Los devotos buscaron dos recuerdos: las velas y las imágenes del Cristo. La primera para prenderle una luz en sus deseos a cumplir y la segunda para tenerlo en la mesa de luz, en el escritorio o cerca del corazón, en forma de colgante.
Los devotos buscaron dos recuerdos: las velas y las imágenes del Cristo.
A media cuadra de la capilla de la Villa de la Quebrada, Johan Woronko no para un minuto. Los clientes compran cuatro velas chicas a 6 pesos y las grandes a 10. También solicitan crisantemos grandes (10 pesos) y variedades de flores de colores (ramos a 20 pesos), que luego son ofrecidos a la imagen o dejados como ofrenda durante el calvario.
“Lo que más se llevan son los artículos con el retrato del Cristo: llaveros, portarretratos, mates y cuadros”, comentó el joven con un apellido propio de la localidad. Entre los fieles, la gran mayoría viene de la zona cuyana pero también los hay de Chile y Brasil. Johan es muy devoto y lo visitan seguido por su creencia: “Hace 10 años que trabajo para esta época. Estoy contento de recibir a los peregrinos y darles un buen servicio. Voy a la misa de las 11, la primera y después continúo acá. Le pido por mi familia, mis hijos y mis estudios, ya que estoy cursando abogacía. El Cristo es muy cumplidor”.
Darío Fregoso y Mariel Fernández vinieron de San Nicolás, Buenos Aires, para ofrecer su mercadería artesanal. “Vendemos y hay buen precio”, reconoció el comerciante. Entre su mercadería pueden verse botellas que adentro tienen una foto del Cristo, llaveros y colgantes. “Trabajé durante un mes para armar 200 botellas, que traje para la venta. Hasta confeccioné unos colgantes de madera con el nombre de Villa de la Quebrada”, comentó. Dos llaveros se conseguían a 10 pesos.
Darío trabajaba en una fábrica textil hasta que se quedó desocupado. Arrancó ofreciendo productos de la Virgen de San Nicolás y luego comenzó a viajar por todo el país en las fiestas religiosas ofreciendo su material. Cargó el tráiler en su auto y lo llenó la mercadería. En las próximas semanas le toca Córdoba y Santiago del Estero.
Jorge Alberto Gómez, de 61 años, es oriundo de la Villa y al hablar parece que lleva la fiesta en la sangre.
“Mi padre fue uno de los pioneros, siempre estuve en la esquina de Belgrano y Tomás Alcaraz. Este es un pueblo religioso, los visitantes vienen por él, cumplen y se vuelven. Durante el año también se acercan a la misa de las 11 y las 20”, sostuvo.
El comerciante aseguró que se aferró a la creencia al conocer la historia de cómo apareció la imagen. “Acá se habla de él y nada más”, explicó y confesó que si bien hay trabajo aseguró que “el que no trabaja es porque no quiere”.
En cuanto a su comercio, Gómez expresó: “El Cristo de acá es distinto a cualquier otro, por eso su imagen es buscada. La gente lleva 14 velas, en representación de las estaciones”.
Vaya por donde se vaya, en la plaza central siempre había alguna señora con un paquete de velas en la mano entrando al Calvario o algún hombre que guardaba en sus bolsillos algún souvenir de la fiesta que año a año es prueba de la devoción y la fe en los sueños imposibles.


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