SAN LUIS - Domingo 19 de Mayo de 2024

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Lesa humanidad: un acusado dio su versión de cómo murió Cobos

Por redacción
| 20 de junio de 2014
Igual que hace 38 años: en la escena del crimen estaba el Gordini, el Unimog y el cuerpo de Cobos.

El Tribunal Oral Federal que juzga a 29 imputados por delitos de lesa humanidad cometidos en San Luis durante la última dictadura militar (1976-1983) realizó ayer la reconstrucción del asesinato del militante político Raúl Cobos en el lugar donde sucedieron los hechos el 20 de setiembre de 1976. A la esquina de San Juan y Abelardo Figueroa, del barrio Jardín Sucre, llegaron los magistrados Héctor Cortés y Marcelo Alvero para constatar, mediante testigos, cómo ocurrió el homicidio. Y por primera vez en siete meses de juicio uno de los imputados, el ex subteniente del GADA 161, Armando Martínez, dio su testimonio. Pidió participar de la inspección judicial porque estuvo en ese allanamiento y también respondió preguntas de los jueces, el fiscal, los querellantes y abogados defensores.
Además, asistieron los hijos de Andrónico Agüero (detenido aquel día por efectivos de Policía), María del Carmen y Daniel. Otros de los citados a declarar fueron: el vecino Argentino Olguín, quien firmó el sumario policial como testigo, y el comandante de Gendarmería, Gustavo Barrientos, autor del dictamen pericial del sumario policial 481/76 de 138 fojas incluido en la causa.
Al frente de la vivienda que fuera de la familia Agüero el Tribunal hizo traer un Renault Gordini igual al que usó la víctima aquel día, un camión Unimog del Ejército y un maniquí que representaba el cuerpo de Cobos. La primera en testificar fue María del Carmen Agüero, quien ratificó lo dicho en la sala de audiencias la semana pasada. Se ubicó en la puerta del testigo dijo que los soldados apostados en el camión también corrieron hasta el vehículo y primero actual garaje de la vivienda y le mostró a los jueces dónde estaba el auto y el camión, además de la ubicación del comisario Víctor Becerra, a escasos dos metros de ella, junto al árbol que todavía sobrevive en la entrada de la casa. Reiteró que cuando el Gordini se detuvo, Becerra empezó a gritar y salió corriendo hacia el auto con un arma y allí empezaron a dispararle. La sacaron a la persona que manejaba (Pedro Ledesma, aún desaparecido) y lo tiraron sobre el asfalto.
Y que después Becerra, con el otro policía, Juan Garro, fueron por el lado del acompañante. Que vio fogonazos y escuchó más disparos: “Sonaban como cohetes y se veían luces celestes”, declaró. Luego dijo que lo sacaron a Cobos entre dos hombres, que uno lo tomó de los brazos y el otro de los pies, cruzaron la calle, fueron hasta la parte trasera del camión, lo bambolearon y arrojaron adentro.
La versión del acusado Martínez, que tenía 23 años en esa época, fue totalmente distinta.
Dijo que ese día a las 18, le llegó una orden por escrito del jefe del Comando al que identificó con el apellido Moreno para que fuera al domicilio de Andrónico Agüero y constatara si allí vivía Raúl Cobos. Y que luego diera aviso a la Policía. Confirmó que llegó cerca de las 19 en un Unimog junto a dos suboficiales, uno de ellos era el sargento 1º Blanco, y seis soldados. Se bajó y cuando iba a ingresar a la vivienda lo vio apostado al comisario Becerra y le dijo que no interviniera porque traía órdenes. Se presentó con la familia que estaba, como dijo María del Carmen, “tomando mate en la entrada de la casa”, y al consultarles si Raúl Cobos vivía allí, dijo que Andrónico le contestó que lo hizo durante un tiempo pero que hacía tres meses que se había ido. Y que dejó algunas pertenencias como una moto Zanella que estaba en el fondo de la casa.
“Cuando entramos con Agüero a ver la motito, escucho la rayada de un auto, después unos gritos y finalmente varios disparos. Me di vuelta y salí gritando hacia la calle ¡alto el fuego! ”, relató Martínez. Cuando llegó dijo que vio dos hombres tirados boca abajo en el asfalto del lado del conductor y a Cobos tirado boca arriba, ensangrentado sobre su lado izquierdo y que parecía muerto. Que además había un soldado herido en una de sus piernas (no especificó cuál, ni dónde) y al otro le sangraba la ingle y se quejaba de dolor.

 


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