Hoy puede ser un gran día para apreciar la danza en su totalidad. Y lo será tanto por los bailarines que participan del certamen "Aldanzar", como por el público que es adepto a las coreografías. A la tarde se conocerán a los ganadores del Certamen Internacional de Danzas que desde el jueves se realiza en la sala Hugo del Carril. Una gala especial con lo más destacado de las presentaciones será el broche de cuatro días con todo tipo de bailes.
280 coreografías se realizaron en los cuatro días de concurso. Hubo cientos de participantes.
La competencia comenzó el día del maestro y serán justamente ellos los que juzgarán, cada uno en su categoría, a las aspirantes que bailaron en más de 280 coreografías inscriptas.
Coordinado por Griselda Cisterna, el jurado tuvo representantes en neoclásico, piezas contemporáneas y jazz libre. Las danzas étnicas fueron divididas en árabes, ritmos latinos y españolas. El terreno nacional tuvo movimientos en tango y folclore.
Los certámenes organizados por Aldanzar son tan prestigiosos que se realizan hace nueve años en San Juan, donde son una cita obligada para los bailarines de esa provincia. Es tanta la convocatoria que pese a que la sede central es en aquella provincia, varias academias sanjuaninas participaron de estas jornadas en San Luis, donde es la primera vez que se hace.
A tal punto tuvo participación foránea la edición inicial que sólo dos academias de la provincia se inscribieron en el certamen. La producción no difundió los nombres.
Esta edición está dedicada a Nancy Bocca, la madre de Julio, quien fue jurado de Aldanzar en varias ocasiones y que murió en abril de este año.
Dentro de la sala la concentración era total cada vez que los artistas subían al escenario. Sólo explotaban con los aplausos de los grupos que apoyaban a cada participante o cuando se realizaba un recambio de espectadores.
A veces la sala estaba llena y en otras reinaba una soledad en las butacas, con más gente arriba del escenario. Pero estas competencias son así, la performance de las bailarinas debe gustarle sólo al juez que las evalúa.
Para los bailes, estuvo permitido el uso de elementos sencillos, como pañuelos, gasas y ula-ulas. Las nenas, con picardía, mostraban su desparpajo. Fueron a divertirse porque les encanta bailar y así lo demostraron en el tablado.
En algunos ballets hubo espacio para la inclusión de chicos discapacitados y sus bailes que, además de emotivos, fueron los más aplaudidos.
La predilección musical llegó con el clásico y los latinos románticos como géneros dominantes. Sobresalió algún que otro rock and roll que despabiló a varios de sus asientos y “Naranjo en flor”, que fue interpretado con gracia por una chica mendocina.
Un entretenido grupo de señoras, convenientemente denominadas “Las mujeres audaces”, interpretaron baile libre y se divirtieron con naturalidad entre ellas y también hicieron reír a quienes estaban a su alrededor. Las risas siguieron con un té en la confitería.
Después de las interpretaciones, el bullicio mientras las chicas tomaban refrigerios en el bar era diferente a la tranquilidad de la sala, pero era comprensible: los nervios ya habían pasado y era el momento de relajarse.


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