Pedido de justicia por Brenda Arias: "No voy a parar hasta que se descubra quién mató a mi hija"
Ni los seis grados de sensación térmica, que calaban hasta los huesos, frenaron el pedido de justicia que Elva Garayalde reactualizó ayer a la mañana, cuando marchó por la peatonal de San Luis hasta el Poder Judicial. “Vivo esto con mucha tristeza y amargura. No tendríamos que estar mendigando justicia, saliendo a la calle para repudiar el silencio del poder. Pero no voy a parar, no voy a parar hasta que se descubra quién mató a mi hija”, dijo con hondo convencimiento la mamá de Brenda Jimena Arias, la muchacha de 19 años que el sábado 11 de julio de 2009 salió a la noche de su casa, en Villa del Carmen, y nunca más volvió. Días después, en un campo situado en las afueras de esa pequeña localidad del Valle de Conlara, aparecieron unos huesos calcinados. Eran de Brenda. El homicida, en una pretensión por hacer desaparecer todo rastro, redujo el cuerpo a una osamenta quemada. A seis años, el asesino todavía goza de impunidad: no hay imputados en la causa.
Quienes iban a acompañar a Elva en la caminata comenzaron a aglutinarse en Pringles y Rivadavia, frente al atrio de la Catedral, a partir de las 10:30. Todas eran mujeres. Entre ellas había integrantes de la Fundación Madres del Dolor de San Luis y de otras organizaciones sociales que se identifican con la consigna "Ni Una Menos". Razonan que el caso de Brenda se encuadra en un femicidio.
Una hora después, el grupo se organizó, tomó las pancartas, alzó la voz y avanzó por la Vía Rivadavia. No eran muchos. “La verdad, me duele que no haya un acompañamiento mayor”, confesó Elva.
Ella encabezó la manifestación: sostenía entre sus dedos el centro de un largo cartel que recordaba que a su hija la asesinaron hace seis años. Unos pasos atrás iban la madre de Jairo González, un joven asesinado por un policía en el barrio José Hernández, y Graciela González, mamá de Agustín Rodríguez, un niño que perdió la vida al ser golpeado en la cabeza por un poste de luz que le cayó encima cuando el gancho de un camión se enredó en unos cables de electricidad.
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