12°SAN LUIS - Sabado 18 de Mayo de 2024

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"Quien es bombero ama lo que hace a pesar de los riesgos"

Por redacción
| 09 de febrero de 2014

—Como jefe de Bomberos de la Policía de San Luis estuvo en el funeral de los héroes de Barracas. ¿Qué le significó ese momento?
—Fuimos con una delegación de la provincia. En realidad es la afinidad que nos une con distintos organismos de bomberos del país lo que hace que tengamos siempre un compromiso moral una vez que uno ingresa a la Federal. Como yo cuando hice mi primer curso de bomberos en el '94, resultó que quien hoy es el jefe del Cuartel Central de Bomberos, Javier Revilla, fue el instructor de mi primer curso. Son 23 años de amistad desinteresada. Entonces, en esa situación hay que estar. Desde el momento en que se comenzó a difundir la noticia de lo que les había pasado a los bomberos en Barracas, me puse en comunicación con Javier y después con el Jefe de Policía de San Luis, que nos autorizó para que pudiéramos viajar en representación de la provincia a llevar el saludo de pésame. 
—¿Es habitual un derrumbe como el del depósito de Iron Mountain?
—Fue un caso atípico, no es que no se puede prever. Pero la teoría dice que los colapsos generalmente siempre son hacia adentro. Ocurre una situación muy particular con este edificio: el sistema de soporte del techo, que es de cabriadas, a la exposición con el calor dilata y se expande, lo que produce fuerzas hacia afuera. A su vez, hay que tener en cuenta que ese edificio es de data antiguo y su construcción es de tipo mortero, con paredes de cuarenta y cinco  centímetros que soportan todo el peso de la estructura, o sea una construcción que hoy ya no se utiliza. Creo que ahí se conjugaron un montón de factores. En la Policía Federal tienen un libro en el que van asentando el nombre de los caídos en servicio. Ese libro fue inaugurado con la apertura del Cuartel “José María Calaza”, casualmente le quedaban seis renglones vacíos que fueron completados con los nombres de las víctimas simultáneas.
—En un caso así ¿cómo enfrentan un incendio de grandes magnitudes?
—Ese edificio tenía aproximadamente cincuenta mil metros cuadrados. Cuando uno encuentra un gran incendio siempre lo que se hace es analizar las distintas metodologías de penetración al edificio y cómo atacarlo. Cuando son grandes naves industriales, como ésta, el hecho es observar y poder modificar las conductas de ataque mientras va evolucionando la emergencia. De hecho, el bombero no conoce todos los lugares en los que va a trabajar y cuando llega lo primero que tiene que hacer es ponerse en comunicación con responsables de la empresa o la zona afectada para poder reunir a partir de ahí toda la información que es muy necesaria para el ataque de un siniestro.
—¿Las reacciones que deben tomar en segundos son aprendidas?
—Uno va incorporando tips respecto a cómo proceder según las circunstancias. Son acciones de trabajo que uno aprende y sobre todo suma la experiencia de la prevención. Ser bombero en la teoría y no tener ningún incendio en las espaldas evidentemente te hace incompleto. Todo se conjuga, la capacidad del bombero para actuar y para tomar medidas en lo inmediato se lo da la experiencia en la intervención. Las decisiones son más acertadas cuando se trabaja sobre la base del error. El error asumido y analizado es lo que te permite mejorar.
—¿Hasta dónde llega el rol y el riesgo que asume un bombero?
—Esa es una cosa que yo siempre analizo y no es que cuestione, es una profesión de riesgo en que hay que contemplar la pérdida de la vida. Pero estoy en oposición a quedarme sólo con eso. Si tengo un bombero que no se capacita, que no tiene experiencia asumida por intervenciones, que en vez de salir e investigar y practicar se retrae y solamente espera a que surja una emergencia para ir y trabajar, ya lo creo que potencia las probabilidades de riesgo. En cambio, si está practicando constantemente, más allá de que no tenga personas a quienes buscar, va a hacer bien su trabajo. Es como cualquier profesión donde tenés riesgos. Si los reconocés, con esta mayor habilidad que tenés desde lo profesional  los vas identificando y adquirís la posibilidad de bloquearlos. No es que no sea una profesión riesgosa, lo es y mucho. De hecho se puede ser el mejor profesional como ocurrió con el caso de Barracas, eran bomberos de mucha experiencia e intervenciones, y por ahí te sorprende algo que no te dio ni aviso ni posibilidad de pensar.
—La provincia se solidarizó también cuando fue lo del alud en Catamarca, ¿quiénes viajaron esa vez a prestar ayuda?
—Fuimos ocho efectivos y dos canes de búsqueda de cadáveres, sucede que dependiendo la emergencia de lo que se requiere nosotros llevamos un equipo. Para esta situación fue ese número de canes, porque ya había ocurrido el hecho y las probabilidades de sobrevida de quienes estuvieron allí eran casi mínimas. Sabíamos que el río confluía en un dique, entonces la posibilidad de que los cuerpos hubieran sido arrastrados era alta, por eso llevamos buzos de rescate. En Catamarca a las 7 de la mañana nos reuníamos, se determinaba quién haría qué tareas y cómo. Por ejemplo, se designaba la patrulla para ir por el río y peinar todo el recorrido de 12 kilómetros buscando en todos los desniveles, en la acumulación de residuos que dejó la corriente luego de que bajó la crece, que eran los lugares potenciales para encontrar a las personas desaparecidas. Se programaba la tarea, se designaba los líderes de cada grupo y se les decía cuáles eran las precauciones necesarias, en caso de que hubiese tormentas y nuevas crecidas del río Ambato. De hecho los cuatro días que estuvimos fueron de lluvia, así que tuvimos mucha comunicación entre los grupos para estar permanentemente en contacto y recibir directivas que nos permitieron a nosotros secuenciar las tareas. Todas son cuestiones que se analizan, se programan. Como la emergencia es evolutiva el trabajo también cambia. Tomábamos una decisión a las 7 y por ahí la teníamos que modificar a las 10.

