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Jorge, el lustrabotas que recibió la bendición del Papa Francisco

Por redacción
| 26 de agosto de 2014
Una imagen, un anhelo. Díaz adjuntó a su carta una foto suya junto a su pequeña hija Syhamara.

Jorge Díaz tiene 53 años y hace 45 que es lustrabotas. Con su cajón lustró en Buenos Aires, Mendoza, San Juan, La Rioja, Chile, Bolivia, Uruguay y Brasil: hace 6 años se afincó en San Luis. Su fe en San Expedito y San Jorge le marcaron siempre el rumbo. Y la noticia de un papa argentino fue tan inspiradora que el 29 junio se animó a escribirle. “Mi gran sueño es conocer al elegido del camino de Jesús”, dijo Díaz acerca del objetivo de su carta a Francisco, en la que además pidió por sus clientes. “Ellos son quienes me dan de comer”, remarcó el lustrador, que desarrolla su oficio en la esquina de San Martín y Pringles. El 8 de agosto, finalmente, llegó la respuesta del Vaticano al barrio Eva Perón con la bendición del Sumo Pontífice. “Quizá no tenga la suerte de conocerlo personalmente, pero el sólo hecho de haber recibido esa carta me transmitió mucha tranquilidad espiritual”, aseveró. Aunque confesó que sigue soñando que un día llegue el boleto desde Italia.

 

El Vaticano le envió un correo con imágenes de Benedicto XVI y del actual sumo pontífice.


Díaz contó que hacía tiempo que tenía ganas de escribir y no se animaba. “Uno se cuestiona que es lustrador, que es pobre, que seguro no le contestan. Y me contestaron muy rápido”. Dijo que  cuando se decidió, el hermano del reconocido padre Padilla le consiguió los datos para enviar la correspondencia. “Cuando me dijeron que había llegado una carta del Vaticano me pellizcaba, era un sueño”. En el correo que partió de San Luis hacia San Pedro junto a la carta fue una foto de Díaz con su hija Syhamara. Desde la Santa Sede vino la respuesta firmada por Monseñor Peter Wells, asesor de la Secretaría de Estado vaticana: “Su Santidad agradece este gesto de cercanía, al que corresponde un recuerdo ferviente en la oración por usted y por las personas e inquietudes presentes en su corazón. Asimismo el Papa Francisco suplica que rece por él y por los frutos de su servicio al Santo Pueblo de Dios, a la vez que imparte de corazón la Bendición Apostólica, como prenda de copiosos favores divinos”. Además, la respuesta llegó con dos fotos de Benedicto XVI y una de Francisco con el sello vaticano. “Ves la humildad que tiene”, subrayó Díaz. Y manifestó que le ofrecieron $1.500 por las imágenes, pero aclaró que "no están en venta”.

 


La vida del lustrabotas no fue fácil, y los detalles de su historia están en las líneas que escribió para el Papa. Con sus hermanos pasó hambre en la pequeña localidad cordobesa de Serrezuela, que está a 198 kilómetros de la capital provincial. Su madre se alejó del padre de familia, un ferroviario alcohólico y golpeador, y crió sola a sus 17 hijos. Así a los 8 empezó su oficio y a los 9 huyó con su cajón de pomadas en un tren carguero a Córdoba, donde vivió en la calle. Regresó 9 años después a su pueblo. Su madre lo había buscado con la Policía y vencida, lo dio por muerto. “Cuando volví no lo podía creer. Lloramos todos”, rememoró. También le contó al Santo Padre de su obra en dos merenderos que sostuvo sin ayuda ni gubernamental ni eclesiástica en La Rioja, donde vivió 22 años. “Lo mantenía como lustrador y juntando cartones por toda la ciudad. Con una de mis mujeres tuve uno donde llegué a darles la merienda a 120 chicos. Después me separé y con mi actual señora tuve otro donde iban 30 chicos. Pero la situación se puso tan mal que no pude seguir. Cuando les di la noticia a los chicos lloramos todos juntos. No es fácil”, recordó.

 


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