Hartos de los robos, vecinos de la zona sur denuncian abandono
Un grupo de vecinos del barrio Lucas Rodríguez denuncia amenazas e inacción de las fuerzas de seguridad.
Vecinos y vecinas del barrio Lucas Rodríguez ya no saben qué hacer ante la ola de robos, asaltos y amenazas que vienen sufriendo hace ya unos meses. Esta semana, movilizados por la situación acuciante que viven, enviaron notas y pedidos a diferentes organismos estatales para pedir mayor presencia policial en el barrio, y que se erradiquen basurales en descampados y asentamientos en propiedades abandonadas que los delincuentes usan a su favor para llevar adelante sus objetivos "non sanctos".
El Diario de la República dialogó con un grupo de moradores de la manzana F de la barriada, los más afectados. Es que los frentes de las casas ubicadas en las aristas sur y este de esa manzana dan directamente hacia un descampado y hacia una propiedad abandonada. “Lo que más complicaciones trae es el baldío de enfrente. Cuando cae la noche, la oscuridad es total, y los delincuentes se esconden y desde allí observan todo. Salimos 45 minutos de la casa y en ese tiempito se metieron y casi nos desvalijan la casa; nos salvó una vecina que avisó que oía ruidos. Cuando volvimos tenían todo listo para llevárselo, pero solo se fueron con las cosas más pequeñas”, precisó Virginia, que vive junto a su hermana.
Ana, otra vecina de la misma manzana, aseguró que no sale de su casa de noche. “Cuando baja el sol ya me quedo encerrada. Soy sola y me da mucho miedo andar, más con las cosas que están pasando”, precisó la mujer.
La principal queja de los vecinos es sobre el estado de abandono total de ese baldío y la propiedad, que pertenecía a una antigua fábrica de picadillo. “Anoche (por el jueves) mismo la Policía andaba persiguiendo a uno. Se metió en el baldío, entre los yuyos, y logró escaparse. Así se ven situaciones todas las semanas”, mencionó Ana.
Los vecinos presentaron notas en la Municipalidad de San Luis, en el Concejo Deliberante, en el Poder Judicial, en la Legislatura, en el Ministerio de Seguridad y ante el procurador general. “El único que nos atendió y nos explicó cómo funciona el tema de las fiscalías y las investigaciones fue el procurador (Luis) Martínez. De los demás no hemos tenido ninguna respuesta”, precisó Andrea, otra de las vecinas que decidieron exponer la situación ante los medios.
Ella también fue víctima de una intrusión en su casa, pero, a diferencia de lo que vivieron las hermanas que viven juntas, ella estaba en la propiedad. “Sentí ruidos en el fondo. Cuando salí vi a dos tipos, uno en el patio y otro en el techo. El que estaba en el suelo le estaba alcanzando unos tachos de pintura y unas herramientas al otro. Cuando me vieron, el de abajo pegó un solo salto y en segundos desaparecieron”, mencionó la mujer, que vive sola con su hija.
Los vecinos también sufrieron amenazas ante la decisión de denunciar lo que viven. “El otro día estaba limpiando ahí enfrente, en el baldío, cortando unos yuyos y pasaron dos muchachos en moto y me gritaron: ‘Vieja de m… seguí jodiendo y te vamos a hacer cagar’. Me dio tanto miedo que me volví a encerrar”, contó Marcela, otra residente del barrio, cuyo frente da al baldío ubicado en las calles Los Tulipanes y Los Girasoles.
Héctor también es un vecino del Lucas Rodríguez. En su caso, vive en la manzana E, sobre la calle Los Jazmines. Si bien su casa no da frente a los puntos más complicados, su casa también fue atacada. Se colaron en la vivienda cuando ellos no estaban, un fin de semana largo, y les robaron hasta los juguetes de su hija. “Cuando volvimos de viaje y entramos vimos todo revuelto. Se habían metido por el patio y se llevaron hasta un cajón con juguetes de mi hija. Fue terrible, ella no entendía nada”.
Todos coincidieron en que la fábrica de picadillo abandonada es el principal problema. “Ahí hacen juntada, se meten y la usan de refugio. Se drogan y después salen a ver si pueden robarse algo para seguir ahí. Ya estamos cansadas. Somos gente grande y que ha trabajado toda la vida. Vivir así nuestros últimos años no es vida, y no nos queremos ir de nuestra casa. Un vecino puso la casa en venta porque ya le robaron tres veces y no quiere vivir más así”, concluyó Virginia.


Más Noticias