté libre de pecado, que arroje la primera piedra.

 

Reina actualmente un moralismo utópico que es peligroso, porque pone al ser humano en un pedestal de auto salvación, cuando cualquiera que tenga una fe, una creencia espiritual, sabe que el único que puede redimir es Dios. Muchos hermanos, lamentablemente, caminan por la vida con la espada de la palabra y se creen con el derecho de herir desde una superioridad divina. ¿Cuántos se han alejado de la fe por estas cosas?

 

En todo este escenario, ¿dónde ha quedado el legado de Cristo? Justamente el Dios más humano, que caminó este mundo anunciando el amor del padre a los pecadores, donde jamás enunció una palabra de condena ni de odio. Cabe perfectamente una cita, que suele atribuirse a Gandhi, que dice: “Me gusta tu Cristo, pero no me gustan tus cristianos. Tus cristianos son tan diferentes a tu Cristo”.

 

En el hecho de Vázquez, que es indignante, se pueden sumar las injusticias y condenas que se viven a diario. Pero, también, la sanción invita a la reflexión. No hay que descuidar ese suceso. No viene mal resignificar las cosas, mirarse un poco y corregir con humildad lo que haya que pulir. Al fin y al cabo, los demonios están dentro de uno mismo.

 

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