Pringles celebra sus cien años de vida

Al club Pringles lo construimos con nuestras propias manos. Los socios y dirigentes hacíamos de albañiles, electricistas, pintores. Eran hombres y mujeres que venían con sus familias a ayudar. Después de trabajar, compartíamos el asado y los mates. Así se hizo Pringles, puro sacrificio y unión", relata Antonio Aversa y la emoción lo invade hasta hacerlo toser. A sus 80 años (66 como dirigente) son muchos los recuerdos, la mayoría buenos, otros no tanto, todos imborrables.
Es el socio vitalicio número 1 del Club Deportivo Pringles, el primer club que tuvo San Luis. El hincha-dirigente es una institución dentro de la propia entidad. Nadie mejor que él para reflejar la historia del "albirrojo" de la calle Colón. 
"El fondo de mi casa daba con el potrero donde jugaban los muchachos. Yo cruzaba el alambrado  y me iba a patear con ellos. Tendría doce años. A los catorce ya integré la subcomisión de básquet. Toda mi vida he estado en Pringles, es mi casa", cuenta Aversa con una sonrisa amplia.
El albirrojo, antes de ser albirrojo, tuvo camiseta azul con una franja blanca. Fue en su fundación. Unos meses más tarde optó por una verde con negro y en 1916  finalmente se quedó con la roja con blanco a bastones verticales. 
Pero ese no fue el único detalle histórico. Primero la entidad se llamó Club Sportivo Pringles de Fútbol. Cuando comenzaron a sumar más disciplinas, los dirigentes lo rebautizaron como hoy se lo conoce.
 "Pringles nació porque un grupo de muchachos de esta zona de la ciudad se juntaba a jugar a la pelota acá, en un potrero que había dónde hoy está la sede, el gimnasio y el salón. Y de tanto juntarse a jugar un 31 de enero se reunieron enfrente, donde hoy hay un edificio de departamentos. Allí esos chicos lo fundaron e integraron la primera comisión directiva. No había clubes en San Luis en esa época, por eso somos pioneros", relata Tonino.
Pero no todo era positivo tras erigirse en el primer y único club puntano. Pringles no tenía con quién jugar, a quién enfrentar, pero el ingenio de esa comisión se las arregló para competir. 
"Durante cinco años los rivales eran los alumnos del Colegio Nacional, los de la Escuela Normal, los efectivos de la Policía y los soldados del Ejército. Recién en 1920 aparecieron Sportivo Estudiantes, el Sporting Victoria y Universitario", recuerda Aversa.
Aquellos puntanos pioneros del deporte fueron Eugenio Marcaida (primer presidente), Geraldo Suárez, Juan Velázquez, José María Palacios, Hermójenes Echare, Clodomiro Durán, Miguel Lucero, Angelino Díaz, Alberto Andino, Salvador Castillo y Patricio Coria.
"Aunque los muchachos seguían jugando en el potrero de la calle Colón, la cancha que utilizaba Pringles era la conocida como 'La cancha del internado', que era el actual terreno del Ejército Argentino, en calle Sucre", explicó Antonio.
Con el correr del tiempo, además del fútbol, Pringles -como una costumbre que mantendría hasta nuestros días- sumó disciplinas y hubo espacio para bochas, básquet, atletismo y pelota vasca.
Más tarde, en la década del '30 llegaron boxeo y ciclismo. Y tuvo sus representantes en tiro, que siempre se practicó en el polígono de la zona sur. Más tarde, de la mano de Toribio Mendoza, Pringles sumó el atletismo, con muchos jóvenes en sus filas.
En 1947, gracias a un subsidio que le otorgó el gobernador Ricardo Zavala Ortiz (quien había sido futbolista del albirrojo), Pringles compró los terrenos donde hoy funciona el club. Pero sólo era un lote, había mucho por hacer. 
"Eran otras épocas, otro tiempo. San Luis era más pequeño y no había televisión. Se escuchaba poca radio y la gente iba mucho a los clubes. Era la manera de entretenerse, de reunirse un rato con los amigos después del trabajo. Hoy todo es completamente diferente", dice Tonino.
"¿Y ahora qué hacemos? nos preguntamos. Juntamos unos pesos gracias a rifas y tómbolas que vendimos entre dirigentes y socios para comprar materiales de construcción. En eso nos ayudó muchísimo 'Nena' Piscitelli que aún tiene su ferretería frente al club. Ella nos vendió al costo lo que necesitábamos. Y la mano de obra la pusimos nosotros. Veníamos los sábados y domingos a la mañana a trabajar, al mediodía compartíamos el asado y luego nos íbamos a casa. Así creció Pringles", dijo el socio vitalicio.  
Los años dorados del albirrojo puntano llegaron en los '50 y '60 cuando superó los mil socios. Una cifra récord para cualquier entidad de Cuyo. "En aquella época había torneos locales de básquet, fútbol, bochas y boxeo. Pringles tenía una cantidad enorme de jugadores, salimos campeones muchísimas veces. Del año 30 al 35 salimos campeones en fútbol. En bochas teníamos una cantidad enorme de bochófilos. En aquellos años no había ayuda de nadie, todo era en base a sacrificio", evoca Aversa.

