SAN LUIS - Lunes 20 de Mayo de 2024

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Homenajes múltiples para las leyendas folclóricas autóctonas

Por redacción
| 01 de diciembre de 2014
La emoción durante la presentación del "Sapo" Ávila -centro- se sintió encima y debajo del escenario.

La alegría contenida explotó en los primeros compases del repertorio de "El Trébol Mercedino".

 

Al finalizar, en los pasillos los admiradores del folclore se cruzaron con los estudiantes de la escuela de danza Mi Nahir, que hicieron su cierre anual. Fue un mix de géneros.


A los amantes del buen folclore no los iba a detener un poco de agua, aunque la lluvia sí retrasó un poco el comienzo en la sala Berta Vidal de Battini, pero una vez que se tensaron las cuerdas, el delirio de palmas y gritos no se detuvo hasta el final.

 


Como en cada presentación artística que se celebre en el Centro Cultural Puente Blanco, los asistentes se distraen en el hall, en este caso con la exposición de pinturas “Miradas”, de Mary Benítez y Beatriz Sosa.

 


Con la conducción de Mario Pérez y Nino Romero, amigos de los músicos, fue en una apretada síntesis donde repasaron la historia, de anécdotas, fiestas y los muchos integrantes que pasaron, deleitaron con bromas al respetable público.

 


Después de 9 años sin presentarse en San Luis Capital, el grupo volvió renovado para festejar los 49 años de la formación inicial. El homenaje a los músicos tuvo su momento emotivo en la presencia de Raúl Tránsito Ávila. El “Sapo” es fundador, y también se recordó a otros que pasaron por el combo guitarrero.

 


La versión 2014 de “El Trébol Mercedino” tiene en sus filas a Hugo, el hijo del “Sapo” Ávila, a Julio Coria, y la reciente incorporación al cuarteto de Cristian Mana y Cristian Romero, dos jóvenes guitarristas mercedinos.

 


Y se va la primera con “Escuelita de campo” del "Chivo" Montenegro, le siguen “Quiero ser luz” y “Luna de abril”.

 


El clima festivo en la sala era completamente opuesto al frío exterior, la gente seguía llegando mientras los presentes, enfervorizados, los ponían a tono.

 


El público respetuoso y atento, mostraba júbilo al final de cada tema. Didácticos, en las butacas los conocedores del género se tiraban los títulos o directamente la letra.

 


“¡Tonada, señores!” agitó Julio con “Solamente una tonada”, acompañado por el coro popular. Como en Cuyo se paga al guitarrero, les sirvieron una copita de vino que compartieron todos en escena. Ritos que no se pierden.

 


Julio tomaba la palabra, y resumió el resurgir de esta reunión, que nace de un homenaje a Raúl, y a buscar sangre joven. Son los herederos, humildes pero auténticos, y felices por la convocatoria, que superó las 250 personas, una movida independiente que sorprendió a los organizadores, inclusive.

 


Entre punteos certeros y rasguidos precisos sonaron los compases de “Zamba de Laboulaye”, “A mis hermanas”, “Si fuera un pajarito” y “Casa por medio un guitarrero”.

 


Homenajearon en “Voy andando” a Las Voces del Chorrillero, a quienes les entregaron un recordatorio. Presentes y en primera fila preferencial, subieron “Poroto” Rivarola, “Sapo” Mendoza y “Cholo” Torres, entre la algarabía general.

 


Estrenaron “Un hombre distinto” en San Luis, que sonó antes en Villa Mercedes, en el primer homenaje a “Sapo” Ávila.

 


El fundador fue invitado a mostrar su arte, quien agradeció a los presentes y deleitó con historias del Trébol, de Las Voces y de Los Cantores del Manantial, grupos que “se tomaban unos vinitos al terminar cada show”.

 


El set con el cantor incluyó “Viejo puente de madera”, “Mi sonora compañera” (dedicada a los Bertín, familia de cantores), la emotiva “'Muchacho mío” y “Los teros”.

 


“Salud a todos, por si después no nos conocemos” bromeó Ávila al final de su actuación, “total: ésta y no canto más” dijo antes de “Mi tierra mercedina”, entonada a palma batiente, pero no lo iban a dejar irse así nomás.

 


Y en el Bis se despidieron con “Cuando sopla el Chorrillero”, con aplausos para coronar el cierre de una noche celebrada con emoción, como gauchos bien nacidos.

 


En el Hall esperaron los amigos (los músicos no los consideran ni fanáticos ni seguidores), y hasta allí fueron ellos -sin cambiarse de la prenda utilizada- a fundirse en abrazos y besos con aquéllos que soportaron el frío (afuera) y el calor (adentro) sólo para compartir una velada que no olvidarán.

 


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