Disfrutar del verano es imposible para los vecinos de las viviendas del plan Solidaridad, ubicadas al lado de los anexos cuatro y cinco del barrio Eva Perón. Como si fuera parte del paisaje que las rodea, las casas se ven minadas de pequeñas lagunas con aguas servidas, basura que arrastran los derrames, moscas y olor. Desde que las edificaciones fueron inauguradas en abril, hace más de diez meses, los vecinos elevan sus quejas al Municipio para solucionar el problema cloacal. Mientras esperan, cuentan que sus gastos en artículos de desinfección aumentaron.
El panorama que comienza al ingresar por Riobamba y doblar por el barrio, parece la desembocadura de diversas tapas sépticas situadas en las calles aledañas. Sin embargo, los vecinos afirmaron que el derrame central proviene del vecino Cerro de la Cruz, al este del Eva Perón.
“Hoy está tranquilo”, dijo Luis Agüero, mientras señalaba los perros, que rompían la basura arrastrada por las aguas servidas fuera de su negocio. El almacenero del barrio, relató que el circuito es el mismo siempre: “Con las lluvias explotan las tapas del barrio Cerro de la Cruz, los derrames bajan y llevan consigo toda la mugre de los alrededores, más la basura que los vecinos tiran al medio de la calle. A eso hay que sumarle las emanaciones de las calles Florida y Cabrera, que son las que cercan los anexos”.
No hay desgracia sin suerte dice el dicho popular. El hombre contó que la mayoría de las familias no dejan salir a sus hijos a jugar afuera de sus casas por miedo a que se enfermen. Por el mismo motivo, las ventas de su local en productos como lavandina, desinfectantes, desodorantes de pisos y raid aumentaron. Agüero afirmó que vende más de doce lavandinas por día y que tras el incremento de moscas por los desechos, el raid se vuela.
“Ayer (por el jueves), la crecida era impresionante, parecía un río. Por el olor, tuvimos que mantener la casa con todas las ventanas cerradas. El calor era insoportable. Mi hijo quería salir a jugar con sus amigos, pero no lo dejé. Lo prefiero enojado a enfermo”, contó Vanesa Benítez, que vive a tres cuadras del almacén. La mujer dijo que los niños del barrio suelen jugar carreras de bicicletas por el medio del líquido podrido. “No sólo salpican al que pasa por el lado, también se llenan del agua, que los expone vaya saber a cuántas infecciones. Gasto una lavandina cada dos días para limpiar mi casa, no sé si las demás madres hacen lo mismo”, exclamó Benítez.
Algunos chicos del barrio, para paliar el calor, tienen la suerte de contar con una pileta. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los padres los dejan meterse después de las 18, cuando el sol se oculta y el olor es menos denso. Varios de los consultados dijeron que la rutina continuará hasta que la Municipalidad responda a sus denuncias.
Para corroborar el origen de las pérdidas, El Diario de la República hizo un recorrido por las zonas hasta llegar al Cerro de la Cruz y justo en la intersección de avenida Vieja Estancia y Luco, confirmó lo dicho por Agüero.
Claudia Martínez, cuya casa queda en diagonal a las calles y frente a la escuela Favaloro, narró la situación: “En sólo una cuadra, hay tres salidas cloacales. Cuando llueve explotan a la par, inundan todo el sector que une las calles y no podemos salir de nuestras casa ni para tomar el colectivo. Finalmente los derrames bajan al Eva Perón, donde al parecer es peor que acá”
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