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La comunidad de Merlo llora la muerte de Valentín Agüero

Por redacción
| 12 de febrero de 2014

Antes de entrar al quirófano él estaba consciente, movía sus manitos y ojitos. Y le dijimos que quizás ya era hora de descansar. Pero él no quería irse, no quería hacer sufrir a su mamá. Hasta que a las 21 se nos fue”. Triste, muy consternada, pero con una voz llena de orgullo, la abuela de Valentín Agüero, Julia Bustos, recordó la última gran lucha de su nieto.

 

El niño necesitaba un trasplante de corazón.


Ni bien trascendió la partida del pequeño de 12 años, la comunidad de Merlo quedó tapada de dolor y angustia, bajo un lazo negro que abrazó a la distancia a toda la familia Agüero. Es que el corazón de Valentín había despertado una campaña nacional por la donación de órganos, que a partir de hoy seguirá, pero desde arriba.

 


Cuando tenía 6 años le detectaron miocardiopatía severa, un trastorno que le ensanchaba las aurículas del corazón y lo debilitaba hasta disminuirle el bombeo de sangre al resto del cuerpo. Esta enfermedad le cambió la vida para siempre.

 


En el 2011, luego de viajar periódicamente a Buenos Aires, la familia tuvo que mudarse para estar más cerca del hospital Garrahan, a la espera de un milagroso trasplante.

 


Junto a su mamá, Virginia Robles, el niño merlino pasó a llevar una rutina rodeada de ambulancias, medicamentos y análisis, más allá de los juegos, las películas de terror y su nueva escuela.

 


 “En febrero del año pasado su corazón empeoró dos veces y de ahí empezó a tener problemas en el hígado, a vomitar muchísimo. Y a fines de noviembre (también del 2013) me dijeron que lo tenían que conectar a un corazón artificial, que en principio era portátil, pero como no lo pudieron conseguir lo conectaron a uno externo, fijo. Ni bien lo hicieron el 16 de diciembre, pasó una semana con pérdidas de sangre y transfusiones. Incluso a los días lo tuvieron que abrir para hacerle una limpieza. Esa madrugada casi se muere”, contaba Robles hace menos de un mes.

 


El lunes pasado, a las 17, Valentín volvió al quirófano, ya en estado crítico. Y cuatro horas después, murió.

 


“Él tenía que descansar, porque estaba sufriendo mucho. Desde que le pusieron las bombas, lamentablemente le entró un virus en la sangre que le fue comiendo los tejidos donde llegaban las cánulas al corazón. Y los médicos se jugaron la última carta para cambiarle la bomba, pero no aguantó”, recordó con mucha tristeza la abuela, quien igual tuvo tiempo –y ánimo- para destacar el trabajo del hospital y agradecer el apoyo de la comunidad: “Gracias a todos los que nos acompañaron todos estos años. Quiero que sepan que nosotros entregamos todo, al igual que los médicos, que quedaron muy mal porque acá todos lo conocían y lo querían mucho”.

 


A la espera de una partida de nacimiento legalizada, la familia Agüero hoy dará el responso en el cementerio de la Chacarita, para finalmente viajar a Merlo con las cenizas.

 


“No lo vamos a velar, porque queremos que sus cenizas queden en su lugar preferido, en el dique San Felipe. Por eso, el 21 de febrero (fecha de su cumpleaños), nos vamos a juntar todos para despedirlo”, adelantó la abuela.

 

 


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