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San Luis ya tiene su mapa de erosión

Por redacción
| 06 de julio de 2014
Estas áreas demostrativas están ubicadas dentro de las cuencas agrícolas con mayor susceptibilidad o riesgo de erosión hídrica.

Las mediciones en las cuencas de El Morro y El Amparo Sur son alarmantes. Casi el 10 por ciento del agua que cae en época de lluvias se pierde en aquellos cultivos implantados con siembra directa a favor de la pendiente y cada milímetro escurrido por hectárea equivale a 10 metros cúbicos. Y encima, se lleva 2,24 toneladas de la mejor parte del suelo por año.

 

Cada milímetro de lluvia escurrido por hectárea equivale a diez metros cúbicos, según mediciones realizadas en lotes de las cuencas de El Morro y El Amparo Sur.


Estos números muestran la dimensión y la gravedad del problema que trae un mal manejo agrícola en los frágiles suelos de San Luis y fueron revelados por el Ministerio del Campo tras un extenso trabajo técnico realizado con el Laboratorio de Interpretación de Imágenes y SIG, con el que elaboraron un “Mapa de erodabilidad de suelo” de toda la provincia.

 


Para el jefe del Programa Producción Agropecuaria, Carlos Larrousse, es importante para estos ecosistemas frágiles encontrar puntos de equilibrio entre la producción y los riesgos de un manejo inadecuado de los suelos y de los recursos naturales. Hoy el Ministerio del Campo realiza la sistematización de pequeñas áreas demostrativas para que el productor vea la posibilidad concreta de conservar tan importantes recursos.

 


Estas áreas demostrativas están ubicadas dentro de las cuencas agrícolas con mayor susceptibilidad o riesgo de erosión hídrica, definidas en la ley provincial de Protección y Conservación de Suelos como “distrito de conservación y manejo obligatorio de suelos”.

 


El funcionario recordó que la intensificación y expansión agrícola aumentó la producción de granos, la incorporación de nuevas tierras al mapa agrícola del país y empujó a la ganadería a tierras más marginales: “Sin embargo, es necesario advertir sobre los riesgos de una simplificación extrema de los sistemas productivos que alcanzan su máxima expresión en el monocultivo de soja”.

 


Advirtió que esa expansión agrícola ocurre hacia zonas extremas, y particularmente la fragilidad de los ecosistemas de provincias como la de San Luis plantea una incompatibilidad con la sustentabilidad de la agricultura, e incluso ganadera, en estas regiones.

 


San Luis no escapa a los procesos degradatorios que sufre el país, aseguró y estimó que sufre procesos de erosión hídrica en gran parte de su superficie: “Son relativamente graves en casi un 15.3 por ciento de su extensión, sin contabilizar la afectada con erosión hídrica entre surcos”.

 


En la provincia, la Ley de Protección y Conservación de Suelos IX-0315-2004 y su decreto reglamentario 2651-MdelC-2007, declara de interés general la acción tendiente a la conservación y recuperación de la capacidad productiva de los suelos y explica que la degradación de los suelos y la disminución de su capacidad productiva aparecen como una limitante fundamental para alcanzar una producción estable o creciente y que la erosión hídrica es un fenómeno grave y extenso, que afecta a las tierras más aptas para la producción agropecuaria.

 


La necesidad de desarrollar y difundir prácticas y procedimientos que deberán aplicarse para la conservación, mejoramiento y recuperación de la capacidad productiva de los suelos puntanos llevó al Ministerio del Campo a desarrollar algunas acciones, como la capacitación de ingenieros agrónomos, la concientización de los problemas erosivos, la sistematización de pequeñas áreas demostrativas, entre otras.

 


Las dificultades que se han encontrado para una mayor utilización de técnicas de conservación de suelos son, entre otras, los escasos conocimientos de los productores del manejo de tales sistemas, la falta de asesoramiento integrado de los sistemas productivos y la alta rentabilidad económica de corto plazo del cultivo de la soja, describió Larrouse.

 


La conclusión del funcionario es que en San Luis existen pérdidas de suelo importantes, aún bajo siembra directa y que éstas son menores en siembra directa que siembra directa a favor de la pendiente.

 


Esto datos técnicos y la totalidad del informe ya se encuentran a disposición de los técnicos que trabajan en proyectos de suelo y se pueden consultar en http://www.campo.sanluis.gov.ar/.

 


Medición de la escorrentía

 


El trabajo de medición se realizó en dos establecimientos ubicados en la cuenca del Morro y cuenca sur del Amparo. En ambos casos se ubicaron lotes agrícolas con historias similares de agricultura continua en más de quince años, estos últimos bajo siembra directa según los productores.

 


El ensayo se practicó en la época lluviosa para medir la efectividad del cultivo en contorno o con curvas de nivel en siembra directa para disminuir el escurrimiento y la erosión hídrica, y el accionar del escurrimiento y la cantidad de sedimentos con las lluvias que ocurren en la época estival.

 


Se diseñaron seis parcelas, con dos tratamientos, a favor y en contorno, y tres repeticiones de cada una de ellas, que fueron ubicadas en las dos cuencas.

 


Como resultado se concluye que las parcelas sembradas en contorno escurren menos lámina de agua que las sembradas a favor de la pendiente. Del total de precipitación caída en el periodo estudiado para esta cuenca, el 9,08 por ciento se pierde en forma de escorrentía en las parcelas sembradas a favor de la pendiente en comparación al 7,53 por ciento de las parcelas en contorno.

