¡Hasta la victoria siempre, querida "Norita"!”

La historia reciente de la Argentina instaló la existencia de un nuevo tipo de heroínas. Mujeres de apariencia frágil y de un coraje y una entereza únicas. Seres irrepetibles, capaces de enfrentar toda manifestación de fuerza y de violencia para sostener sus mejores convicciones. Para honrar el recuerdo de sus hijos. Para encontrar a sus nietos. Para no claudicar jamás en la búsqueda imprescindible de memoria, verdad y justicia. Mujeres presentes, ahora y siempre.

Se puede hurgar en la fría noticia del New York Times: “Nora Morales de Cortiñas, integrante fundadora de una organización de madres que buscaban a sus hijos desaparecidos por la dictadura militar argentina en la década de 1970 y quien llegó a convertirse en una destacada voz mundial en defensa de los Derechos Humanos, falleció el jueves en Morón, Argentina. Tenía noventa y cuatro años. Cortiñas, conocida comúnmente como ‘Norita’, fue operada de una hernia el 17 de mayo en el Hospital de Morón, al oeste de Buenos Aires, y posteriormente sufrió complicaciones como consecuencia de enfermedades preexistentes, informó el director del hospital. Llevaba una vida tranquila hasta que su hijo Carlos Gustavo desapareció repentinamente el 15 de abril de 1977. Estudiaba economía en la Universidad de Buenos Aires y militaba en un grupo político de izquierda, lo que la convirtió en un objetivo de la dictadura de derecha que tomó el control de Argentina en 1976 mediante un golpe de Estado”. Queda claro que esta crónica no da ni para empezar con la historia de una verdadera heroína.

Vaya entonces una síntesis desordenada y dolorosa de “Norita”. Impulsiva, incansable, divertida, a lo largo de más de cuarenta años Nora Cortiñas sumó a su lucha las denuncias de todo lo que ella consideraba injusticias e inequidades en el mundo. De contextura pequeña, ágil y vehemente, se la veía llegar a los lugares más recónditos de Argentina con su emblemático pañuelo blanco en la cabeza y últimamente verde en el puño para acompañar los reclamos de pueblos originarios, de trabajadores despedidos o de víctimas de violencia institucional, y darles visibilidad con su sola presencia. Aunque la muerte tampoco la vencerá del todo: Nora Cortiñas quedará para siempre en la memoria popular por ser uno de los emblemas más significativos de la lucha por los Derechos Humanos, junto a Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini, Martha Vázquez o Taty Almeida, entre tantas otras. En tanto, Abuelas de Plaza de Mayo compartió un mensaje en la misma red: “Con profundo dolor, despedimos a nuestra hermana de lucha Nora Cortiñas, referente indiscutida del movimiento de Derechos Humanos en la Argentina. ¡Hasta la victoria siempre, querida ‘Norita’!”.

“La Memoria es la base de la lucha, es lo que da el ánimo de seguir. La búsqueda de la verdad y la justicia tiene que ser todos los días, hasta lograr que se sepa sobre las víctimas y lo que ocurrió, para poder llegar a la justicia”, expresó Cortiñas en una entrevista.

Caminó y caminó, pero nunca logró saber cuál fue el destino de Gustavo. Siempre entendió que la Plaza de Mayo era el lugar desde donde reclamar explicaciones al poder político. Que abrieran todos los archivos de la represión era una de sus exigencias. Con la llegada de la democracia, Nora se convirtió en una de las referentes de la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo. En 2012, cuando ya llevaba treinta y cinco años buscando, volvió a presentar un hábeas corpus, como aquel que había firmado en mayo de 1977, redactado por un amigo de su hijo recién recibido de abogado. Fue a la audiencia y el juez le preguntó por qué lo hacía. La respuesta fue punzante: “Porque antes de morirme quiero saber qué pasó con Gustavo”.

A las 18:41 del jueves pasado, la familia de Nora comunicó su fallecimiento a través de un comunicado. “Profundamente preocupada en estos tiempos por la grave situación que atraviesa nuestro país y dispuesta siempre a estar presente allí donde hubiera una injusticia, ‘Norita’ luchó hasta último momento por la construcción de una sociedad más justa. Nos queda el orgullo de haber compartido su vida, su impronta y su enseñanza, que dejarán en su familia y en la sociedad una huella imborrable”. A los pocos minutos de que se anunció su muerte, apareció un cartel en la reja que protege la Pirámide de Mayo. “Nora eterna”, decía.

Ojalá puedas descansar en paz, “Norita” querida.