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"Coco" sobrevivió a la creciente colgado ocho horas de un cable

Por redacción
| 06 de marzo de 2015
Pirueta. El manojo de cables que le salvó la vida a Coco

En medio de la incesante lluvia, "Coco" gritaba y peleaba. Su lucha para sobrevivir era con el agua. La crecida del río, en Luján, no le dio tiempo a salir de su casa y tuvo que encerrarse en el baño mientras su esposa, Rosa estaba en el dormitorio. En el pequeño ambiente, se sostuvo fuerte durante 8 horas hasta que pudo ser rescatado el domingo por su cuñado. Una de las tantas historias de aquellos que padecieron la fiereza de la naturaleza pero al final, fueron más fuertes. 
“Estábamos con mi señora y no alcanzamos a irnos, cuando salí a mirar a la puerta, el río ya estaba en la calle. Así que ella se encerró en nuestra habitación y yo me fui al baño. Escuchaba cómo el agua comenzaba a avanzar con todo, la casa empezó a inundarse y me llegó hasta el pecho”, relató "Coco", uno de los damnificados del barrio San Cayetano. Tránsito Benítez, conocido por todos como "Coco",  tiene 58 años y está casado con Rosa Aguilera de 72.
Con la espalda apoyada en la pared, se agarró fuerte a unos cables de electricidad que colgaban en el baño. “Tenía tanta fuerza que me levantaba y mis pies golpeaban la pared. Y yo peleaba y le hablaba al agua mientras seguía entrando por todos lados. Yo pensé que me iba a tapar”, narró. Mientras contaba su historia, miraba alrededor y no podía creer el escenario que veía, la angustia de ver sus cosas enterradas por el barro y sus animales muertos lo dejaban sin palabras.
"Coco" estuvo desde la 1 hasta las 9 aferrado al fino pero resistente cable, esperando que todo pasara. “Miraba por la ventana del baño esperando que amaneciera. El agua empezó a bajar de a poco, era de noche, no sé la hora porque perdí la noción del tiempo. Pero después, comenzó a avanzar de nuevo”, contó. La crece derrumbó una de las habitaciones de "Coco" e hizo desaparecer su gallinero que construyó hace muchos años. Los escombros de lo que hace pocos días era su hogar, las rocas de todos los tamaños en lo que fue una calle y los grandes y viejos árboles sacados de cuajo tirados en su antiguo patio, fue todo lo que quedó después del temporal.
De a poco, el nivel del agua bajó a medida que avanzaban las horas. “Al fin vi cómo empezaba a aclarar y todo comenzó a calmar de a poco. Seguí agarrado al cable, todo mojado y cansado. No podía abrir la puerta porque estaba trabada con el barro, así que seguí esperando”, dijo "Coco".
El domingo a las 9, finalmente su cuñado Ricardo, con la ayuda de algunos vecinos, pudo llegar hasta la vivienda. “Cuando vi cómo quedó todo destruido lo primero que pensé fue que el agua los había arrastrado a los dos. Empecé a gritar, ‘Coco, Coco’ y cuando escuché que me contestó desde la casa, no te puedo describir el alivio que sentí en ese momento”, expresó. 
Comenzaron a golpear la puerta para tratar de abrirla porque estaba atascada con el barro y piedras. “Cuando la abrimos, él empezó a reírse, supongo que por los nervios. Lo sacamos de ahí y después fuimos a rescatar a mi cuñada que estaba en la habitación de al lado. Ella sufría una crisis nerviosa pero pudimos tranquilizarla”, relató Ricardo. Rosa también tuvo que colocarse de espalda a la pared para evitar que el agua la arrastrara.
"Coco" aún no puede creer lo que pasó, sostuvo que estaba tranquilo porque, de alguna manera, sabía que iba a sobrevivir, pero decidió que no va a volver a habitar en ese lugar. “El intendente me dijo que me iba a hacer la casa de nuevo, pero yo no quiero regresar. Me quiero ir lejos de acá porque si el río ya creció una vez lo va a hacer de nuevo”, aseguró.  A cuatro días de la tragedia,  volvieron con su cuñado para ver si podían salvar algo. “Todos mis animales desaparecieron, no me quedó nada. Lo único que pude rescatar fueron una garrafa y una bicicleta que desenterré del barro. Eso es todo lo que tengo ahora”, lamentó "Coco". Su señora está en la casa de una sobrina en Quines y él se quedó con Ricardo, que vive también en Luján. 
Con Rosa nunca tuvieron hijos y viven solos en una casa que construyeron con todo su esfuerzo. Criaban  gallinas y algunos chivos, no era su fuente de ingreso, sólo lo hacían porque les gustaba. Trabaja como maestranza en la Policía de Luján. Tiene 4 hermanos, dos viven en Mendoza, uno en Córdoba y una está casada con Ricardo Benítez.
Ayer, Ricardo contó que las nubes estaban asomando de nuevo por entre las sierras. “Con el calor que hace y la humedad, es muy probable que llueva de nuevo. El temor de que el río vuelva a crecer es constante”, dijo afligido. 

 



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