Tras dos años sin cantar en la provincia, y a diez de su última presentación en Merlo, Alcides vuelve con ganas de recibir el calor de sus fans, justamente en el lanzamiento de la temporada de verano de la localidad turística.
El cantante atendió a ETC. y en una extensa charla repasó su trayectoria, admitió su admiración por los rockeros y cuestionó el presente de la música bailantera.
"Hay que buscar al próximo referente de la bailanta en el interior; en Buenos Aires los cantantes solo quieren robar y falopearse. De estudiar, nada".
—Con toda tu trayectoria ¿Te sentís un clásico?
—Sí, porque ya cumplí los 50 años con la música, 25 viajando por todo el país con Los Playeros y otros 25 más como solista. Los éxitos que tengo ya son clásicos también, “Violeta”, “Sopa de caracol”, “Negrita mía” se cantan en los partidos de fútbol… en los mundiales. Gracias a Dios, soy un clásico.
—Tus canciones son un comodín que sirve para cualquier fiesta, cumpleaños de 15 o casamientos.
—Es una gran verdad. Parece que una fiesta sin una canción de Alcides no es una fiesta.
—¿Cómo es eso de que sos profesor de acordeón?
—Empecé a estudiar a los 7 años y me recibí a los 12 de maestro de acordeón. Pero nunca di clases porque no tengo paciencia.
—Cuando empezaste ¿quiénes fueron sus referentes?
—Me basé siempre en el Cuarteto Leo, en sus movimientos, sus estrategias, sus canciones. Por supuesto que después de ahí salieron 50. Empecé con ellos y todavía siguen. Me agarré de ahí. Después fui mejorando los temas, cambiando los sonidos, pero nunca salteándome de la orientación mía del ritmo, nunca perdí la identidad. Así es mi estilo.
—¿Ves a alguien que te guste o tome tu posta?
—No. En Buenos Aires es lamentable lo que está pasando. En 2005 o 2006 con Ráfaga y Antonio Ríos, fueron los últimos que salieron y nunca más. Han salido “números fantasmas” que salen en la televisión dos o tres fines de semana y después no te enterás más nada. No existen más. No sale ninguna propuesta.
—¿Hasta qué punto eso es malo?
—Lo peor es que no hay identidad musical. No hay músicos, todos quieren hacer playback y nadie quiere tocar, quieren ser artistas del lunes para el martes. En realidad hay que estudiar y hacer las cosas bien. Ese tema siempre lo hablo con mis músicos y nos preguntamos quién puede salir y la verdad es que no hay nadie. Hay que salir a buscarlo por el interior del país porque en Buenos Aires no hay, quieren salir a robar, a falopearse. De estudiar: nada.
—¿Qué otra música escuchás?
—Santana, "El Indio" Solari, esa es la música que me gusta.
—¿Que te parece la convocatoria que tiene Solari?
—Es que no hay otro: "El Indio" es único. Es un tipo que te mete dos recitales por año sin publicidad, no aparece en programas de ninguna clase y llena. Hay dos generaciones completas que lo aman. Ha hecho las cosas bien. Me acuerdo que en otros tiempos con Los Redonditos había mucho desastre en los recitales pero ahora ya se calmó todo. Cuando actúa El Indio es mágico. Esos son clásicos de verdad.
—¿Y qué te parecen sus letras, tan cerradas?
—Es que queda en la gente y no se lo saca más nadie. "El Indio" lo que no tiene que hacer es sacar temas nuevos. Quedarse en hacer lo mismo porque la gente quiere ir, participar y quiere eso: lo que escuchó de antes lo quiere hoy. Hay que tener mucho cuidado muchas veces con sacar temas nuevos y pisar los viejos El éxito te llega una sola vez en la vida, no dos.
—Como los Rolling Stones, que sacan discos nuevos pero sus shows son con los clásicos
—Claro. Ahí tenés un buen ejemplo, los Rolling Stones hacen lo mismo.
—¿Conocías a alguien que te dio una mano cuando fuiste a Buenos Aires?
—A nadie. Llegó un momento que mi cuerpo y mi cabeza me pedían otra cosa: mi corazón me lo pedía. Y me fui a Buenos Aires sin conocer a nadie. Es como si hoy quisiera ir a Japón y me instalo allá. Si tuviera 30 años lo hago, pero tengo 62. Fui solo, empecé a golpear puertas, a avanzar, caminar, por radios y la televisión, a ponerle la cara y el pecho, como se dice. No fue fácil pero tampoco fue imposible.
—¿Hacés un balance de eso?
—Fue linda la aventura, lo tomo así. Si tuviera 30 años no estoy ni en pedo acá, me iría a otro país pero a esta edad no. Tengo 62 pero me siento bien, el año que viene me voy a Italia a ver al Papa, pero no porque esté Bergoglio, sino que es algo que me debo hace 10 años. He visitado muchos países pero no conozco El Vaticano. En julio me voy unos días de paseo.
—¿Por alguna razón en particular o sólo turístico?
—Me lo debo y lo cumplo el año que viene.
—¿Sacar el pie del acelerador sería un buen motivo, no?
—También, hay unas cuantas razones para estar cerca de Dios.


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