Los tordos ensucian todo y amenazan las ventas en la Illia

Hace más de dos meses que los tordos migraron a la Illia, y al parecer es  para quedarse. Su presencia no pasó desapercibida para nadie y menos para los bares Say No More, María Bonita, Y Q? y Picasso ubicados entre las calles Constitución y Caseros. Con la mugre constante de las aves, llegaron las quejas de clientes y transeúntes. Ante los accidentes  que provocan los excrementos todos los días, algunos locales  inhabilitaron las mesas de la vereda, perdiendo clientes y dinero. 
“Anoche fue la gota que colmó el vaso. Una señora estaba cenando afuera y por el peso de las aves, una rama se le cayó encima. Gracias a Dios la sombrilla logró protegerla, pero una parte del árbol le golpeó la espalda. La cosa no terminó ahí, con todo el estruendo, más de cincuenta pájaros entraron al local. Mirabas el techo y parecía una nube negra. La mitad de los clientes se fueron, pero los tordos quedaron en el techo. Todavía no los podemos sacar del local”, dijo Rosaelia dueña del restorán mexicano María Bonita. “Si esta noche (por el jueves) no logramos que se vayan, no vamos a poder atender. Una noche sin trabajar, es una gran pérdida de dinero”, agregó la joven mientras señalaba el techo de su local donde los pájaros volaban perdidos entre la colorida decoración. 
Rosaelia, dijo que el accidente fue sólo un eslabón de la cadena que comenzó con la llegada de los pájaros. “Una noche, una chica que estaba sentada en las mesas de la vereda pidió que le cambiáramos el guacamole porque le había caído caca de un árbol. La vergüenza que sentimos fue enorme. No es nuestra culpa, pero nos sentimos responsables igual”. 
Lucas, compañero de trabajo de la joven, dijo que ya han hecho varias denuncias al Municipio, sin embargo, todavía no reciben ninguna respuesta. “Vinieron a sacar la rama, y nos dijeron que nos iban a mandar a Defensa Civil. Hasta ahora no pasó nada. Con otros comerciantes de la zona estamos viendo qué hacemos. La gente no quiere sentarse en las veredas y algunos hasta evitan pasar por el olor”. 
Los dichos del joven no son para nada errados, al salir a la vereda da la sensación de estar en el interior de un gallinero sin ventilación. Todo el piso de la vereda de los bares está recubierto de excremento y plumas. Según los vecinos hasta los automovilistas evitan estacionar, y es que los seis árboles carolinos que rodean a los comercios, son los preferidos por los tordos. 
“Hace catorce años que tengo el bar y nunca me pasó algo así. Las ventas bajaron y todo por unos pajarracos. Tengo quince mesas afuera y nadie quiere sentarse porque la "lluvia" que te cae es indescriptible. Eso, sin contar el olor. Baldeamos la vereda más de tres veces al día y hacé de cuenta que no hicimos nada”, comentó Silvio, dueño de Say No More.
 Sandro le mostró a El Diario de la República las mesas y sombrillas apiladas. Todas estaban cubiertas de una capa blanca de excremento y plumas. Además, agregó que uno de los empleados dejó de lado la atención al público para dedicarse a limpiar cada cinco minutos las mesas. 
“Lo peor es cuando pasan los autos con la música a todo volumen. El sonido altera a los tordos y ahí está todo mal. Vuelan de un lado a otro y la gente se empieza a ir. Entre el ruido y la suciedad de los pájaros la noche está arruinada”. 
El hombre dijo que como el Municipio no está haciendo nada, él y sus vecinos buscan soluciones en internet para ahuyentar a las aves. 
Roxana, dueña del bar Y Q?, también tiene problemas con las quejas de sus clientes, dijo que su primera solución sería la poda, pero no puede hacerla porque eso corresponde a la Municipalidad. “Tengo entendido que sacan multas, así que no lo hago. Habrá que ver si alguien viene a ayudarnos”.