Alberto César Rivara lloró de emoción cuando tuvo en sus manos la carta que le había escrito el Papa Francisco, en respuesta a una que le había mandado él un tiempo atrás. “Me dio una alegría enorme, porque el Papa es lo más grande que hay para mí. Le pedí que me diera una señal, o su bendición, porque hace tres años que estoy reconstruyendo a pulmón una iglesia que se encuentra en un campo que compré, en Árbol Solo”, dijo. La capilla está ubicada dentro del predio que adquirió en el paraje, a veinte kilómetros de Villa General Roca, y data de cien años atrás, aunque hace treinta que ya no se usaba, por el deplorable estado en que se encontraba.
En la carta le relató su historia, que viene de una familia religiosa y tuvo la suerte de encontrar esa capilla en el campo que compró. Antes de enviarla, les pidió ayuda a sus cuatro hijos para que “la corrigieran porque yo por ahí no tengo las palabras justas”.


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