Cacho Garay: historias pueblerinas en busca de un estilo cómico propio

El moño, las manos en los bolsillos, la barba de días, las mechas mojadas cayendo sobre los hombros, la cara de tristeza y un desgano para hablar conforman el personaje con el que Cacho Garay conquistó a buena parte de los argentinos. El resto es un toque de ingenuidad, chistes comprensibles para todos y una saludable negativa a decir malas palabras.

Una habilidad en el humorista mendocino es callarse justo en el momento de referirse a algún órgano sexual. El silencio que produce genera complicidad y risas.

Una habilidad en el humorista mendocino es callarse justo en el momento de referirse a algún órgano sexual. El silencio que produce genera a la vez una complicidad que, en el ámbito de un teatro, con gente que pagó para ver un show de humor, causa sonrisas.

En su segunda visita del año a la provincia con "Toy felí" (el mismo show que presentó a finales de enero en la misma sala), Garay enrostró su capacidad para contar un chiste tras otro, a veces con ritmo cansino y hasta con final anticipado, pero siempre con la gracia latente. Pese a la cercanía con la presentación anterior y a que era posible que muchos chistes se repitieran, el contador feliz llenó la sala Hugo del Carril y hasta dejó a gente con ganas de entrar.

Es que el humor de “Cacho” es evidentemente popular y no hace divisiones, aunque es el público adulto –mujeres, preferentemente- el que recibe el mayor direccionamiento. Ya desde la selección musical, con temas de “Los Naúfragos”, “Los Iracundos” y “Los Wawancó”, hay un recorte hacia un perfil de espectador bien definido.

Garay no es lo que se dice un contador de historias, pero refiere constantemente a su pueblo, a los personajes que lo habitan, a su padre, a su infancia y su ex mujer. Entonces pareciera que el mendocino expone su vida en función de chistes en los que, a veces, es él la víctima. “Cuando terminemos esta gira, vamos a ser récord: recornudos”.

En contadas ocasiones, el actor insertó algo de actualidad a su monólogo. A una espectadora le preguntó si alguna vez le habían robado y se ve que el chiste le salió mal: “¿Cómo andan las cosas por Saturno?”, retrucó el humorista ante la negativa de la mujer. Además empezó con el “Brasil decime qué se siente...” y mencionó a “los caranchos del fondo”, por los fondos buitres.

Las formas que busca “Cacho” para hacer reír a veces tiene la candidez de “El Chavo del 8” y otras, la perversidad de cualquiera que se pone a contar chistes sobre su suegra.

Lo propio en el humor del mendocino es justamente su tonada, su forma de hablar entre parsimoniosa y aletargada que tiene buenos momentos cuando se comunica con el público.

Así como hizo un extenso recorrido del calvario conyugal con su ex, cuando Garay presentó a su actual pareja –una cantante lírica 36 años menor- omitió hacer referencia a su vida personal. “Los aplausos son llamadores de ángeles”, dijo antes de dar paso a su novia.

Con dos piezas, la chica tuvo su forzado momento en el show. El canto de arias quedó fuera de lugar entre los relatos populares del cómico. El propio “Cacho” reconoció tomar nota al regresar al escenario y parodiar la perfomance de la chica: “¡Qué chacarerita!”, dijo.

En el recorrido de anécdotas que Garay contó siempre en primera persona estuvieron, por supuesto, los viajes que hizo a Mar del Plata y a Buenos Aires, cuando recién asomaba sus narices y sus gestos en “El show del chiste”, el engendro televisivo de Marcelo Tinelli. A la distancia, quedó en claro que el mendocino fue quien mejor aprovechó aquella vidriera inolvidable de mediados de los 2000.

El final pretendidamente serio se torció con los remates que, como casi todo lo que dijo, buscaron la sonrisa. Garay tomó un rumbo entre extraño y confuso cuando habló de la realidad del país y de su futuro, con una notoria evasión a mencionar cuestiones políticas.

Pero no fue eso lo que quedó fuera de contexto en el show. Lo que es difícil de explicar es la inclusión de una estrofa de “Argentina es nuestro hogar”, aquella reunión coral de varios artistas nacionales, en el cierre de un espectáculo que había tenido muchas risas.