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Un monumento al bochorno legislativo

Por redacción
| 11 de febrero de 2024

El tratamiento de la ley de "Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos" terminó como tenía que terminar. Pocas veces se ha visto un cúmulo de desaciertos de tamaña magnitud. El siguiente análisis pretenderá dejar de lado toda connotación política que trascienda lo legislativo. En primer lugar, es imposible abordar el tratamiento de un proyecto de ley de semejante magnitud. Operativamente no se puede abordar. Cuesta imprimirlo, no se puede desglosar, no se puede debatir. Y no es un capricho, o escasa voluntad de trabajo de parte de los legisladores. Es materialmente imposible.

 

Inexplicablemente, se decidió no constituir las comisiones que hubieran correspondido al adecuado tratamiento del proyecto. El oficialismo no quiso hacerlo. Cada comisión sabe cómo encarar el tratamiento de las cuestiones que le son propias. Se pretendió amontonar todo en tres, y los resultados están a la vista. Se amontonó todo: los legisladores, los invitados, los discursos, las negociaciones. Luego de largas jornadas de escucha a decenas de ciudadanos que apresuraban sus dichos corridos por un apremiante lapso, se pretendió obtener algo parecido a un dictamen. Intentar que un legislador firme un dictamen sin haber leído su contenido completo es un peligroso disparate. Intentar que cada firmante lea absolutamente todas las páginas del dictamen hubiera llevado días y días. Esta imposibilidad está estrictamente relacionada con el ya citado volumen de la iniciativa.

 

Volumen podría ser una clave del desastre. El tiempo podría ser otra. Y a esta última pueden asociarse varios de los furcios cometidos. A esta altura hay que aclarar que la práctica legislativa, es solo eso: práctica, experiencia, observación, apego a las normas. No es necesario un doctorado en la universidad para obtener alguna destreza en el manejo de los procedimientos. El gobierno nacional decidió que todo debería suceder de inmediato. Todo en enero o, por lo menos, en verano. Lo más importante del año legislativo sucedería al principio. Una rareza. Se suponía que se contaba con personal idóneo en la materia para llevar a cabo tan compleja tarea. No se contaba con esta herramienta. Si estos mismos hombres y mujeres hubieran tenido un tiempo prudencial de adaptación, capacitación y entrenamiento, otro hubiera sido el desarrollo de los acontecimientos. Sin preparación, sin haber leído el reglamento de la cámara, sin haber presenciado nunca una sesión, no cabía otro resultado que el obtenido.

 

Al inicio de la interminable sesión, el dictamen de la mayoría surgido del plenario de las tres comisiones sufrió una particular corrección, ajena al reglamento y a cualquier práctica legislativa seria. El secretario parlamentario, no un diputado, comenzó a expresar a viva voz, y de un modo confuso y desordenado la supresión de una suma de artículos. O sea, a alterar el dictamen. Todo siguió su curso. El Poder Ejecutivo ya había mochado su propuesta original y luego sufriría otra mutilación, esta vez en lectura del miembro informante. Que, a esa altura, ya era poco lo que podía informar. El tratamiento en particular sería otro engendro muy difícil de explicar. A efectos de alcanzar coincidencias imposibles se aplicó todo tipo de artilugios. Novedades absolutas como habilitar el tratamiento por inciso. Un legislador se permitió explicar que este formato llevaría aproximadamente diez días, si todo salía bien. Hay que decir que no todo fue cuestión de formato y organización. Si un legislador discrepa de la inmensa mayoría del contenido de un proyecto y pretende aprobarlo en general, y luego rechazar casi todo en particular, la cuestión es muy compleja. Si pretende aprobar en general un artículo, y rechazar ocho de nueve incisos, se estará frente a nuevas dificultades.

 

Nada quita que siempre se celebre el debate, la multiplicidad de expresiones y las prácticas democráticas que fortalecen al Poder Legislativo. Incluso, cabe señalar que fueron muy destacadas las intervenciones de los legisladores de Unión por la Patria que representan a San Luis. Pero resultará imprescindible mucho más criterio y sentido común. Por lo que se ve no llegará ni pronto, ni fácilmente. Una lástima. Son muchas las diferencias de contenido, pero respetar el Reglamento de la Cámara y la Constitución Nacional es lo mínimo que se puede pretender.

 

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