La Iglesia sanluiseña renovó su fe en Jesús Sacramentado

Cientos de feligreses colmaron ayer la Iglesia Catedral de la ciudad de San Luis para participar de los festejos de Corpus Christi (cuerpo de Cristo), el rito católico que celebra la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. La actividad comenzó con una misa dirigida por el obispo Pedro Daniel Martínez, quien luego encabezó una procesión por calles del centro para bendecir la ciudad. Las parroquias replicaron lo mismo en cada lugar de la diócesis puntana.

"En los momentos difíciles, aún en el dolor, no olvidemos la obra del Señor, Dios no nos abandona"

El gobernador Claudio Poggi y el intendente Enrique Ponce asistieron con sus gabinetes y acompañaron toda la celebración, que duró alrededor de horas. En su homilía, monseñor Martínez recordó a San Juan Pablo II y su proclama de “abrir las puertas a Cristo sin tener miedo” para recibir su bendición en la familia. 
También, se refirió a lecturas de la misa que aludieron al pueblo de Israel y el cruce del desierto hacia la tierra prometida; episodio en que Dios provee maná y agua. “En los momentos difíciles de la vida, aún en el dolor y las dificultades, no olvidemos las obras del Señor, Dios no nos abandona: aún en medio de las dificultades nos da de comer”, manifestó. El obispo llamó a tomar esa enseñanza para aplicarla en la sociedad puntana y en el plano personal. “Cuando caminamos hacia la vida eterna, esa tierra prometida, necesitamos alimentarnos. Las dificultades de la vida, las inclemencias de los tiempos personales y sociales, hacen que, como en el desierto, necesitemos el maná, ese pan de ángeles. Jesucristo nos alimenta y nos da fuerza”, afirmó.
Martínez pidió remontarse a la primera Comunión, momento de “trasparencia e inocencia”, y describió el significado del sacramento de la Eucaristía: “Jesucristo transforma nuestro corazón, quien bebe su sangre y come su carne tiene la vida eterna”, dijo. El religioso argumentó que “quienes comulgan son purificados en su inteligencia, memoria, mirada y corazón por Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre”. En el cierre de su homilía, Martínez instó a encontrar la paz de Cristo en forma individual y rezar por la paz social. “Pío XII decía que todo se da con la paz y todo se pierde sin ella”. 
El siguiente paso de la ceremonia fue la Eucaristía. Por la gran cantidad de gente establecieron seis filas para comulgar, una fuera de la nave central del templo. Para los fieles celíacos se dispuso la Comunión en la sacristía. 

Camino de fe
El obispo fue secundado por autoridades políticas durante la procesión, que partió desde la Catedral por Pringles hasta el banco Nación; allí esperaba un altar montado en las escalinatas de la entidad donde se extendió la bendición de Jesús Sacramentado para las familias. 
Luego se continuó hasta Chacabuco para girar hacia Illia. La columna de feligreses, que se extendía por unos 400 metros, se detuvo en Junín y San Martín, donde se estableció otro altar para que monseñor Martínez ofreciera bendiciones. 
El recorrido siguió hasta Rivadavia para llegar nuevamente a la Catedral: las campanas sonaron para recibir el Santísimo Sacramento. En la última instancia de la celebración, la banda Infanto Juvenil interpretó el Himno Nacional Argentino. Acompañaron en la actividad representantes de todas las parroquias y colegios católicos de la ciudad.