Vino Boca
  En 1968 Boca Juniors visitó San Luis y fue Pringles el club que gestionó su llegada. Fue el 13 de junio y el partido se jugó en el estadio "Ejército Argentino" ante miles de fanáticos. Pringles pagó 1.700.000 pesos más los pasajes de avión y el hospedaje para los Xeneizes que se presentaron con Roma, Sánchez, Silvero, Marzolini, Rattin, Rojas, Salinas, Sanabria, Suñé y Larrosa, entre otros. El amistoso fue un éxito.

Dos triunfazos
La vida institucional de Pringles dio un vuelco importante en los '80 cuando encaró dos obras que hoy lo erigen en uno de los clubes con mejores instalaciones de la provincia: la construcción del salón cubierto y la compra y desarrollo del predio de calle Riobamba.
En 1986 la empresa cordobesa Marcatini ofreció construir el salón y techarlo por 60.000 pesos. Pringles sólo tenía la mitad y la directiva gestionó ante el gobernador Adolfo Rodríguez Saá un subsidio por el resto del dinero. El mandatario accedió y el albirrojo concretó el sueño del miniestadio cerrado. 
Al año siguiente, luego de un intento fallido en los años '70, la entidad logró una hazaña: concretó las obras que tanto anhelaba en el predio de calle Riobamba (terrenos fiscales que le cedió el gobierno de Elías Adré) bajo la presidencia de Aversa y el enorme trabajo de Faustino Mendoza, otro dirigente histórico del club.
El desarrollo se concretó gracias al ofrecimiento de la empresa Heredia y Cía, que quería ocupar unas hectáreas. Como no se podían vender esas tierras Pringles y la compañía porteña hicieron un canje. Por siete hectáreas, la entidad recibió la construcción del estadio de fútbol, la pileta de natación y dos canchas de tenis más una de básquet además de sanitarios un salón multiuso y churrasqueras. 
"Fue concretar un gran anhelo.  Yo no creía que podía lograrse. Hace mucho tiempo que no voy por ahí, pero recuerdo bien un día en que fui a ver las obras, estaban casi listas. Fui con mi hijo, que era  chico. No había nadie más. Me apoyé en la baranda de la pileta, miré el predio y me puse a llorar. Lloré como un niño. Habíamos alcanzado un sueño impensado. En el año 1995 decidí alejarme de la dirigencia. Fueron sesenta y cinco años en el club. Pringles es mi vida y que cumpla sus primeros cien años es algo hermoso", cerró Aversa.

La actualidad   
Ya en los años '90 el "Coloso de la calle Colón" incorporó las pesas, el fisicoculturismo y el karate do de la mano de Juan Carlos Frank, quien continúa en la entidad.
Cientos de chicos albirrojos se han consagrado campeones provinciales, nacionales y mundiales en las artes marciales o el deporte de los músculos.  También hay una cantera enorme de patín artístico con nenas de distintas edades que compiten a nivel provincial y nacional.
Hoy el presidente de Pringles es Aldo Amieva acompañado por Jorge Vetrano como vice, con el propio Frank como secretario y Juan Carlos Monsalva como tesorero, entre otros directivos.
"Es un orgullo estar al frente de Pringles. No es sencillo porque el número de socios se redujo mucho en los últimos tiempos, pero seguimos luchando. Hace poco pintamos todas las instalaciones, renovamos cañerías y la electricidad además de esforzarnos por darle continuidad a las disciplinas que se practican. Nada es fácil pero tenemos confianza que todo mejorará y hay apoyo de padres, de los chicos y los socios", dijo.