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Jair: una vecina dice que la madre maltrataba al nene

Por redacción
| 18 de junio de 2014
Lo veía venir. La joven dice que oía como maltrataban al nene.

A Jair no le gustaba estar en su casa. Uno se deba cuenta de eso, porque su mamá era re mala con él. Cuando uno le veía los ojitos siempre los tenía tristes. Por eso, cada dos por tres se iba solito de ahí y nos golpeaba la puerta, quería estar con nosotros", revela Griselda Pérez, una vecina de Lamadrid 265. Allí es donde vivieron los últimos cuatro meses Liliana Luchessi, su nueva pareja y el bebé y es, también, donde los paramédicos lucharon, sin caso alguno, para regresar a la vida al pequeño de un año y nueve meses.
La chica de 19 años no lo dice, pero lo repite tanto que se nota que extrañará no volver a ver al nene casi aglutinado a las rejas de la puerta de su vivienda. Dice que cuando ella o alguien de su familia pasaban por el frente del domicilio, Jair los miraba y les gritaba como a la espera de que alguno de ellos lo rescatara.
Griselda vive desde que nació en esa esquina del barrio San Antonio de Villa Mercedes. Reside ahí junto a su madre y sus hermanos. "Jair siempre buscaba cariño en nosotros. A mi mamá le decía 'Lela', a todos nosotros nos decía 'tíos', a  mi hermanita de trece años le decía 'Ma' y a su propia madre, a Liliana, le decía 'Yiyo'. Nosotros, en cambio, le decíamos 'Peque', porque era chiquitito", detalla. Cuenta que conoce a la mujer de 26 años desde mucho antes de que quedara embarazada y a Bruno Pacheco, la pareja de ella, también. "Salíamos a bailar y, como él venía a casa, los presenté. Ahí se conocieron", relata. El muchacho tiene 24 años y no tiene trabajo fijo, pero se las arregla como albañil.
En febrero la pareja se mudó al lado de la casa de los Pérez. Pero después de dos meses la amistad se comenzó a deshacer. "Ella se hacía mucho la cabeza con que estaba embarazada. Y de ahí empezó a maltratar al nene", dice. "Del dormitorio de ellos adonde vivimos nosotros se escucha clarito. Todos los días, sobre todo a la noche, oíamos cómo lloraba el chico y cómo la madre le gritaba. A veces hasta escuchábamos las cachetadas que le pegaba", asegura.
Todos los malos presentimientos de Griselda y de los suyos se confirmaban al otro día, cuando veían al pequeño. "Siempre solía estar golpeado y con quemaduras por acá", denuncia mientras señala con sus dedos alrededor de su cuello. "Cuando le preguntábamos a Liliana qué le había pasado al chico, siempre nos decía que se había caído de la hamaca. Pero las marcas que tenía no eran de una caída. Cuando le decía que le pegaba siempre lo negaba, me decía 'No, gorda, nada que ver'", agrega.
Afirma que una vez los moretones de su cara eran tan exagerados que una de sus hermanas les sacó unas fotos con el celular. "Les mostramos las fotos a un médico de una salita, para que nos dijera qué podíamos hacer, pero todo quedó en la nada. Ahora la Policía tiene secuestrado el teléfono", explica.
Como la joven no vio muchas alternativas, encaró la situación a su manera. "Tuve dos o tres agarradas con ella. Le dije '¿no te cansás de pegarle a tu hijo? Pobre de vos si le llega a pasar algo al nene' y me gritó ' ¡Vos no te metas! ¡Es mi hijo'. También me amenazó con que si yo le ponía un dedo encima a ella me iba a denunciar", recuerda.
Según Griselda, esas mismas discusiones tenía Liliana con Bruno. "Él a veces subía el volumen del equipo de música para que nosotros no escucháramos cuando él le pegaba a ella. Lo hacía porque no quería que golpeara más al bebé. Muchas veces escuchábamos cuando él le gritaba '¿Qué hacés?', como retándola por cómo le pegaba el Peque", narra. La joven dice que no advirtió ningún grito o llanto la tarde del lunes. "Nos acostamos tarde y yo duermo como un tronco. Cuando me levanté, a la una y media, vi la ambulancia en la calle", cuenta. Las puertas abiertas de par en par del vehículo, le permitieron ver qué pasaba adentro: los médicos trataban de reanimar al chiquito. "Ella (Liliana) miraba desde la ventana de la ambulancia. Estaba con la cara de siempre, ni una lágrima se le cayó. En un momento, se dio vuelta y se hizo como la que se tapaba la cara", rememora.
Pese a todo, la vecina dice que siempre tratará de recordar a Jair como al nene al que le costaba desprenderse del cuello de su hermana y que vivía prácticamente en su casa, como el ‘Peque’.

 


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