A sus 23 años, Esperanza Alejandra Barzola ya fue mamá cuatro veces. Pero la experiencia de la maternidad, al parecer, ha sido amarga para ella. Los dos primeros hijos que tuvo fueron dados en adopción hace unos años: la jueza de Familia y Menores Estela Bustos explicó que lo hizo al constatar que estaban en situación de vulnerabilidad. Y la más pequeña de su descendencia, Nazarena, murió el viernes pasado producto de maltratos. La joven está detenida e imputada por el homicidio de la beba de cinco meses, al igual que Mario Molina, su pareja y papá de criatura.
La hermana de Nazarena no tiene ningún tipo de lesión, nada. Está inscripta, tiene los controles médicos”, dijo Estela Bustos, jueza de familia y menores nº 2.
La magistrado no precisó en qué fecha le suspendió la patria potestad a Barzola, y se excusó de brindar otros detalles, porque “hay que mantener reserva sobre los adoptantes”, argumentó. Sí refirió que uno de los chicos fue entregado cuando Esperanza todavía era adolescente y que están con familias distintas. “En principio la idea era darlos al matrimonio que tenía a uno de los niños, pero no quisieron tener a los dos”, contó.
Tras tomar la decisión de darlos en adopción, en su juzgado no se tramitaron causas en relación a Nazarena y su hermana de un año y medio, aseguró. “No tenía conocimiento de que existían otros hijos. Acá no hay ningún expediente que haya surgido de denuncias de vecinos, ni de la Policía, ni de salitas de salud”, aseveró. Y aclaró que hay actuaciones, pero vinculadas a hermanos de Esperanza.
“Tutelo menores. Y Barzola, al ser mayor, se independizó y siguió su rumbo. Salvo que en el juzgado entre un comunicado haciendo referencia a algo en particular, no tenemos manera de saber qué sucedió con esa persona. Todo adulto es libre y tiene sus garantías constitucionales. Uno no los puede andar siguiendo”, fundamentó.
Luego de la muerte de Nazarena, y al ser la jueza de Menores que está de turno, Bustos dispuso que los especialistas confirmaran si la hermana de la beba presentaba algún signo de maltrato. “No tiene ningún tipo de lesión, nada. Está inscripta, tiene los controles médicos. A priori, no se ha detectado ningún impedimento para que no esté con la familia que la cuida ahora, que es la paterna”, expresó.
No iban a la escuela y estaban en la calle
La magistrado conoció la historia de Barzola años atrás, cuando los efectivos de la Comisaría del Menor comenzaron un trámite porque los hermanos de ella estaban “en situación de calle” en El Volcán, localidad de donde son oriundos y en la que vivían en ese entonces. En aquel momento, Barzola era adolescente y era mamá de los dos varones. No tenía pareja y los niños llevaban el apellido de ella. Del expediente no surgía si ambos eran del mismo padre, refirió la funcionaria.
“La comunicación que hizo la Comisaría del Menor, en principio, era respecto a los hermanos de Esperanza. Es decir, el expediente no se inició con ella. Pero al abordar a la familia, se supo que era una integrante más. Cuando hablo de ‘situación de calle’ en la que estaban los
menores, me refiero a que andaban solos, deambulando, no iban a la escuela, hacían changas”, describió. En la familia, que es numerosa, “no sólo había agresión; tenía varias aristas”, dijo, y no quiso abundar. Sólo agregó que “de acuerdo a la situación de cada niño se tomaron distintas medidas. Algunos fueron dados en adopción, y otros no”.
Antes de resolver sacar a chicos del seno familiar, en el juzgado trabajan sobre dos puntos, puntualizó. Por un lado, “se estudia la situación de cada uno, la vulnerabilidad familiar o social que pueda tener. Y por otro, se piden todos los mecanismos de contención que el Estado pueda prestar para que la familia supere la crisis. Si la familia es incapaz de superar la crisis con lo que aporta el Estado, no se puede dilatar la situación del chico, y se decide el ingreso a una familia solidaria o darlos en adopción”, resumió.
“Lo que la ley marca –continuó– es que hay que tratar de mantener la unión del grupo. Si la familia de origen no puede sostener lazos afectivos nutricios, que no le hagan daño al hijo, pese a todo el intento de organismos del Estado para apoyarlos, hay que tomar la decisión de separarlos de la familia, si no, el que sufre luego, en definitiva, es el menor”.
Como es habitual en esos casos, los especialistas hicieron informes psicológicos, psiquiátricos y socio-ambientales a la familia Barzola. Pero Bustos no reveló qué surgió en particular sobre Esperanza. “Tramita una causa penal, no puedo brindar esa información ni opinar del estado psicológico de una imputada, menos si es investigada por homicidio”, justificó.


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