 

Ocho bomberos y dos canes fueron a trabajar a Catamarca después del alud.

 


—La gobernadora catamarqueña, Lucía Carpacci, agradeció su labor ¿qué opina al respecto?
—Tengo sabido que envió una carga al gobernador de la provincia de San Luis, Poggi, por el acompañamiento que hicimos. Ahí es donde uno dice: qué agradecido que estoy de tener un grupo de gente que me acompaña, de profesionales que colaboran, que dejan, más allá de la catástrofe, bien plantada a la provincia. En definitiva uno tiene que ir para sumar, si va a entorpecer genera un problema mayor. Entonces cuando uno llega al lugar se pone a disposición. Si hay que trabajar doce horas las hace, no presenta objeciones, no plantea problemas, si no que colabora y está permanentemente viendo de hacer algo más. Ahí es cuando lográs un resultado tan importante como es que un gobernante le mande a otro una carta de agradecimiento. Nosotros jamás vimos a la Gobernadora ni estuvimos en contacto con ella. Pero sí con el Jefe de Bomberos y el de Policía de Catamarca, entonces es muy importante y un orgullo haber recibido esta carta. Imagino que también para el Gobernador lo es saber que tiene gente que se maneja con profesionalismo. Nosotros aprendimos a ser profesionales y al sitio al que vamos lo hacemos con la mayor humildad.
—En este grupo de trabajo del que habla ¿juegan un rol fundamental los lazos de camaradería, el entenderse con sólo un gesto?
—Lógico que sí. Bomberos de la Policía de San Luis tiene noventa y ocho efectivos en total, cualquiera de ellos, según la disciplina de la que se trate, está en condiciones de ir y prestar asistencia como equipo de trabajo. Siempre agradezco contar con ellos, somos como una familia. Nos pasó algo muy particular cuando fuimos a Chile en el 2010 por el terremoto, llevamos bomberos que tenían muy poquitos años de experiencia, pero que ya se destacaban como guías de canes. Para ellos fue difícil encontrarse con grandes extensiones devastadas, el dolor de las víctimas, trabajar veinte días sin luz, ducharse con agua helada, no tener comunicación telefónica con sus familias, porque las líneas estaban caídas. Esto implicó para mí, desde lo anímico, dar un apoyo muy fuerte y ser para los compañeros más jóvenes un puntal.

 


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