Francisco se inclinó para lavar y besar los pies de 12 personas con discapacidad, durante la misa del Jueves Santo en el Centro Don Gnocchi de Via Casal del Marmo, en la ciudad italiana de Roma.
Las personas, afectadas por distintas enfermedades, tenían entre 16 y 86 años, entre ellas un joven libio de religión musulmana.
Frente a cada uno de ellos, el Papa, con una túnica blanca y la estola atravesada como la usan los diáconos, se inclinó para lavar, enjuagar y después besar sus pies.
Para arrodillarse y volver a incorporarse, el Papa fue ayudado por dos sacerdotes, entre ellos el ceremoniero monseñor Guido Marini.
"La herencia que Jesús nos deja es la de ser servidores los unos de los otros", afirmó Francisco en la breve homilía pronunciada poco antes durante la misa, en forma espontánea.
El de la Ultima Cena, agregó el Papa, es un "gesto de despido: es como la herencia que nos deja. El es Dios y se hizo siervo. Se hizo servidor nuestro y ésta es la herencia", indicó un despacho de la agencia ANSA.
"También ustedes -explicó- deben ser servidores los unos de los otros. Y él hizo este camino por amor: también ustedes deben amarse o ser servidores. Y en el amor ésta es la herencia que nos deja Jesús".
"Y realiza este gesto de lavar los pies -subrayó Francisco- que es un gesto simbólico: lo hacían los esclavos, los siervos a los comensales que iban a almorzar o cenar, porque en ese tiempo las calles eran de tierra y cuando se entraba en una casa era necesario lavarse los pies".
Télam.
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