 


Para Larruse, los cálculos muestran una realidad alarmante: “Si tenemos en cuenta que cada milímetro escurrido por hectárea nos da 10 metros cúbicos de volumen de agua, podemos tomar conciencia de la magnitud del problema, ya que esta agua es la que provoca los problemas de erosión hídrica observados en la cuenca”.

 


Pero también sugirió mirar los promedios de los sedimentos en kilos por hectárea  que se pierden con el agua de escorrentía para los eventos observados durante el cultivo de maíz. En este caso, las pérdidas de suelo en contorno también adquieren bastante magnitud, 1,59 toneladas por hectárea en comparación a las 2,24 toneladas de suelo perdidos con la siembra a favor de la pendiente: “Esto significa una reducción del 29,04 por ciento de pérdida de suelo por el solo hecho de sembrar en contorno”.

 


Claro que estos volúmenes de pérdida de suelo sólo fueron calculados para el 30 por ciento de las lluvias que caen en el sector, que fue el periodo estudiado: “Si consideramos el total de las precipitaciones podrían superar ampliamente las previsiones de pérdidas aceptables de 4 toneladas por hectárea que se utiliza como límite máximo”.

 


Los resultados para la cuenca El Amparo sur son similares que en la cuenca El Morro; la lámina de agua escurrida en la siembra a favor de la pendiente es mayor que la realizada en contorno. El porcentaje de agua escurrida a favor de la pendiente con respecto al total de precipitación es del 9,5 por ciento y del 8,4 por ciento para la siembra en contorno.

 


En cuanto al promedio de la cantidad de sedimentos en kilos por hectárea, las pérdidas de suelo en contorno también adquieren bastante magnitud, 1,06 toneladas por hectárea en comparación a las 1,40 toneladas de suelo perdidos con la siembra a favor de la pendiente. Esto significa una reducción del 24,3 por ciento de pérdida de suelo por el solo hecho de sembrar en contorno. Estos montos de pérdida de suelo sólo fueron calculados para el 25 por ciento de las lluvias que caen en el sector.

 


La erosión hídrica está definida por los especialistas como el proceso de desprendimiento y arrastre acelerado de las partículas del suelo causado por el agua. Esta ejerce su acción de dos maneras diferentes: por el impacto de la gota de lluvia sobre el suelo y por la escorrentía (agua que escurre de manera superficial).

 


Estos procesos erosivos constituyen impactos negativos, que dan como resultado una degradación progresiva del recurso suelo (disminución del espesor del perfil), advirtieron especialistas locales en las primeras jornadas nacionales de suelos semiáridos desarrolladas el año pasado en la ciudad de Villa Mercedes.

 


Durante las primeras jornadas nacionales de suelos de ambientes semiáridos y segundas jornadas provinciales de agricultura sustentable, realizadas en setiembre del año pasado, los especialistas Fabio Solari, Osvaldo Barbosa y Carlos Larrusse hablaron de los "factores que inciden en la erosión".

 


La erosión hídrica del suelo, dijeron, es el resultado de la interacción de diferentes factores, como el potencial erosivo de la lluvia, susceptibilidad del suelo a la erosión, longitud de la pendiente, inclinación o pendiente del terreno, manejo del suelo, del cultivo y de residuos de cosecha; y la realización de prácticas conservacionistas complementarias.

 


Dentro de los factores, advirtieron, el potencial erosivo de la lluvia y las características topográficas del área (longitud de la pendiente e inclinación de la pendiente) constituyen el componente energético, capaz de desprender las partículas elementales del suelo y producir erosión en surcos.

 


Mientras los factores susceptibilidad del suelo a la erosión, manejo del suelo, de los cultivos y de residuos de cosecha y prácticas mecánicas conservacionistas complementarias, constituyen el componente que disipa la energía.

 


"La erosión, así interpretada, es efectivamente el trabajo mecánico resultante de la acción de la energía incidente sobre determinada superficie del suelo que es solo parcialmente disipada".

 


Para los especialistas, los efectos de la erosión hídrica conducen a una reducción en los rendimientos de los cultivos debido a la pérdida, en forma de escorrentía, de agua disponible para las plantas; pérdida de suelo y nutrientes disueltos en el agua de escorrentía y en los sedimentos transportados por ésta, y cambios adversos en las propiedades edáficas.

 


De todos modos, aclararon que por lo general, los procesos erosivos no tienen un carácter catastrófico en campos agrícolas y no suelen afectar a la producción de un año para el siguiente: "El productor no percibe el problema y cuando éste resulta muy evidente se resiste a aceptarlo, porque ello implica reconocer que sus prácticas agrícolas habituales no son las más adecuadas".

 


Otro aspecto que sobresalió en estas exposiciones técnicas fue la definición de la fuerza erosiva de las gotas de lluvia que actúa en la zona entre surcos: "Su impacto sobre el suelo desnudo disipa una gran cantidad de energía. Se calcula que cuando llueven gotas de 6 milímetros de diámetro, la velocidad de impacto alcanza hasta los 32 kilómetros por hora".

 


Ante esta energía disipada en el suelo,  explicaron, que parte de éste se desprende y se mueve radialmente debido al impacto de las gotas, mientras que la película de agua que cubre el suelo va creciendo verticalmente y rompe en pequeñas gotas que pueden transportar el suelo hasta 0,60 metros de alto y 1,50 metros de distancia.

 


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